En los últimos años, Washington utilizó una combinación de retórica corrosiva y un estilo de diálogo que sugiere implícitamente que la Casa Blanca asumió y resintió una responsabilidad paternalista por todo lo que se encuentra al sur del Río Bravo, destaca Patrick Duddy en un artículo reciente en el diario The Hill.
Para el especialista, la influencia de Estados Unidos disminuyó en esa etapa, a pesar de que creció de manera relativa la importancia de la región para Washington.
Al valorar la importancia de la región para Estados Unidos, Evan Ellis, experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales con sede en Washington D.C., asegura que esta zona del mundo es la que afecta más directamente la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos.
En un artículo publicado en la página web de esa institución, uno de los principales tanques pensantes de la capital estadounidense, Ellis señala que esta relevancia está dada a través de los lazos geográficos, comerciales y familiares.
Según el especialista, la administración Biden debe tener en cuenta que Latinoamérica está en las primeras etapas de convulsiones económicas, sociales y políticas.
Esta inestabilidad afectará a Estados Unidos a través de más movimientos migratorios, amenazas transnacionales, movimientos sociales y gobiernos hostiles a los intereses norteamericanos, agrega el experto en su artículo.
Otros analistas identifican el tema Cuba como esencial en este nuevo escenario, por el rechazo de América Latina y de la comunidad internacional al bloqueo económico, comercial y financiero que Washington mantiene contra la isla caribeña desde hace casi seis décadas.
Este conjunto de sanciones unilaterales se acrecentó con más de dos centenares de medidas impuestas por Trump en su mandato.
La más reciente acción contra la isla caribeña fue su inclusión en la lista de países que según Washington patrocinan el terrorismo, lo que motivó el rechazo de un nutrido grupo de legisladores, así como líderes de importantes organizaciones de la sociedad estadounidense y gobiernos latinoamericanos.
En este escenario, en abril próximo Estados Unidos será la sede de la novena Cumbre de las Américas, la reunión trienal de los jefes de Estado y de Gobiernos de todos los países del Hemisferio Occidental, y esta será una oportunidad de la administración Biden para mostrar sus intenciones hacia el área.
En este contexto, especialistas destacan que el nivel de desprestigio que tiene en el hemisferio la Organización de Estados Americanos será un factor negativo en los nexos que Biden pretende restaurar con las naciones latinoamericanas, teniendo en cuenta el papel injerencista de sus principales directivos y de la subordinación total de estos a la política errática de Trump hacia la zona.
Durante los últimos nueve meses, la situación económica en América Latina empeoró de manera considerable por los efectos de la pandemia de la Covid-19, y tanto las tasas de infección como el número de muertes son comparativamente más altas que en otras zonas del mundo.
Luis Alberto Moreno, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, advirtió recientemente que ante esta coyuntura, ‘casi todo el progreso que la región logró en la reducción de la pobreza durante los últimos 20 años corre el riesgo de deshacerse’.
Washington, 21 enero 2021
Crónica Digital/PL