La iniciativa al respecto es de la autoría del presidente, Aleksandar Vucic, quien planteó la necesidad inminente de realizar un debate nacional con la participación de todos los sectores de la sociedad, incluyendo partidos políticos, para buscar una salida negociada a ese asunto y no dejarlo de herencia a las futuras generaciones.
En octubre se creó por el gobierno el Grupo de Trabajo para la Prestación de Apoyo al Diálogo Interno sobre Kosovo y Metohija y desde entonces se iniciaron las mesas redondas de debate, en las cuales se realizaron propuestas para ser tenidas en cuenta por el mandatario cuando presente su sugerencia de solución.
A partir de entonces Vucic se enfrascó en una carrera contra el tiempo para intentar en lo interno convencer a sus ciudadanos en la imperiosidad de abandonar las posiciones extremas de ‘todo o nada’ y negociar un acuerdo jurídicamente vinculante que permita a los pueblos serbio y albanés superar el ambiente hostil y avanzar.
La UE, por su parte, presiona a Belgrado sobre ese tema al presentarlo casi como condición para viabilizar la entrada en el espacio comunitario, como expresan todos sus altos representantes en sus visitas aquí o en los foros internacionales.
El tema fue central en las deliberaciones de sus ministros de asuntos exteriores a mediados de este mes en Bulgaria, donde se expuso la nueva estrategia para la región de los Balcanes occidentales lanzada el día 6 por la Comisión Europea (CE).
El vicecanciller y titular de Asuntos Exteriores de Alemania, Zigmar Gabriel, fue diáfano en sus declaraciones al visitar Belgrado el 14 de febrero: ‘Si Serbia quiere avanzar hacia la UE, la condición primaria es el estado de derecho, pero también la aceptación de la independencia de Kosovo’.
En términos similares, aunque con toques edulcorantes, se pronunciaron el presidente de la CE, Jean- Claude Juncker, y el comisario de la UE para la Política Europea de Vecindad y Negociaciones de Ampliación, Johannes Hahn, en diálogo con Vucic aquí hace solo dos días durante una gira por la región.
El mandatario acudió ayer a Berlín a una cita con la canciller federal, Angela Merkel, ante el curso acelerado de los acontecimientos , y recibió similares consideraciones, con más o menos decibeles.
En ese contexto, se debe colocar la visita aquí los días y 21 y 22 del ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, quien respaldó la política y las decisiones de Serbia sobre su camino a la UE y Kosovo.
Empero, dejó claro que Rusia se apega al contenido de la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU de junio de 199 sobre el estatuto kosovar como territorio constitucional de Serbia y del Acta de Helsinki sobre la inamovilidad de las fronteras en Europa.
Algunos líderes europeos y de Estados Unidos conminan a Belgrado, además, a escoger entre la UE y Moscú, un aliado histórico con 180 años de relaciones diplomáticas recién cumplidos.
De ahí que para una solución justa y duradera de la cuestión Kosovo, las presiones se dirigen paralelamente a que las autoridades de Serbia consigan de Rusia- con el privilegio del veto en el Consejo de Seguridad- que acepte el estatuto independiente proclamado de manera unilateral en Pristina hace una década, una tarea difícil.
Por Roberto Molina Hernández
Belgrado, 28 febrero 2018
Crónica Digital /PL