La Habana (Prensa Latina) Pese a reaccionar de manera tardía e ineficaz a la peor crisis sanitaria de los últimos tiempos, la Unión Europea (UE) asegura estar preparada para avanzar en el proceso de recuperación e insiste en defender la ilusoria unidad de los 27.
Aunque los números son ahora mayores en las Américas, al Viejo Continente le falta mucho para superar la situación socioeconómica que atraviesa y que es consecuencia, no solo de la pandemia, sino de los fallos cometidos en su enfrentamiento y de problemas de fondo, propios de sistemas que priorizan la economía por encima de los seres humanos.
El colapso de las instituciones de salud, el acaparamiento por los Estados más poderosos de medicamentos y artículos de protección, el abandono de los más vulnerables como ancianos y migrantes, la falta de prevención y de solidaridad, son solo algunos de los errores que salieron a la luz en los primeros momentos.
Como en oportunidades anteriores, el mundo no vio a un bloque regional fundado sobre la base de la tan aclamada unidad europea, sino a países que actuaron de manera independiente y se dedicaron a posponer durante meses decisiones importantes.
Según el político español y exmiembro del Parlamento Europeo, Ramón Jáuregui, ‘la UE reaccionó tarde y mal. Las fronteras nacionales se cerraron desordenadamente, poniendo a Schengen en el congelador. Cada Estado buscó la provisión de material sanitario dónde y cómo pudo, a veces en abierta competencia entre ellos, sin que la Unión hiciera nada al respecto’.
Aunque muchos consideran superado el letargo y apuestan por una mejor respuesta ante problemas futuros, los tropiezos de la primera etapa de la pandemia todavía no fueron rectificados, sino que amenazan con ser arrastrados y, con el tiempo, escondidos de nuevo bajo la alfombra.
Por el momento, la atención gira hacia la aprobación de una estrategia económica sin precedentes, presentada como un importante logro y como la solución a todos los males.
UN PACTO CON EL DIABLO
Tras largas y enrevesadas negociaciones, los 27 pactaron el 21 de julio un plan de recuperación para enfrentar la crisis generada por la Covid-19 y aprobaron el Marco Financiero Plurianual para el período 2021-2027.
Calificada de histórica por los defensores a ultranza del bloque regional, la estrategia acordada incluye la mayor deuda común en la historia de la alianza y está concebida para contener la gran recesión provocada por la pandemia.
Resaltado como prueba de unidad y solidaridad, el consenso entre los jefes de Estado y de Gobierno de la UE llegó, sin embargo, tras casi cinco días de fuertes enfrentamientos en el marco del Consejo Europeo iniciado el 17 de julio, el primero celebrado de manera presencial desde febrero.
A la cita le antecedieron meses de intercambios por videoconferencia y los constantes reclamos de los países más afectados por la Covid-19, entre ellos España e Italia.
El pacto peligró en múltiples ocasiones por las divergencias internas y la oposición de las llamadas naciones ‘frugales’ (Países Bajos, Suecia, Dinamarca y Austria), a las que más tarde se unió Finlandia y que se negaban a compartir la deuda, abogaron por disminuir las transferencias y aumentar las condiciones para acceder a las mismas. Luego de jornadas de incertidumbre y tras realizar cambios a la propuesta inicial, los 27 acordaron un plan de recuperación basado en un fondo de 750 mil millones de euros, el cual será financiado por una emisión sin precedentes de deuda conjunta y distribuido en forma de subsidios (390 mil millones) y préstamos (360 mil millones).
El 70 por ciento de esa suma será otorgado entre 2021 y 2022 y para ello se tendrá en cuenta la población, el Producto Interno Bruto (PIB) y el alcance del paro registrado en cada país.
Por otra parte, el 30 por ciento restante se asignará antes que finalice el 2023, en función de la caída del PIB en los Estados miembros durante los dos años precedentes.
