Sindicatos docentes de esta capital continúan hoy por noveno día en paro como respuesta a la decisión del gobierno local de seguir con la presencialidad en las escuelas pese un decreto del Ejecutivo Nacional.
Los maestros nucleados en varios gremios señalan que seguirán adelante con esta medida e insisten en que la presencia de estudiantes en las escuelas pone en peligro la salud y en esta jornada saldrán incluso a la calle, donde cortarán una vía con presencia de familias y la comunidad educativa.
Son cuatro los sindicatos porteños, entre ellos la Unión de Trabajadores de la Educación, que protestan por la decisión del gobernador porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de ir en contra del decreto presidencial que suspendió las clases presenciales por 15 días para frenar el aumento de los enfermos de Covid-19.
‘La presencialidad escolar pone en peligro la vida y la salud de toda la comunidad educativa. La lucha docente en unidad está salvando vidas’, subrayaron los gremios.
Los maestros denuncian que desde que se reanudaron las clases, en febrero último, son ya cinco docentes fallecidos y más de seis mil contagios de estudiantes, docentes y auxiliares por el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad, y miles de familias aisladas.
La polémica ha dejado también una grieta visible entre los padres que envían a sus hijos a la escuela y otros que se manifiestan en contra y señalan que prefieren cuidar la salud de sus hogares.
Buenos Aires, 29 de abril 2021
Crónica Digital/PL
Jue Abr 29 , 2021
Por Pablo Salvat* Con el estallido social de octubre del 2019 se cuestionaron la mayoría de las instituciones que ordenan la actual vida económica, social y política del país. La mayoría de ellas, recibe un importante voto de desconfianza y desaprobación. Cuestionamientos que han seguido presente sumándole ahora, la pandemia del covid-19, sus consecuencias y modos de enfrentarla. Sin embargo, da la impresión que en el ámbito cultural y educacional, la consideración de las universidades se deja por ahora al parecer, entre paréntesis. Con todo, su accionar ha estado en cuestión hace bastante tiempo. Dos flancos eran realzados: uno, el tema del lucro con la educación superior; el otro, la cuestión de la privatización de la educación pública. Esas reclamaciones, muchas veces no han tenido suficientemente en cuenta que, las UES no pueden estar al margen del proceso de modernización neoliberal iniciado a fines de los setentas. Esto quiere decir que, el modelo universitario, sus formas de organización interna y de financiamiento, su orientación pedagógica y temática, no están al margen del proceso de globalización neoliberal, al cual han adherido alegremente las elites del país. Es importante ver esto: la modernización neoliberal no afecta únicamente al sistema económico y político-administrativo. También tiende a “colonizar” la dimensión sociocultural, y allí, el espacio educacional. Uno de los rasgos distintivos de esta globalización neoliberal está en el predominio en su interior, de una racionalidad de cálculo costo-beneficio, la que se traduce en que el sistema educacional tiene que ser funcional a las empresas, los mercados de trabajo, la sociedad, el “sistema”. Es decir, funcional al modelo globalizador de mercado impuesto desde fuera del país y más allá de la soberanía popular. La así llamada “economía” del conocimiento, acompañada del leitmotiv de la “excelencia” generan, lo que algunos llaman “el nuevo espíritu del capitalismo universitario”. Ese “nuevo espíritu” encontrará su traducción en los documentos ministeriales y de gestión universitaria con una serie de términos que invadirán y normarán tanto la docencia universitaria, como la investigación, los desempeños y la evaluación de la gestión: índices, rankines, puntos, competitividad, rendimientismo, prestigio de la marca, innovación, etc. Una creciente y delicada “cuantofrenia” pasa a dominar el espacio docente, las evaluaciones, la creación intelectual y sus modalidades de ejecución. Claro, para controlar y medir esos indicadores se necesitará una espesa burocracia, desde el Mineduc a las universidades, la cual pasará a determinar desde fuera, tanto la docencia, la investigación como el autogobierno de las UES. Y, como no, su financiamiento. Y lo peor, será entonces determinante. Luego, no es extraño apreciar -como muy bien lo expresa el documento de colegas profesores titulado Manifiesto (La universidad que queremos. Más allá del mercado y la burocracia)- que “el fin último de la universidad será por tanto, el acreditarse para poder competir por prestigio y fondos que le permitan triunfar en el mercado de la educación superior”. Agrega ese Manifiesto que el uso de indicadores y el resultadismo tienen el problema que “se transforman en un fin en sí mismo”. […]