Pero esta vez era Délano (Carlos Alberto), el milagroso Rico Mac Pato de las finanzas chilensis, infaltable en la cazuela de arreglines y enjuagues de platas truchas, siempre de dudoso origen y destino; un señorón de billetera suelta y de bucal fosa hermética, con dorada sonrisa que se comenzó a desgranar cuando su perrín y fiel amigui, Hugo Bravo, lo denunció por sus negocias oscuras y delictuales con muchos dirigentillos y pillos de la política nacional, y de un puro manotazo judicial le botó de su mano rapiña esa baraja privilegiada de contactos, redes y complicidades, sentándolo incluso en el banquillo de los acusados y haciendo que mostrara todas sus cartas marcadas y avaluadas en miles de pesos.
Y que nadie se llame a engaño o se haga el sorprendido de quién es Choclo Délano, porque hace rato que la periodista María Olivia Mönckeberg, en su libro El $aqueo (de los Grupos Económicos al Estado chileno) nos develó y advirtió respecto de este otrora asesor del Ministerio de Salud, entre los años 1977-78, convertido -a posterior- en Director de la AFP Cuprum y Vicepresidente de la Isapre Banmédica (fusionada con Vida Tres), llegando a ser Director del Banco de Chile (causa anterior por venta fraudulenta que lo tipifica como una persona sin irreprochable conducta anterior), hasta su gerencial rol en Penta, cartel de especulación financiera destinado al recaudo y la repartija de platas que él transaba en la bolsa de gatos maliciosos y en donde la codicia no tiene freno.
Grupito embaucador surgido en los ochenta con la “normalización” del Consorcio Nacional de Seguros y la “privatización” del Instituto de Seguros del Estado (ISE). Viene amasando su cuantiosa fortuna, donde empresarios, clérigos, políticos y un variopinto abanico de pedigüeños, han metido sus dedos: inquisidores, poderosos, controladores, humedecidos en lengua impía para seguir contando sucios billetes.
La venían haciendo desde cuando el santurrón UDI, Jaime Guzmán, quizás masturbándose ante su espejo lampiño y cristológico, con sus alumnos pontificios y gremialísimos de la cato, ideaba el andamiaje constitucional del Chile moderno, cautivo hasta ahora de sus perversiones ascéticas y jurídicas; mientras, primero la DINA y luego la CNI, cumplían con su misión sanguinaria de persecución y exterminio; a su vez, toda esta camorra economicista ya venía operando su maldad saqueadora.
Estos tres brazos controladores del poder debían llevar adelante la trinidad de la dictadura: la institucionalidad, la criminalidad y las negocias. Así, la saga de crimen, mafia y rentabilidad, vaya que ha tenido su elenco estable: los Lavines, los Cardemiles, los Novoa, los Bombal, los Moreira y toda una suma corsaria y lumpenesca en red derechista, hasta ahora, incólumes e inmunes. Han debido comparecer más de una vez por sus roles en el gobierno milico.
Para muestra una de esas moneditas: Jovino Novoa, el imbatible “coronel UDI” y cabrón de los dados cargados del Metrópoli de Penta, también cuestionado por crímenes de derechos humanos y enredado en las fiestuzas de Spiniak (tiempo después de ese escándalo uno de sus hijos se destapó la cabeza de un tunazo). De esa cáfila, Choclo Délano (un boys desde los años dorados de los chicagos) también presidía la Fundación Teletón, arista filantrópica de desfalco y estrategia bursátil en el mercado de la miseria, a costa de personas discapacitadas y familias de perpetua pobreza. Esta sagrada infamia de lucro e impúdica piedad de 27 horas, que recauda y enjuaga platas limosneras, ha contado con la complaciente complicidad de la tele, los empresarios y los gobiernos de turno.
Pero las duplas retail de “el Choclo” hace rato que la vienen cortando por fajos. Así: Délano & Lavín (Carlos Eugenio), Délano & Lavín (Joaquín), Délano & Piñera (Sebastián), Délano & Kreutzberger (Mario, alias Don Francisco), puras sociedades tránsfugas, en cuyas cajas de morlacos y boletas fraudulentas –hasta ahora- nunca había entrado nadie.
Por Miguel Salinas,
