El Big Data, la ciencia de la manipulación de las masas y el gobierno invisible

A principios del siglo pasado, Edward L. Bernays, publicista, periodista e inventor de la teoría de relaciones públicas, considerado el padre de la propaganda moderna y de la ingeniería del consenso en los Estados Unidos, afirmaba: “La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad, constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país”.

Nacido en Austria y sobrino de Sigmund Freud, aplicó muchas teorías y descubrimientos del tío en la “ciencia de la manipulación de las masas”. Convertida en arte por los integrantes del “gobierno invisible”, es una de las herramientas más importantes en la construcción simbólica del capitalismo estadounidense.

Hoy, con el avance de las tecnologías de las comunicaciones, la información e Internet, este saber ha alcanzado umbrales difíciles de calcular.

Los analistas pueden construir modelos capaces de predecir atributos ocultos, entre ellos, preferencias políticas, orientación sexual, cuánto confía usted en las personas con las que se relaciona, cuán sólidas son esas relaciones, todo gracias a la información que los propios usuarios suben a las redes.

Nuestros correos electrónicos, tuits, presentaciones en línea, post en Facebook… alimentan el volumen de datos que se genera cada día en internet.

Existen más teléfonos móviles en el mundo que seres humanos. A medida que continué creciendo el uso de estos dispositivos, el flujo de la información crecerá de una manera exponencial.

Se registran, almacenan y procesan datos del comportamiento humano. Las aplicaciones que utilizamos dejan huellas, cientos de miles de huellas que son utilizadas por las empresas de Big Data.

El Big Data brinda datos sociodemográficos que pueden ser usados para una campaña electoral o política, y para la labor subversiva contra determinado adversario. Esto permite organizar a las fuerzas para movilizar el voto y, sobre todo, convencer a los indecisos.

Por ejemplo, durante la campaña de Mauricio Macri a la Presidencia de Argentina, su equipo de campaña entrecruzó datos socioeconómicos a gran escala, y con esta información aplicaron la teoría de microsegmentación del voto, para enviar mensajes que reflejaran, de forma particular y específica, las preocupaciones de cada barrio, de cada familia, de cada persona.

Barack Obama, Francois Hollande, Donald Trump, Jair Bolsonaro… utilizaron Big Data. Los golpistas en Bolivia, los estrategas de la subversión política contra Venezuela y Cuba, utilizan el Big Data para sus campañas desestabilizadoras.

Conocemos el escándalo de Cambridge Analytica, la empresa que trabajó en la campaña Leave del Brexit, en la campaña de Donald Trump y de varios gobernantes europeos.

Cambridge Analytica fue denunciada por su robo de datos de los usuarios de Facebook, pero no es la única que emplea estas prácticas. Por ejemplo, hay empresas que manejan información de más de 500 millones de ciudadanos del mundo y se dedican a vender datos agregados.

Contra Cuba actúa la Fuerza de Tarea en Internet para la Isla, también conocida como Grupo Operativo de Internet para la subversión en Cuba, programa creado por el Gobierno de Estados Unidos para subvertir el orden interno, siguiendo las directrices planteadas por el presidente Donald Trump, en su memorando presidencial del 16 de junio de 2017.

Becas y viajes para jóvenes periodistas con seductores propósitos, estrategias avanzadas de manejo de redes sociales y pago generoso a cibermercenarios, y acoso incesante contra quienes defienden a la Revolución Cubana, han sido parte de la táctica financiada desde Washington y desde terceros países.

Cada Plan de Acción Encubierta elaborado por los gobiernos de turno en Estados Unidos contra la Isla insumisa durante 60 años, lleva aparejado una bien pagada actividad mediática, que ahora incluye entre sus herramientas el Big Data.

Por Raúl Antonio Capote.

Diario Granma.

La Habana, 12 de septiembre 2020.

Crónica Digital.

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El derrocamiento del Presidente Salvador Allende contado por Washington

Sáb Sep 12 , 2020
Desde 1961, apenas posesionado, el presidente John F. Kennedy nombró un comité encargado de las elecciones que se desarrollarían en Chile tres años después. Según la investigación de la Comisión Church del Senado estadounidense [1], estuvo compuesto de altos responsable del Departamento de Estado, la Casa Blanca y la CIA. Este Comité fue reproducido en la embajada estadounidense en Santiago, capital chilena. El objetivo era impedir que el candidato socialista, Salvador Allende, ganara los comicios [2]. Allende era un marxista convencido de que por la vía pacífica se podía llegar al gobierno, y, desde ahí, dar un vuelco a las estructuras del Estado en beneficio de las mayorías empobrecidas. Expresaba que para lograr tal objetivo se debía nacionalizar las grandes industrias, priorizando las que estaban en manos estadounidenses, al ser éstas las que explotaban los recursos estratégicos. Estos, y otros ideales sociales, lo convirtieron en un indeseable para Washington: podría servir de ejemplo para los pueblos de otras naciones latinoamericanas. Para hacerle oposición, varios millones de dólares fueron distribuidos entre los partidos políticos de centro y de la derecha para que realizaran su propaganda. Al momento de elegir el candidato a la presidencia, Washington decidió apoyar a Eduardo Frei, del partido Demócrata Cristiano, un personaje que impuso a sus otros financiados. En total, la operación costó unos veinte millones de dólares, una suma inmensa para la época, al punto de sólo poderse comparar con lo gastado en las elecciones presidenciales estadounidenses. Es que Washington no tanto invirtió en el candidato Frey, sino que realizó toda una campaña de propaganda anticomunista a largo plazo. La Comisión del Senado dijo: “Se explotaron todos los medios posibles: prensa, radio, películas, volantes, folletos, correos, banderolas, pinturas murales.” La Comisión reconoció que la CIA realizó, por intermedio de sus partidos comprados y varias organizaciones sociales, una “campaña alarmista” donde el objetivo principal fueron las mujeres, a las cuales se les aseguraba que los soviéticos y los cubanos llegarían para arrebatarle a sus hijos si ganaba Allende. Afiches distribuidos masivamente mostraban a niños llevando en la frente un tatuaje con la hoz y el martillo. La tradición religiosa también fue manipulada al máximo para que se temiera al “comunismo ateo e impío.” La operación psicológica funcionó por encima de las expectativas: Frei logró el 56% de votos, mientras que Salvador Allende el 39%. La CIA, según la Comisión del Senado, aseguró que “la campaña de inculcar miedo anticomunista había sido la más eficaz de todas las actividades adelantadas”. Fue una operación psicológica, con carácter de guerra, cuya base eran los planes aplicados en Guatemala que terminaron derrocando al presidente Jacobo Arbenz, en junio de 1954 [3]. Una operación que en Chile no se desmanteló con el triunfo de Frei, porque, a pesar de todo, la cantidad de votos logrados por Allende fue alta. Y el vencido tenía todas las intenciones de presentarse a las futuras elecciones. En sus Memorias William “Bill” Colby, jefe de la CIA entre 1973 y1976, cuenta que, durante las elecciones presidenciales de […]

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