No obstante, para recibir la ayuda, los Gobiernos deben presentar planes de reformas e inversiones ante la Comisión Europea, organismo que se encargará de determinar si cumplen con los requisitos necesarios.
Además, dichas medidas deben ser respaldadas por la mayoría cualificada del Consejo (al menos 15 países que representen el 65 por ciento de la población total de la UE).
Los 27 serán consultados antes de desembolsar el dinero en cada etapa y, si uno o varios Estados no están de acuerdo, se podrá solicitar la celebración de una cumbre y la paralización de la ayuda económica.
Como parte de las concesiones hechas a los frugales, se aprobó también la reducción en el presupuesto para 2021-2027 de los recursos destinados a programas relacionados con la salud, la agricultura, la investigación, la digitalización y la lucha contra el cambio climático.
Desde el inicio, la pandemia de la Covid-19 fue para la UE más preocupante desde el punto de vista económico que desde el humano, y la tan aclamada solidaridad regional no estuvo presente cuando Roma y Madrid pidieron ayuda desesperada, en los peores momentos de la crisis.
El bloque no logró organizarse de manera efectiva para aminorar los daños del coronavirus SARS-CoV-2, pero asegura haberlo hecho ahora para impulsar las economías nacionales y la comunitaria.
Analistas y políticos advierten sobre el precio a pagar por cada país por las ayudas prometidas y recuerdan anteriores rescates financieros en el área, los cuales estuvieron acompañados de fuertes medidas de austeridad, sufridas por los trabajadores y los sectores más vulnerables.
‘Por el momento, lo que propone Bruselas es que el acceso a los fondos esté condicionado a la adopción de recomendaciones presupuestarias. Esto es clave porque puede implicar que se acaben imponiendo más reformas estructurales -es decir, recortes- a los Estados afectados, como en la anterior crisis económica’, advirtieron recientemente varios eurodiputados.
POSTURA CAPITALISTA PREVALECE SOBRE HERMANDAD
No olvidamos que en la última década, a través de este mismo mecanismo, la Comisión exigió recortes de toda clase en numerosos países, incluso en la sanidad pública, señala el texto firmado por miembros del Grupo de la Izquierda Unitaria/Izquierda Verde Nórdica.
En tanto, el Partido Comunista de Portugal indicó que la reciente cumbre del Consejo Europeo evidenció la naturaleza de un proceso de integración intrínsecamente ligado a la generación de desigualdades, en el que la postura capitalista prevalece sobre cualquier muestra de hermandad, valor inexistente en la práctica.
De acuerdo con el alemán Wolfgang Streeck, director emérito del Instituto Max Planck, es necesario recordar que ‘vivimos en un mundo capitalista, no de solidaridad. Cuando llega una situación crítica el fuerte sufre menos que el débil y dispone de más recursos para aminorar su sufrimiento, de modo que, cuando la emergencia concluye, el fuerte siempre es más fuerte y el débil, más débil’.
Durante los días previos a la cumbre, los presidentes de la Comisión y el Consejo europeos, Ursula von der Leyen y Charles Michel, respectivamente, insistieron en la necesidad de demostrar que la UE era un bloque fuerte, unido e indestructible.
La alianza, como en oportunidades anteriores, parece más interesada en limpiar su imagen y esconder las divisiones que en resolver verdaderamente las divergencias que sobresalen con mayor claridad a medida que se suceden los momentos de crisis.
Los siguientes pasos en la estrategia comunitaria deben ser aprobados por la Eurocámara, que se opone a los recortes realizados al presupuesto a largo plazo y advierte que la cuestión del reembolso de la deuda no está resuelta aún.
Por mucho que se intenten disfrazar, los fallos y las consecuencias de los planes europeos saldrán a la luz y, lamentablemente, serán los ciudadanos quienes paguen el precio más alto.
*Periodista de la Redacción Internacional de Prensa Latina.
La Habana, 24 de julio 2020
Crónica Digital/PL