PÁGINAS CON HISTORIA: PÉREZ ESQUIVEL, DESOBEDIENCIA Y EDUCACIÓN

Porque sé que nadie puede sembrar con los puños cerrados. Para sembrar es necesario abrir las manos.

Cuando Adolfo Pérez Esquivel habla de siembra se refiere a más que dejar caer una semilla en la tierra labrada; deconstruyendo la metáfora, leemos mente, corazón o recursos donde dice ‘manos’, y entregar, formar o educar donde dice ‘sembrar’. El activista surgido de las aulas de la Universidad Nacional de La Plata, donde el antaño canillita que trabajaba de día cursaba Artes por las noches, no es concebible sin el espíritu formador que se desarrolló paralelamente en él; más bien lo justifica. Tempranas manifestaciones de su carácter tuvieron lugar en el colectivo universitario que recuerda señalando: “Tratábamos de hacer exposiciones, ir a las barriadas, hacer participar a los chicos. Hicimos muestras en fábricas y tratamos de que los obreros comenzaran a expresarse, a hacer sus propias obras”.

El advenimiento de las dictaduras que asolaron América Latina en los 70 le otorgó protagonismo como promotor de la desobediencia civil activa y pacífica, como arma de lucha por los derechos humanos, al punto de opacar su rol como educador, el que ha retomado cuantas veces le ha sido posible. La religión y la política han sido escenarios habituales de su trabajo, ora abrazando causas, ora cuestionándolas. Al consultársele si rezó durante la tortura a que le sometieron las fuerzas represoras de la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla, respondió: “Sí, pero también había un cuestionamiento muy serio del evangelio, cuando Jesús dice ‘Perdónalos, Señor, no saben lo que hacen’; y yo pensaba ‘sí, estos desgraciados saben lo que hacen’”.

Sucesivamente encarcelado en Brasil, Ecuador y Argentina, y amenazado por las dictaduras de los países vecinos, su labor fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz 1980, en cuyo discurso de aceptación, disponible en www.adolfoperezesquivel.org, dice: “La violencia institucionalizada, la miseria y la opresión generan una realidad dual, fruto de la persistencia de sistemas políticos y económicos creadores de injusticias, que consagran un orden social que beneficia a unos pocos: ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”.

Por Academia Libre

Santiago de Chile, 18 de marzo 2014
Crónica Digital

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Por Manuel Riesco Larraín: GRATUIDAD

Mar Mar 18 , 2014
Si alguien amasa pan y luego lo come, habrá producido sólo eso: un simple pan. Si lo vende, en cambio, habrá producido una mercancía: Junto a las deliciosas y nutritivas cualidades del pan, su trabajo le habrá agregando además valor, que se mide en dinero y será registrado en las cuentas nacionales. Ese fue el gran descubrimiento de la economía clásica que, al decir de Marx, cambió el curso del pensamiento humano. Del mismo modo, pero a la inversa, si la educación pagada se hace gratuita, deja de ser una mercancía y vuelve a ser sólo educación. La gratuidad tiene al menos tres implicancias económicas profundas para los establecimientos educacionales: la forma adecuada de su propiedad dejará de ser una empresa con fines de lucro; la forma adecuada de su financiamiento ya no será la venta de servicios, sino el presupuesto público y; la relación laboral adecuada para el magisterio y académicos, no será más el contrato asalariado privado, sino que vuelve a ser el funcionariado público. Esos tres rasgos definirán el nuevo sistema de educación pública que el país se propone reconstruir en los años venideros. Los rasgos referidos – propiedad sin fines de lucro, financiamiento vía presupuesto y relación laboral asimilada al funcionariado público -, en su conjunto han demostrado ser la forma más adecuada, en que las modernas sociedades organizan la base principal de sus sistemas educativos. Es lo que Chile tenía hasta la dictadura de Pinochet y los subsecuentes experimentos Neoliberales. La gratuidad de la educación, es decir, que la misma deje de venderse como servicio pagado, está en la esencia del cambio educacional requerido. Equivale a des-mercantilizar la educación en todos sus aspectos. Por definición, implica poner fin al lucro. Éste necesariamente reaparece, en cambio, de formas abiertas o encubiertas, mientras la educación siga siendo una mercancía, puesto que de hecho es la forma más adecuada a ese tipo de mercado. Ello se demuestra en el actual sistema universitario, adonde está teóricamente prohibido, pero rezuma por todos los poros, porfiadamente, una y otra vez. La gratuidad restablece la forma de financiamiento vía presupuesto de las instituciones educativas. Les proporciona un horizonte estable para el desarrollo de sus actividades, en el marco del cumplimiento de los objetivos fijados por quien proporciona el presupuesto. Cabe mencionar que éste es aportado siempre en su mayor parte por el Estado, pero no exclusivamente por éste. Hay muchas instituciones educacionales en el mundo, que operan con un presupuesto que en parte proviene, por ejemplo, de fundaciones privadas – las que usualmente se financian con descuentos tributarios, por otra parte. Sin embargo, el resultado es el mismo: la institución educacional cuenta con un presupuesto conocido, que no depende de las veleidades de un mercado en el cual esté forzada a vender sus servicios. Finalmente, lo que resulta crucial, la gratuidad permite restablecer una relación laboral que se asimila al funcionariado público, para el magisterio, los académicos e investigadores. Ésta les proporciona asimismo la requerida estabilidad y perspectivas de carrera profesional, que han demostrado ser las más […]

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