La intervención “humanitaria” a Panamá: los muertos de una invasión estadounidense

Acabar con la dictadura y restablecer la democracia en Panamá fueron objetivos de Estados Unidos en la “intervención humanitaria” bajo el código militar Operación Causa Justa, que lanzó 442 bombas en las primeras 12 horas.

Un reciente intercambio en Facebook motivó este recuerdo, cuando un cubano increpaba a otro radicado en Estados Unidos por pedir una invasión a Cuba, al calor de los recientes acontecimientos ocurridos en la Isla.

“Invasión no, amigo mío, intervención humanitaria para que la dictadura no asesine (¿?) a nadie más. Y para enviar comida y medicinas en el momento de la caída. Los militares sí, para apoyar esos envíos… todo es pacífico, ellos (el gobierno) se entregan y huyen, no tienen de otra. Hasta los demócratas apoyan”.

Respuesta: “¿Sabes qué es una intervención humanitaria? Los panameños la recibieron el 20 de diciembre de 1989 con esa misma excusa y aún andan buscando a sus muertos. ¿Eso es lo que estás pidiendo?”.

“Causa Justa” tenía iguales objetivos: acabar con la supuesta dictadura, restaurar la democracia y traer bienestar. “Hay que recuperar la democracia, aunque sea sobre una montaña de cadáveres”, opinó por aquellos días alguien de la aristocracia criolla, mientras estaba a buen recaudo en una barriada exclusiva.

El barrio mártir de El Chorrillo, en plena capital panameña, desapareció en parte por la artillería y las “operaciones quirúrgicas” desde helicópteros estadounidenses; los muertos civiles se acumularon en las calles, sin permitir a sus familiares rescatarlos, mientras las tanquetas cruzaban sobre ellos.

Esa imagen dantesca es solo una pincelada de los horrores vividos por las familias de esa comunidad, el periférico San Miguelito y la caribeña ciudad de Colón, aunque hubo otras agresiones a objetivos económicos, civiles y militares como puertos y aeropuertos.

Podría parecer casual que la invasión militar, disfrazada de una “intervención humanitaria”, tuviese sus orígenes en la ciudad estadounidense de Miami y en su concepción e impulso participara Jorge Mas Canosa, un terrorista de origen cubano creador de la organización Fundación Cubano–Americana.

En 2019 el abogado estadounidense Sylvan Holtzman rompió su silencio y confesó ser promotor de reunir a los “ideólogos” de la masacre, de la cual no se arrepiente, porque según sus palabras: “Casi siempre hay que pagar un precio en vidas humanas por la libertad y la democracia”.

El testimonio, publicado por el diario La Estrella de Panamá en la edición del 19 de diciembre de 2019, reconoció que la “semilla” de la invasión se plantó en la confabulación de Mas Canosa, el entonces senador demócrata Lawton Chiles y el banquero panameño Carlos Rodríguez.

Causa Justa constituyó la mayor movilización del ejército estadounidense desde la guerra en Vietnam, con la participación de 26 mil efectivos, probó armas sofisticadas como el avión furtivo F–117, ametralladoras de mil 700 tiros por minuto, balas de fósforo blanco de alto poder destructivo y armamentos a base de rayos láser, entre otros.

En aquellos días aciagos, por una avenida céntrica un microbús escolar pintado de amarillo se acercó a toda velocidad a un control militar de los ocupantes, mientras el guardia daba gritos por el megáfono para que se detuviera, pero los del vehículo no lo escucharon, contó Adis Urieta, testigo presencial del hecho.

Un blindado de combate disparó al automotor que envuelto en fuego dio volteretas sobre la calle, mientras con pasmosa indiferencia los soldados se aproximaron para observarlo arder hasta que las llamas lo consumieron totalmente, declaró al citado periódico.

Su hermano logró acercarse al montón de restos carbonizados y creyó ver tres o cuatro personas dentro; minutos después varios soldados introdujeron los cuerpos en unas bolsas y los llevaron al algún lugar.

Pasados unos días, en un foro de familiares que buscaban a desaparecidos de la invasión, un hombre contó que tres hombres salieron de su casa rumbo al hospital en un microbús escolar pintado de amarillo con su hija embarazada y nunca más supieron de ellos.

En Panamá, al decir de varios analistas, los invasores entregaron el poder a la élite económica y la democracia es una ficción repartida entre ellos. El pueblo puso los muertos y quedó como espectador.

Hay que otorgar el beneficio de la duda a quienes confundidos ponen “SOS CUBA” en sus perfiles de Facebook, para pedir “intervención humanitaria” contra su país sin pensar en consecuencias como las aquí narradas.

Pero, sin duda alguna, la filosofía del nonagenario Holtzman flota sobre Miami y las viejas intenciones de promover invasiones a Cuba se retoman hoy en oficinas de terroristas refugiados en esa ciudad. Ojalá en la Casa Blanca y el Pentágono no los escuchen esta vez.

Por Osvaldo Rodríguez Martínez.

Panamá, 19 de julio 2021

Crónica Digital / Prensa Latina.

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