Por Luis Manuel Arce Isaac: ¿SE DESGASTA EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI ANTES DE TIEMPO?

Con períodos de mayor o menor intensidad, la crisis del sistema capitalista es permanente desde la década de 1930 después de la gran depresión, y las que han ocurrido desde entonces hasta la última de 2008 tienen sus raíces más cercanas en aquella del crack bancario de 1929.

Lo que sucede es que esa crisis no es lineal y como se agudiza cada cierto período tras el vencimiento de un ciclo tecnológico productivo, se le ha aplicado el esquema de eventos cíclicos ante evidencias de que es influida por factores ineludibles en la relación auge-depresión del proceso productivo-comercial.

Esa crisis permanente explica la extensa y difusa realineación ideológica en el mundo, también cíclica, marcada por vaivenes en la correlación de fuerzas internacional y la pugna entre lo que se admite como la izquierda y la derecha política, aún cuando ni el uno ni el otro sean términos exactos de contornos definidos.

En consecuencia, cada determinado período ha conllevado cambios de paradigmas que se han estado sucediendo en ambos lados (izquierda y derecha) como anuncios de que los viejos modelos que sirvieron de base al capitalismo y al socialismo están moribundos.

Las crisis del socialismo son diferentes a las del capitalismo pues en la generalidad de los casos no han sido estructurales, sino causadas por otros factores lamentablemente también destructivos, entre ellos un deficiente trabajo de educación ideológica, ineficacia o ausencia de mecanismos para contrarrestar la contaminación capitalista como la corrupción y el consumismo, o mala praxis a la hora de aplicar el modelo económico.

Los paradigmas del laissez-faire, de liberación absoluta y a ultranza del mercado  -la base más sólida del sistema capitalista-, fueron sepultados y su lugar ocupado por los de un neoliberalismo que irrumpió en 1930 para enfrentar las consecuencias negativas del crack bancario del 29, pero hizo aguas en pocos años y pareció desaparecer con la crisis de los años 70 de base energética.

Sin embargo, el neoliberalismo resurgió con nuevos bríos pocos años después con los economistas de la Escuela de Chicago, o Chicago Boys, sorprendentemente de la mano de un fascismo de hojalata encarnado por Augusto Pinochet, en Chile, que tomaron de modelo y que constituye una de las semillas del capitalismo salvaje que denunció el Papa Juan Pablo II.

Esos paradigmas de los Chicago Boys se han desmoronado y una globalización ideada por los ricos para los ricos, se posesionó del sistema sobre las ruinas del viejo capitalismo y hoy, recién estrenado el siglo XXI, ya se habla con fuerza de la desglobalización. Candidatos presidenciales de Estados Unidos como Bernie Sanders, le han dado la extremaunción a ese modelo.

Pero los paradigmas del socialismo también se fueron a la deriva, y como un rabo de nube de buenas a primera la izquierda sufrió y vivió cómo su base ideológica voló en pedazos con la quiebra del socialismo real y el estruendo de la caída del muro de Berlín enmudeció las tesis marxistas-leninistas de lo que parecía ser el modelo de producción más racional y humano en la historia de la humanidad, tan difundidas y defendidas desde el surgimiento de los soviets.

En una extraña coincidencia, ideólogos de uno y otro sistema están de acuerdo con que todavía no han aparecido los nuevos criterios que permitirán la realineación conceptual para sustituir al capitalismo en crisis y al socialismo desbancado que la derecha da por muerto, y que la izquierda busca resucitar  a un nivel superior  aunque con fundamentos menos ortodoxos pero marxistas aún, como es el denominado Socialismo del Siglo XXI.

En ambos casos hay una búsqueda de nuevos paradigmas para esa realineación ideológica que, en el caso del capitalismo, tiene la meta de imponer un poder unipolar que excluya al socialismo cuyo estandarte es, por el contrario, la multipolaridad.

Hay meritorios esfuerzos por concretar acciones que enrumben hacia el Socialismo del Siglo XXI, y no hay dudas de que entre los países con más avance en el intento está Cuba con su líder histórico Fidel Castro, en especial ahora que han quedado atrás los manuales esquemáticos y se intenta aplicar un modelo autóctono al que se le denomina a menudo socialismo cubano.

En América Latina se mueve hacia esos horizontes Venezuela con la revolución bolivariana liderada por Hugo Chávez para quien un socialismo del siglo XXI se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad, un nuevo socialismo que se debe construir cada día, y se aplica en un ámbito que nada tiene que ver con el cubano.

Para el presidente ecuatoriano Rafael Correa y su revolución ciudadana, el desarrollo del Socialismo del Siglo XXI en su país difiere del tradicional porque no se basa en la estatización aunque le da al Estado un rol protagónico para impulsar la economía, al igual que se debe hacer con la democratización de los medios de producción y la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas.

Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia y máximo dirigente del Movimiento al Socialismo, quiere construir el Socialismo del Siglo XXI en su país a través de una revolución cultural anticolonial y de una sociedad en la que coexista la democracia representativa con formas comunales e indígenas de democracia.

En todos los casos son esfuerzos iniciales de un proceso político-social que tarda generaciones al igual que ha ocurrido con el capitalismo y otros modos de producción anteriores.

Es del todo injusto culpar de retrocesos circunstanciales al nuevo modo de producción que busca abrirse paso en la tupida selva de un capitalismo en crisis pero muy fuerte y dominante, y cuestionar la conducción política sin tomar en cuenta el momento histórico y el contexto de una feroz lucha de clases.

En estos casos los retrocesos no deberían evaluarse como fracasos del tipo de socialismo que cada país construye, sino consecuencias de una tremenda lucha de clases y una relación causa-efecto que por su naturaleza social e ideológica no son definitivos y mucho menos irreversibles, como sucede en Venezuela.

Lo que ocurre es que hay escépticos, por llamarlos de alguna manera, que con su confusión ideológica acerca de los cambios en el mundo de las ideas derivadas de la crisis sistémica del capitalismo y la parafernalia mediática que los encubre, fertilizan las actitudes derrotistas.

Por Luis Manuel Arce Isaac

La Habana, 7 de julio 2016
Crónica Digital / PL

One thought on “Por Luis Manuel Arce Isaac: ¿SE DESGASTA EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI ANTES DE TIEMPO?

  1. El Socialismo es un modo de producción, no un modo de distribución de lo producido por formas capitalistas de producción, como aclaró muy bien Carlos Marx en su “Crítica al programa de Gotha”. En ninguno de los países de América Latina que supuestamente están desarrollando el «Socialismo del Siglo XXI» hay socialismo y por esa vía nunca lo podrán desarrollar, como tampoco lo pudieron desarrollar la Unión Soviética y los demás países del desaparecido «Campo Socialista», ni lo logrará nuestro país si no cambio radicalmente su modelo económico que no es otro que el Capitalismo Monopolista de Estado desarrollado por Stalin en la URRS y exportado al resto de los países por la fuerza de las armas o de la subvención económica.
    El socialismo no se puede desarrollar mediante el trabajo asalariado, propio del capitalismo. Sin la verdadera socialización de los medios de producción, el control obrero de la producción mediante el cooperativismo y la autogestión obrera y la más amplia democracia participativa no se podrá desarrollar el socialismo en ningún país.

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