Vie Nov 10 , 2023
Por Marcel Garcés Muñoz No es posible evitar la sensación de satisfacción por los éxitos organizacionales y deportivos tras la clausura de los Juegos Panamericanos 2023, pero sobre todo el desempeño decoroso de nuestros competidores y el comportamiento entusiasta del público masivo que acompañó la fiesta, incluido el protagonismo entusiasta, pero discreto y digno, de nuestras autoridades, de nuestro Presidente de la República, Gabriel Boric, sus ministros, los representantes de los entes deportivos nacionales y regionales, que acompañaron desde el orgullo por la tarea bien hecha, el desempeño de los representantes de una pléyade de deportistas de la casa y visitantes. Si dijimos al inaugurarse el magno evento, que “cabe celebrar que hoy, Chile sea escenario de este evento “panamericano” y sentir orgullo por el esfuerzo organizativo, financiero y deportivo y que el “fuego sagrado” haya partido desde un escenario que recuerda y rinde homenaje a nuestros ancestros y nuestra historia vernacular como civilización originaria. ”Y que una competencia deportiva representativa de múltiples disciplinas tenga como escenario, páginas de nuestra historia- incluyendo etapa trágicas como un Estadio Nacional en que murieron prisioneros políticos del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973- y nuestro espacio geográfico y ello refleje, nuestro futuro, proyecto nacional y nuestras esperanzas. ”El que la tradicional “Llama Olímpica”, con que los griegos iniciaban su fiesta olímpica, que ponía un espacio simbólico de tregua, de paz, para dar paso a una competencia de habilidades a los deportistas, por sobre quienes guerreaban por espacios, dominios, riquezas o esclavos, se encendiera, este 29 de septiembre de 2023 , en Teotihuacán, anunciando los Juegos Panamericanos y Para Latinoamericanos, en un escenario que nos recordaba nuestro origen histórico y cultural, étnico y libertario, antes del llamado “descubrimiento” de los que vinieron a hacerse “la América”, no fue un mero gesto publicitario. “De alguna manera fue recuperar el sentido profundo, popular de una práctica social, latinoamericana, nacional y regional, el deporte, la sana competencia fraternal de quienes son parte de una misma familia, los hijos de esta tierra, que Pablo Neruda, nuestro Premio Nobel retratara en su Canto General. “Y que mas allá de la confabulación propia del mercado, de las competencias publicitarias del avisaje, auspicios, las ganancias y los intereses privados o propios, irrumpieron desde las raíces, desde el arte vernacular, colectivo, el colorido y ritmo que parecía emerger- y así lo sentimos- desde los principios de nuestra historia, la real, no la imaginada o tergiversada, ni la impuesta por los conquistadores de la invasión colonialista española, portuguesa y estadounidense”. A la hora de la despedida, plena de sentimientos de hermandad, de amistad regional se puede constatar que el país, el Estado cumplieron con el compromiso asumido ante el deporte, ante el espíritu competitivo, pero fraterno, de un escenario digno en que 7 mil atletas, jóvenes, algunos más maduros, representativos de países, culturas, etnias, pensamientos diversos, emociones, se sintieron hermanados por objetivos superiores. Los ejecutivos del certamen multinacional proclamaron con indisimulado y justificado orgullo y satisfacción, “Misión Cumplida”, pero sin […]