Tendría ahora 99 años y con su inseparable guitarra a cuestas volvería a despedirse en su adiós triste y soñador de Gracias a la vida: Violeta Parra comienza su andadura camino al centenario de su natalicio en Chile.
Pintora, ceramista, escultora, bordadora, primera latinoamericana en exponer su serie de arpilleras en el Museo del Louvre de París en 1964. Artista en todo el sentido de la palabra, extraordinaria cantante y compositora.
Con todos esos atributos y muchos más, Chile inició su larga reverencia a su folclorista por excelencia, una de las Parra de fuste, como diría su hermano y excelso creador de la antipoesía, Nicanor Parra.
Michelle Bachelet, la presidenta de la República, estaba exultante en una velada que sin dudas impulsó en la Plaza de la Constitución, en el umbral del Palacio de La Moneda, con el entusiasmo de Isabel Parra, Tita Parra y Milena Rojas.
Milena Rojas, también nieta de Violeta Parra, es la jefa de la colección y patrimonio del museo que lleva el nombre de la autora de Qué he sacado con quererte, El gavilán, Run Run se fue palnorte y Volver a los 17.
Un vistazo a la película Violeta se fue a los cielos, de Andrés Wood, permite entender la fortaleza de esta multifacética artista nacida en San Fabián de Alico, cerca de Chillán, 400 kilómetros al sur de Santiago de Chile, el 4 de octubre de 1917.
En el umbral del Cementerio General de la comuna de Recoleta, en la capital chilena, se levanta una escultura de Violeta Parra guitarra en mano. La idea fue dejar una huella insoslayable de quien es considerada la madre del canto popular de la nación austral.
Hija de una familia pobre, el padre maestro de música, Nicanor Parra, y la madre una campesina, Clarisa Sandoval, se rodeó de un ambiente precario pero lleno de riqueza cultural, a tal punto que el apellido es hoy un sello distintivo en Chile.
Referente del folclor latinoamericano, su apasionado romance con el antropólogo y musicólogo suizo Gilbert Favre la colocó en la aventura europea.
Años más tarde no rebasaría nunca la ruptura de su relación con Favre, para muchos una de las causas de su suicidio a los 49 años en la carpa cultural que estableció en la comuna de La Reina el 5 de febrero de 1967.
De momento, los homenajes se limitaron al estreno de la obra «Canto para una semilla» del Ballet Folclórico Nacional. Pero hasta octubre de 2017, Chile promete rendirse con emoción ante una de sus figuras más notables.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 5 de octubre 2016
Crónica Digital / PL
