La oligarquía económica chilena ha sido desnudada una vez más – al más alto nivel- por el carácter criminal de sus prácticas, y la perversidad de un modelo económico hecho para robar a los consumidores, desconocer y violar las leyes y aplicar métodos gansteriles contra eventuales competidores.
El maloliente escándalo de los acuerdos secretos e ilegales para mantener precios, cuotas de producción en la industria del papel y dejar fuera del mercado a otros actores- la llamada “colusión del confort”- ha develado la actuación delictual de uno de los más poderosos, “prestigiados” clanes históricos de la oligarquía chilena, no solo la tercera o cuarta fortuna del país, sino fuente del poder económico y político del país, con presidentes, senadores, “capitanes” de empresa, y medios de comunicación, incluidos.
Durante 10 años, los máximos ejecutivos de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), que preside Eliodoro Matte Larraín, se reunieron con sus pares de la sueca Svenska Cellulosa Aktiebolaget SCA, perteneciente en Chile en el 2000 cuando se inicia la colusión, al ex ministro de Deportes de Sebastián Piñera y su socio en el Colo Colo, como presidente de Blanco y Negro, Gabriel Ruiz-Tagle, para constituir un cartel y repartirse cuotas de mercado y fijar precios.
Matte Larraín es una figura del ámbito empresarial, social y político del país, cabeza del histórico grupo económico chileno conocido como el Clan Matte, propietario de la llamada Papelera, protector y defensor del cura Fernando Karadima, condenado por el Vaticano por abusos sexuales y que encubrió y dio refugio a Juan Luis Bulnes Cerda, uno de los participantes en el intento de secuestro del Comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, el 22 de octubre de 1970, y que culminó con el asesinato del alto oficial.
El sociólogo Pablo Huneuus caracteriza a los Matte como “los dueños de Chile” y que “se sienten Señores de Chile”.
El Mercurio define a Matte Larraín como ”oráculo destacado y escuchado por los empresarios chilenos, que batalla por las ideas y buenas prácticas desde el CEP” y señala que la Papelera, mundialmente conocida como CMPC”, es “la compañía emblema de la historia económica chilena reciente y pasada”.
Eliodoro Matte Larraín, de quién se dice es miembro de los Legionarios de Cristo, creada por otro abusador de menores, el cura mexicano Marcial Maciel, fue funcionario de la dictadura militar derechista de Augusto Pinochet (1973-1990), como jefe de finanzas del Ministerio de Salud, gerente general de Laboratorios Chile y de la Sociedad Constructora de Establecimientos Hospitalarios.
De acuerdo a la Fiscalía Nacional Económica (FNE), “mediante la implementación del acuerdo en el canal masivo, las empresas CMPC y SCA lograron mantener sus participaciones de mercado estables en el tiempo, y afectar los precios de venta al público de sus productos durante un periodo de al menos 10 años”.
Los artículos afectados por esta práctica dolosa son los llamados “tissue” (papel higiénico, toallas de papel y pañuelos desechables y faciales), calificados como ”artículos de primera necesidad” y de alto consumo, siendo el papel higiénico – el más relevante para el IPC, en el ítem “cuidado personal”-
Los hechores, actuando con una lógica conspirativa, se reunían para acordar sus fechorías y buscando evitar miradas inconvenientes y curiosas, en el restaurant del Club de Golf Las Brisas de Chicureo, en el cuartel de la Bomba Alemana, de Las Condes, o en hoteles como el Marriott, Director, Intercontinental y Radisson, utilizando además comunicaciones digitales encriptadas o celulares de pre-pago, nombres de código como “Modelo”, “Bomba” o “Parte de Matrimonio”, para disimular lugares de reunión o listas de precios acordados.
Los antecedentes agregan que lanzaron computadoras al Canal San Carlos para borrar las huellas del delito.
Y siguiendo con una lógica que busca protegerse, ambas empresas, primero la CMPC y luego la SCA, se acogieron al mecanismo de la “delación compensada”, que les permite autodenunciarse, aportar antecedentes y así liberarse del castigo penal o pecuniario por sus delitos.
La Fiscalía Nacional Económica estableció que las empresas acusadas representan cerca del 90 por ciento del mercado de papeles tissue, y sus ventas anuales suman unos 400 millones de dólares, siendo sus productos Confort, Elite, Nova, Noble, Orquídea, en el caso de la CMPC y Favorita y Magikcan, en el de la SCA, además de productos de marcas propias de los supermercados.
Pero más allá del episodio, que es escandaloso y aleccionador para todos los chilenos, los hechos plantean demasiadas interrogantes, preguntas, enjuiciamientos y exigencias ciudadanas sobre las instituciones de la política y del Estado, incapaces o desinteresadas en la defensa de los derechos ciudadanos, de los consumidores.
Vienen las preguntas:
¿Es posible concebir que un empresario astuto, altamente capacitado, eficiente, exitoso, como Eliodoro Matte Larraín, rodeado de un equipo de consejeros, grupos de asesores varios, abogados de primer nivel, haya sido “traicionado”, o engañado por sus hombres de confianza, por los altos ejecutivos que lo acompañaban por décadas?.
¡Es posible creer que sus estrategias económicas, por las cuales es considerado uno de los hombres de empresa entre los más poderosos del país, no contemplaban desde siempre mecanismos mafiosos como la colusión, el chantaje, las trampas, la liquidación de la competencia, y todas esas malas prácticas rayanas en el gansterismo, que hoy pretende desconocer y condenar, y no constituyan en realidad la esencia de su éxito financiero y el origen de su fortuna?.
¡Quién puede creerle a Eliodoro Matte sus plañideros pedidos de perdón, a través de El Mercurio, “no solamente a los empresarios, sino en especial a los consumidores y colaboradores”, dramatizado con una fotografía que quiere mostrarlo en una actitud de cristiana oración, contricción o súplica?.
¿Quién puede asegurar que de no mediar la legislación antimonopolio y de defensa de la libre competencia, el empoderamiento de los consumidores y de los ciudadanos, habría enjuiciamiento, investígación o condenas – aunque reticentes- en los gremios empresariales, o apelaciones a la filosofía de la libre competencia en editoriales de los medios informativos del modelo?.
Y una interrogante principal:
¿Quién paga a los consumidores las consecuencias que han tenido para sus bolsillos, sus presupuestos y economía familiares la colusión de los Matte y de Gabriel Ruiz-Tagle?
Porque los consumidores fueron las víctimas principales de acuerdos de precios de dos empresas que en los hechos monopolizan la oferta de los productos tissue y además fueron afectados, ellos y el Estado, por una manipulación artera del Índice de Precios al Consumidor.
La ciudadanía deberá además estar atenta a como se votará en el Legislativo el proyecto de libre competencia que ingresó en marzo pasado al Congreso, y que desde hace más de un mes dormía en la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados, y al que ahora se ha puesto urgencia, y que califica la colusión como un delito y establece sanciones penales, con penas de cárcel incluida.
De seguro que aparecerán tribunos, abogados, articulistas, filósofos, economistas, interesados en la defensa corporativa del modelo que permite estos abusos contra los ciudadanos, o camuflar, desfigurar o encubrir las dolosas prácticas de estos “caballeros”.
Por Marcel Garces Muñoz
Director
Crónica Digital
Santiago de Chile, 3 de noviembre 2015
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