Gianni Infantino estuvo hace pocos días en Chile. Invitado al Congreso número 67 de la Conmebol, se dio el tiempo de hablar sobre varios temas, haciendo hincapié en la transparencia de la FIFA y la Conmebol, tras conocer resultados de auditorías forenses que investigaron los desfalcos y lavados de dinero en prácticamente todas las asociaciones sudamericanas de fútbol. Se empeñó en ponerle una categoría “renovadora” al rector del balompié mundial.
Ese mismo día, cubriendo el tema para un ramo universitario, pude conversar por teléfono con Harold Mayne-Nicholls, ex presidente de la ANFP y ex funcionario de la FIFA, hoy alejado del fútbol en su ámbito administrativo. Después de contarme acerca de los cambios que vendrán en los cupos para clasificar a los Mundiales, le pregunté sobre la transparencia. ¿Es posible ser transparente o generar un cambio tan radical habiendo pasado tan poco tiempo de la huida de los corruptos, quienes estuvieron décadas mintiendo? Mayne-Nicholls me respondió que ese aspecto no debe buscarse y lograrse, es imprescindible e inherente por antonomasia.
Se proyectan hacia el futuro muchos cambios acerca de la tecnología del videoarbitraje, cantidad de equipos disputando Copas del Mundo y número de jueces en el campo, pero ¿Hasta cuándo la ‘transparencia’, la ‘justicia’, la ‘ley pareja’ o la simple consecuencia se coartará gracias al económicamente influyente? Haber reducido, borrado, extirpado y maniatado la sanción a Lionel Messi por “no tener pruebas fehacientes” es una vergüenza, una cobardía y un miedo a perder millones de dólares disfrazada de decisión ajustada al reglamento.
Lo que hace la ‘señora FIFA’ no es renovar sus pasillos ni apostar por una gestión empapada del rigor, sino sembrar un sinfín de dudas. No me extrañarían “regalitos” en las últimas fechas, donde todo puede pasar. Esta última es una frase cliché, aunque haya cobrado un potente significado. Futbolísticamente la selección argentina cambia rotundamente con Messi o sin Messi, basta con los precios caídos en su visita a Bolivia cuando se ratificaba una sanción por lo que restaba de la competición, dejando la ilusión trasandina en un hilo, más aún con aquella derrota por 2 goles a cero.
Recuerdo algunas sanciones en las actuales clasificatorias para jugadores chilenos: Jorge Valdivia, Eduardo Vargas y Gary Medel. Al “Mago” lo suspendieron por 4 fechas por tratar de ‘ladrón’ al árbitro colombiano Wilmar Roldán, un 17 de noviembre del 2015, en la derrota por 3-0 ante Uruguay en Montevideo. “Edu” hizo un gesto obsceno a la hinchada local en aquel mismo partido cuando lo reemplazaron, teniendo como consecuencia 2 cotejos sin poder jugar. Respecto al “Pitbull”, en la derrota 2-1 ante Paraguay en Asunción el 1 de septiembre del 2016, el juez argentino Néstor Pitana informó: “A los 93 minutos expulsé al capitán del seleccionado visitante, Gary Medel, número 17, por roja directa por utilizar un lenguaje ofensivo y grosero, por cuanto me gritó a viva voz lo siguiente: “Argentinos hijos de mil putas”.
Las apelaciones no hicieron efecto y cumplieron su castigo, fuese justo o no. Luego vino la polémica de los 2 puntos extra por el caso del “mal” nacionalizado Nelson Cabrera, dato por el cual Chile supera a Argentina en la tabla de posiciones. Ahora, sobre la estrella del Barcelona sorprendentemente las pruebas pierden su validez, coincidiendo con un momento dubitativo del combinado argentino, con el despido de Bauzá y la inminente llegada de Sampaoli, con una eliminación muy cerrada entre el 2do y el 6to puesto, además de todo el desorden de su liga local.
Lo triste es que, si es raro o no, no importa. A la FIFA no le interesa lo extraño, por algo Havelange, Blatter y sus amigos tuvieron cosas escondidas tanto tiempo. En definitiva, sólo los meses nos dirán quién queda contento: el aliviado, el escéptico, el “transparente” o el mismo Messi.
Por Vicente Vásquez Feres
Santiago de Chile, 6 de mayo 2017
Crónica Digital