Chile hizo historia. No se conformó con romper 15 años sin victorias frente a Brasil, sino que consiguió una trabajada victoria sobre Perú después de 30 años en el Estadio Nacional de Lima. Además, comenzó de la mejor manera posible el proceso clasificatorio al Mundial de Rusia 2018. La Selección Chilena jamás había obtenido las 6 unidades en las primeras fechas de las eliminatorias, lo cual del punto de vista jerárquico es muy positivo por sobre las equivocaciones cometidas en los encuentros.
Se habló mucho en la previa lo que significaba el partido ante Perú en el Estadio Nacional de Lima, en su mayoría por la pobre estadística que tenía a la última victoria chilena en ese reducto hace tres décadas. Supongo que todos queríamos dejar de repetir sólo el gol de Jorge Aravena en ese partido, que a la postre dejaba a Chile con mejor opción para clasificar al Mundial de México 86’, cosa que no ocurrió. Para ganar “el clásico del Pacífico” se necesitaba una jerarquía que se ha presentado en los últimos duelos del equipo dirigido por Jorge Sampaoli y compañía.
Esa contundencia se demostró con creces en materia ofensiva, pues fueron las figuras del combinado nacional quienes marcaron los goles necesarios para traer los 3 puntos a casa, con jugadas simplemente excelentes. Las 4 dianas convertidas en el arco rival son reflejo del sello que ha caracterizado a Chile el último tiempo: la intensidad, la sorpresa, la convicción de buscar la victoria y el provecho de la velocidad. El romper la línea defensiva con asistencias notables se reiteró en varias oportunidades aparte de los tantos logrados por Eduardo Vargas y Alexis Sánchez, hecho que terminó sobreponiéndose a los evidentes errores defensivos que cometió la retaguardia de la “Roja”. Si bien en el primer gol peruano Farfán arrancó en “offside”, el error táctico es mayor que el arbitral.
Gonzalo Jara salió a buscar a Paolo Guerrero muy lejos de sus compañeros en la defensa, decisión que le dejó el espacio al ariete rival para ingresar sin marca a definir frente a Claudio Bravo. Gary Medel tuvo que desplazarse de su posición y alcanzar a un delantero realmente potente, era muy difícil que lo alcanzara, y para coronar el festival de errores, el portero de la Selección tuvo una floja respuesta ante el disparo de la “Foquita”. A pesar del rápido empate contrario, del penal bien cobrado (en mi opinión) a favor de Perú y de la expulsión de Christian Cueva, el equipo chileno fue capaz de superar las barreras que el partido le puso. He ahí la jerarquía, puesto que en los 35’ se perdía 2-1 y en los 44’ Chile estaba venciendo 3-2. La guinda de la torta llamada “contundencia” fue el balde de agua fría que le propinó al conjunto local en los 48’: nuevamente un pase entre líneas, velocidad, inteligencia posicional y una definición brillante.
El descuento peruano malogra la imagen que el elenco nacional dejó en la segunda etapa. Desde la cuarta anotación chilena, el equipo jugó al ritmo que quería en las condiciones del partido en ese momento: superioridad numérica y en el marcador. Al calmar las cosas, poseer mucho el balón y defenderse con él, la decisión del cuerpo técnico y de los jugadores mismos trajo dos consecuencias: el adormecimiento de Perú por largos pasajes del complemento y un excesivo relajo en las marcas en los minutos finales. De hecho, la falla de Francisco Silva al descuidar la entrada de Guerrero fue uno de los pocos desaciertos que él cometió, pensando en que reemplazó la posición y función de Marcelo Díaz.
Considero que la autocrítica de Bravo, Valdivia y Jara es demasiado grande. A pesar de complicarse teniendo uno más en cancha en gran parte del duelo, siento que la categoría de cómo se marcó diferencia supera a la de los errores puntuales, los cuales se pueden corregir de ahora en adelante. Aún así, enorgullece la exigente mirada respecto del propio rendimiento en términos del juego. Sí, Chile no hizo su mejor partido ni desarrolló su juego característico para sufrir menos, pero este tipo de partidos se rescatan por lo difíciles que son las clasificatorias en este lado del mundo. Se ganó siendo muy contundente, sin renunciar a la idea que imprime Jorge Sampaoli en sus dirigidos, lo que es loable en todos los ámbitos.
La condición de campeones se demostró dentro de la cancha, quizás lo más importante en el fútbol actual. Se supo dejar los factores externos de lado, como las pifias al himno, los insultos, las agresiones, las brujerías de los chamanes, la inentendible actitud de los jugadores rivales, el sensacionalismo de la prensa peruana y la subvaloración de lo que podía lograr la Selección en un estadio muy complicado para jugar.
Sé que Sampaoli aprende algo nuevo en todos los partidos, de hecho, seguramente ya piensa en cómo obtener 6 puntos más frente a Colombia y Uruguay, poniendo especial atención en el reemplazante posicional y táctico de Marcelo Díaz en el cotejo ante los “cafeteros”. Hay que seguir corrigiendo los errores en defensa, pero una de las mejores lecciones del partido se resume así: hay que saber ganar jugando bien o mal. En el fútbol se gana por lo que se hace en el terreno de juego, no con especular afuera de él. Ojalá Vargas y Sánchez sigan en su fructífera senda en el pórtico contrario, porque están muy cerca de alcanzar a los máximos goleadores históricos de la Selección: Marcelo Salas e Iván Zamorano. Poco a poco Chile se convierte en una selección más fuerte y precisa en instantes claves de los encuentros, cualidad que la deja en el quinto puesto del escalafón mundial. Qué bonito se oye…
Por Vicente Vásquez Feres
Crónica Digital, 15 de Octubre 2015
Vicente, cada vez tus columnas tienen más «condimiento periodístico»