A nueve meses de la instalación del gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, los ciudadanos podemos constatar que las reformas estructurales que Chile reclama son un imperativo moral y ético ineludible para la sociedad.
Como sociedad buscamos lograr niveles de bienestar que lo alejen de la condición de “Patito feo” de la OCDE, y situé a nuestra nación en un lugar de liderazgo en materia de progreso en derechos sociales, de libertades individuales y de seguridad social. Pero también en este periodo los ciudadanos podemos observar las mezquindades de la política, en una sociedad profundamente discriminadora, que segrega, y reproduce los mecanismos del servilismo y de dependencia económica mediante el chantaje, la mentira, el desprestigio de reformas tan fundamentales, como ninguna otra, que esperan dar en el clavo de la solución a una sociedad enferma de impotencia y abusos de todo tipo. Aquí quisiera detenerme un poco, dado que la mezquindad se ha instalado para quedarse de manera transversal en esta carente clase política Chilena, que lo único que sabe hacer bien es cocinar, lo curioso que mientras más pequeña sea la cocina, mejor se cocinan los cambios, para que finalmente nadie cambie.
Podemos esperar la actitud reaccionaria y miserable de la derecha chilena, que mira con desprecio la oportunidad histórica que tiene chile de profundizar su democracia, la sociabilización de las oportunidades hacia el avance definitivo para el tan esperado desarrollo de la nación. Podemos comprender esto, puesto que a mayor participación Ciudadana, menor es la cuota de poder que sustentaran los abusadores y privilegiados de siempre. Es lógico pensar que la derecha todo este tiempo haya buscado, por todo los medios a su alcance, evitar que el modelo que los ha enriquecido desde la dictadura hasta hoy sea minado en sus pilares por cambios estructurales, tanto en lo económico y social, como también en lo político, por un inédito programa de transformaciones no visto en décadas por nuestro país.
L a derecha, como en muchos lugares del mundo, basa su razón de ser en la defensa del capital, so pretexto de las libertades” el lucro, la ganancia a cualquier costo, maximizando la explotación de las personas para generar esa plusvalía que da cuenta de miseria y pobreza perennemente. Defendiendo la “legitimidad” de la ganancia, la utilidad, no importando si este proviene de temas tan sensibles, como son los denominados “negocios” de la Educación, Salud y Vivienda, elementos esenciales de derechos ya hace mucho tiempo consagrados. Derechos ineludibles para alcanzar el tan esperado desarrollo de nuestro país.
Chile tiene una derecha sin un proyecto de Estado-Nación, pues su única razón de ser es la defensa irrestricta del capitalismo neoliberal a ultranza. Este es su único sustento ideológico, no comulga con el debate de ideas, solo se siente cómoda con su constante cantinfleo y su farandulera y mediática actuación contestataria, que denigra el quehacer de la política. Sin duda “nuestra” Derecha es de las peores conocidas, quizás de las más miserables del hemisferio, descendiente directa de una de las dictaduras criminales más sanguinarias de la historia de la humanidad, por tanto podemos comprender su paupérrimo desempeño en la solución de los problemas reales de la gente. La conocimos en otros tiempos, tras cada intento de aplicación políticas públicas progresista en beneficio de la justicia social, tan anhelada por los chilenos, no dudaron en asesinar y exterminar a sus adversarios, no obstante hoy, las condiciones son distintas, aunque miramos con atención la mediocridad que se expresa en sus crecientes campañas del terror, su oposición a todo, al Aborto terapéutico, en las condiciones que se quiere aplicar, el no a la Reforma a la Educacional, el no a la Reforma Laboral, el no al mejoramiento de la salud pública, en fin, el no ha todo. Esto lo podemos entender, y ciertamente resulta lógico de ser despreciable.
