La selección de fútbol de Estados Unidos jugará un partido amistoso contra su similar de Cuba el próximo 7 de octubre en el estadio Pedro Marrero de La Habana, confirmaron hoy autoridades norteñas.
Estamos felices de llevar nuestra selección a Cuba. Además de un buen examen, siempre tratamos de darle nuevas experiencias a nuestro grupo, y esta es una oportunidad única, afirmó el entrenador alemán Jurgen Klinsmann.
El partido será histórico, pues ambos planteles no se miden en un tope similar desde 1947, aunque en 2008 los estadounidenses ganaron 1-0 en la capital cubana, en las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica-2010.
La selección de las barras y las estrellas acaba de ubicarse en cuarto lugar en la Copa América Centenario y se prepara para los próximos partidos de las eliminatorias para el Mundial de Rusia-2018.
Esta visita se inscribe dentro de una serie de acercamientos deportivos desde que el 17 de diciembre del 2014 se anunció el restablecimiento de las relaciones entre ambos países.
En el caso del fútbol, el Cosmos de Nueva York celebró un amistoso con el combinado nacional en junio del pasado año, ganado por los visitantes 4-1.
Washington, 1 julio 2016
Crónica Digital / PL
Vie Jul 1 , 2016
La firma el 23 de junio recién pasado en La Habana, Cuba, del cese del fuego bilateral y definitivo, entre el gobierno de Colombia y las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, abre un escenario prometedor para la democracia, la paz, y la concordia para ese país, asolado por una guerra civil de 52 años, que dejó miles de victimas. No hace falta reconocer que el proceso abierto en la capital cubana, que acogió con generosidad y realismo político latinoamericanista a los antiguos enemigos, donde se sentaron a la mesa de negociaciones líderes guerrilleros, autoridades estatales, y jefes de las Fuerzas Armadas de Colombia, además de quienes ejercieron el rol de “acompañamiento” internacional, entre ellos, Chile, presenta complejos desafíos para las partes. El reencuentro de los colombianos que se enfrentaron en una guerra fratricida de 52 años con 260 mil muertos, 49 mil desparecidos, y 6.9 millones de desplazados, secuestros, torturados, debe superar los dolores y el duelo, las desconfianzas, el ajuste de cuentas, la provocación aventurera, y quizás hasta la obcecación de muchos, y el deseo de venganzas personales. El siniestro episodio de los “falsos positivos”, en que fuerzas militares, agentes del Estado, perpetraron asesinatos masivos de jóvenes campesinos e indigentes, a los que, luego de acribillarlos vestían con uniformas guerrilleros, para simular enfrentamientos y cobrar sobresueldos, “premios” por supuestas acciones militares, constata la irracionalidad de esa guerra interna. El gobierno del ex presidente Alvaro Uribe, uno de los principales y encarnizados opositores al proceso de paz en Colombia, dejó 32 mil desaparecidos y 1.700 “falsos positivos”, como consecuencia de su doctrina de “seguridad democrática”, según los balances publicados en Colombia, tras el término de su mandato. Para la Fiscalía General colombiana los ejecutados extrajudicialmente- “falsos positivos”- fueron tres mil. El camino inaugurado este jueves 23 de junio, 2016, por el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y el comandante de las FARC, Rodrigo Londoño “Timochenko”, requirió sin duda de realismo, pragmatismo, valentía, serenidad y capacidad de mando de ambos. Santos, al darse las manos con “Timochenko”, con un Raúl Castro presidiendo el momento histórico, junto al Secretario General de la ONU, Ban-Ki Moon, y el canciller de Noruega, Borge Drende, anunció que “hemos puesto un punto final al conflicto armado con las FARC”, subrayando que se trataba de “un día histórico”. Timochenko por su parte enfatizó que la tregua dejó a las partes “en las puertas de concretar, en un plazo relativamente breve, el acuerdo definitivo que nos permitirá por fin retornar al ejercicio político legal, mediante la vía pacífica y democrática”. En definitiva tanto el gobierno de Colombia, como las FARC, dieron el único paso al que los obligaba la situación objetiva: la inutilidad de pretender obtener sus objetivos políticos mediante la lucha armada. Las Fuerzas Armadas y el Estado colombiano no podían derrotar a la guerrilla, y los insurgentes no estaban en condiciones de conquistar el poder en el país, lo que producía un virtual empate estratégico, y un costo insoportable en pérdidas de […]