Representantes de las bancadas de los partidos que lucharon contra la dictadura de Pinochet (1973-90) y que sus militantes fueron protegidos por Silva Henríquez, cuando eran perseguidos, recordaron su aporte en la defensa de los derechos humanos.
El diputado Juan Carlos Latorre, a nombre de la DC, recordó en la víspera que con mucha sabiduría orientó a muchos chilenos en momentos decisivos de la Patria. Agregó que es un deber ara la Cámara rendir homenaje a personas como el Cardenal, que tanto han contribuido al respeto por las personas.
Por su parte, la diputada Carolina Tohá, representando al PPD y al PRSD, indicó que el cardenal no era un «curita dulce y comprensivo», sino un sacerdote firme, que se conmovió por el alma de Chile, los niños y los jóvenes.
En tanto, el diputado Iván Paredes, del PS, dijo que el reconocimiento que la Cámara entregó a uno de los personajes más destacados de la Historia contemporánea de Chile, genera amplios consensos, por el rol que le tocó jugar.
Finalmente, el diputado Esteban Valenzuela (PPD), subrayó como el Cardenal se opuso constantemente al uso de la violencia, y pedía a los jóvenes seguir el camino pacífico. Agregó que muchos le pidieron siempre consejo, y lo consignó como «Santo de Chile».
Su vida
El Cardenal Silva Henríquez nació en Talca el 27 de septiembre de 1907. Realizó sus estudios en el Liceo Alemán de Santiago, y posteriormente estudió Derecho en la Universidad Católica de Chile; se recibió de abogado en 1929.
A los 22 años ingresó a la Congregación Salesiana en Santiago. Estudió Teología en Turín, donde obtuvo un doctorado. Fue ordenado sacerdote en esa misma ciudad en 1938.
El Papa Juan XXIII lo nombró obispo de Valparaíso en 1959 y luego arzobispo de Santiago en 1961. El mismo Pontífice le concedió la jerarquía de cardenal en 1962, la que le permitió formar parte de los colegios cardenalicios que eligieron a los Papas Pablo VI (1963), Juan Pablo I y Juan Pablo II (1978). Dirigió los destinos de la Iglesia de Santiago hasta 1983, cuando fue reemplazado por Juan Francisco Fresno.
Labor arzobispal
El cardenal Silva Henríquez gobernó la Arquidiócesis de Santiago por 22 años, donde creó las vicarías zonales, los decanatos y varias vicarías especializadas, siguiendo su interés por acercar a las personas a la Iglesia, y también a los profundos cambios que esta experimentó tras el Concilio Vaticano II, en el que tuvo una destacada participación.
Durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, el arzobispo inició la Reforma Agraria en las propiedades de la Iglesia de Santiago, y, una vez que obtuvo la autorización del Papa, entregó las tierras a los campesinos. En el plano pastoral, durante su arzobispado sobresalió la realización de un Sínodo de la Iglesia de Santiago y la celebración del Año Santo en 1974.
Tras la caída del Gobierno de Salvador Allende, el Cardenal Silva Henríquez se entrevistó con los máximos personeros del gobierno que encabezaba el general Augusto Pinochet, para tratar de mediar en el agudo problema de los Derechos Humanos; hizo presente esta preocupación en varias oportunidades, lo que le valió ser catalogado como «obispo rojo».
La Vicaría de la Solidaridad
A la iniciativa de Silva Henríquez se debe la creación, en 1974, del Comité Pro Paz, organización multiconfesional que procuraba lograr el respeto a los Derechos Humanos en Chile y que con el correr del tiempo se transformó en la Vicaría de la Solidaridad (1976). La dirección de esta fue encomendada al padre Cristián Precht, quien de inmediato procedió a organizarla.
La mediación papal
El sacerdote también realizó un gran esfuerzo por establecer condiciones de paz con Argentina. El litigio fronterizo por el Canal Beagle se resolvió mediante un fallo arbitral pronunciado en 1977, pero el gobierno argentino le desconoció validez y ambos países comenzaron sus preparativos bélicos. El cardenal Silva realizó (1978) grandes esfuerzos para establecer condiciones de diálogo.
Durante la ceremonia de entronización de Juan Pablo II, le expuso la gravedad de la situación y se convino en estudiar la posibilidad de que el Vaticano ofreciera sus buenos oficios. Así se alejó la posibilidad de una guerra y se llegó a la mediación papal.
Retirado por razones de salud a partir de 1983, Silva Henríquez continuó su labor sacerdotal hasta su muerte, el 9 de abril de 1999. Fue protagonista de la historia de Chile, lo que quedó reflejado en sus exequias, a las que asistieron las máximas autoridades del país y representantes de todas las corrientes políticas y sectores sociales.
Valapraíso, 21 de junio 2007
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