La desaceleración de la economía mundial ha afectado visiblemente a nuestro país, castigándolo con bajas cifras de crecimiento, la derecha, aprovechando esto ha redoblado, mas aun a reforzado el chantaje del gran empresariado, que ha buscado por todos los medios, financiando la política de políticos corruptos e indignos a las causas de la preservación de los abusos del “milagro económico” chileno que hace aguas por donde se le mire siendo serviles de las desmedidas utilidades de los bancos e instituciones financieras, de salud, vivienda y educación. Todo es un gran mercado donde el “diablo” regula los abusos. Dicho esto, podemos comprender que el capital no discrimina, tiene vuelo sin límite, y simplemente llena el bolsillo de cualquier oportunista, no importando desde que pódium de la moral nos diga, pues la mayor parte de las trabas a estos avances han provenido de franco tiradores del propio conglomerado de gobierno, dejando en evidencia que el modelo de los abusos es transversal, que les va siempre acomodar, precisamente a aquellos que han hecho de la política el negocio del poder, ni si quiera ya por del poder por el poder, más bien por el poder económico, las rentabilidades y el Estatus Quo. Como señalara muy bien el ex diputado Demócrata Cristiano Ricardo Ormazábal en la última Asamblea Nacional Demócrata Cristiana, precisamente convocado por el clima de “crispación” (término utilizado por dos ex presidentes neoliberales como Sebastián Piñera y Ricardo Lagos) “El enemigo lo tenemos dentro” Y tiene toda la razón, hay un importante sector de partidos de gobierno que entienden estas reformas estructurales son una amenaza a lo que han construido en los últimos veinte cuatro años de democracia protegida para el capital, para los viejos y nuevos ricos de la nación, el gran empresariado nacional y trasnacional. Desafortunadamente para ellos el país ha comprendido esta realidad, a pesar de los niveles de desaprobación alcanzado por el Gobierno de la presidenta Bachelet, el ciudadano no rechaza las reformas en sí, más bien la forma errática de cómo se han debatido y comunicado las reformas.
El obstruido proceso de avances de este periodo, junto al permanente intento por parte de personeros Demócratas Cristianos, de dilatar la discusión en la cámara de diputados, con el claro objeto de generar condiciones favorables para negociar mantención de renta y lucro en sus jugoso negocios en la educación subvencionada y particular. Sin dudas este mal atraviesa a una parte del conglomerado gobierno. Estos últimos veinte tres años de democracia el capital ha calado y pervertido la conciencia de miles de hombres de ideas. Los sueños de justicia, progreso y oportunidades, según esta su lógica instalada en el inconsciente colectivo del ciudadano común, nunca será para todos, más bien para los que “meritocraticamente” lo ganan, más aún, muchos de ellos han adoptado el retrogrado discurso de la derecha oligárquica chilena. La discusión es; ¿Cuál es la dimensión ética de la política de nuestra vapuleada clase política? ¿Podemos confiar en que una asamblea constituyente?, ¿será ella posible? ¿Estarán los actores progresistas a la altura para elaborar de manera participativa y profundamente democrática una nueva constitución para Chile? ¿Garantizara derechos esenciales a sus ciudadanos?
Pues la desconfianza está instalada y haber como destrabamos el nudo de las intrigas, las falsedades y mentiras, el terror de los medios de comunicación, la complicidad de ciertos “aliados” A ver como superamos esta miserable condición. ¿Quién tiene la palabra? Qué hay de las bases de la Nueva Mayoría, que por lo general tiene un alto nivel de coincidencias en la implementación del programa de reformas del Gobierno de la NM, a diferencia de las cúpulas por supuesto. ¿Qué hay de los Movimientos Sociales, las federaciones de estudiantes? Chile está en un colapso, y es el de la indignación de la gente, claro es, ya que ellos han comprendido mucho antes que la clase política esta realidad y aun siguen esperando. Por último, los cambios se hacen también desde la calle, con ideas fuerza, con coraje y decisión.
Por Marco Hernández Mariángel
Santiago de Chile, 25 de noviembre 2014
Crónica Digital