Por Alfredo Cifuentes Seves
Con estupor nos enteramos que nos ha dejado Sergio Bravo, miembro fundador del Grupo de Teatro Aleph que surge de una alianza entre estudiantes del Instituto Nacional y el Liceo 1 de niñas en 1966. Al egresar y dispersarnos en distintas carreras y universidades fuimos quedando en la nada. Ni más ni menos, a fines de 1967 enfrentamos nuestra primera crisis. Estamos sin una institución que nos acoja, sin escenografía, sin vestuario, sin maquillaje, sin iluminación, sin utilería, sin una obra que nos identifique y finalmente nuestro Director, el profesor Pedro Sagredo, se retira dejándonos a la deriva. También estamos sin sala pero esto lo suplimos recorriendo como tribu nómade los salones de actos o gimnasios en colegios y universidades, y esas plataformas de camión, altares de iglesia, mesas apiladas, canchas de fútbol o el terreno pelado en las poblaciones.
Lo primero que conseguimos fue la obra: llega a nuestras manos el “Hip Hip Ufa” de Dalmiro Sáenz que ha ganado el premio Casa de las Américas 1967 y que nos parece imposible de concretar, razón de más para decidirnos a montarla.
Lo segundo que encontramos fue la sala de calle Lastarria, en el Nº 90. Averiguamos que era de la Universidad Católica y de inmediato cruzamos la Alameda para pedírsela al rector. Don Fernando Castillo Velasco, quien no nos conocía, nos dijo que bueno.
Lo tercero era conseguir un nuevo director. Entonces nos reunimos en Lastarria 90 a buscar una salida a la situación. Se produjo una larga y caótica discusión mientras Sergio, sentado al fondo de la sala en la posición del pensador de Rodin, busca alguna luz. De pronto alza su voz y lanza desafiante la siguiente pregunta: ¿Quién es el mejor actor de Chile? Luego de un par de segundos surge una respuesta unánime: ¡Héctor Duvauchelle! De inmediato partimos en patota a la sala Petit Rex a pedirle su apoyo. Duvauchelle, que tampoco nos conocía, nos dijo que sí. Fue amor a primera vista con un tremendo actor, Maestro y amigo quien nos guió a la dimensión más profunda y mágica del Teatro.
Finalmente decidimos participar en el Primer Festival de Teatro Universitario Obrero organizado por la Universidad Católica y recién cuando vamos a inscribirnos nos cae la teja que no tenemos un nombre. Barajamos muchos, hasta que el último en sumarse a la discusión, Eduardo Sabrovsky, propuso llamarnos Aleph. Esta vez no hubo unanimidad con el nombre, pero Sergio el pensador una vez más dio en el clavo planteando: Inscribámonos como Aleph, no más. Total, si no nos gusta después lo cambiamos.
A fines de 1968 vino nuestra segunda crisis. Héctor Duvauchelle debía retirarse al Norte Grande a filmar una película sobre la Guerra del Pacífico: “Caliche Sangriento”. De nuevo a la deriva, como en un déjà vu nos reunimos en Lastarria 90 buscando una solución. Entonces comenzamos a armar nuestra primera obra de creación colectiva, “¿Se sirve usted un cocktail Molotov?” por lo que necesitamos urgentemente un Maestro. Nuevamente se desencadena una acalorada y caótica discusión mientras Sergio Bravo cavila en la banca del fondo en su pose de pensador. Repentinamente y con voz estentórea nos encara con la siguiente pregunta: ¿Quién es el mejor actor joven de Chile? Bastaron unos instantes para que brotara la respuesta unánime: ¡Héctor Noguera! Esta vez fuimos a la Escuela de Teatro de la Universidad Católica donde le dejamos una invitación. A los pocos días Noguera llega a Lastarria 90 justo cuando estamos jugando una pichanga en la sala y también fue amor a primera vista, uno que ha perdurado y crecido en años de maravillosas aventuras teatrales.
El contar con estos grandiosos Maestros y amigos ha sido fundamental en la historia del Grupo Aleph, y es Sergio Bravo el pensador quien descubre las preguntas precisas, colocándonos la vara en el nivel más alto de modo que a los alephianos no nos ha quedado otra que correr y saltar.
Según Borges el Aleph es “el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”. Y así ha sido desde el origen, nuestro Aleph ha estado en tantos lugares de Chile, de América, de Europa, con todos sus elencos, con sus actividades de difusión, con su participación en festivales, con todos los montajes que se han hecho de sus obras, con todos esos talleres que han convocado a tanta gente, compartiendo peñas, giras, tomas, escenarios, marchas, algún set de televisión, alguna filmación y hasta tiempos de exilio con el Inti, el Quila, los Parra, Osvaldo Rodríguez, Payo Grondona, Tiempo Nuevo, Los Jaivas, Quelentaro.
Cuando el abominable quiso apagar el Aleph nuestro Grupo de Teatro hizo honor a su nombre resurgiendo en los lugares más insospechados: en un hogar de niños, en los campos de concentración, en la clandestinidad, se refunda en el exilio en Francia bajo la dirección del Cuervo Castro y luego aparece en videos, películas, libros, comics, en México, en Rusia, en Brasil, en Grecia, en la India y cada cierto tiempo el agua y el viento dicen que vieron al Aleph en Lastarria 90, en el Teatro Camino, en el Ictus, en el Antonio Varas, recorriendo el sur con los Temporales Teatrales, celebrando el cumpleaños de Tito Noguera en el Centro Cultural Mapocho, en la región del Maule, en La Serena, en Valparaíso, en Punta Arenas. Y finalmente el Aleph se refunda en Chile instalándose en la Sala Julieta, en La Cisterna.
En cada irrupción del Aleph francés en Chile el Cuervo convoca a los miembros fundadores y un relevante punto de encuentro fue la casa de Sergio, donde retomamos nuestras eternas y caóticas conversaciones en torno a un vinito y nos entusiasmamos con múltiples proyectos, empezando por aprovechar cada visita de Oscar para montar en Chile las obras que él había creado en Francia. Y así los veteranos del Aleph volvimos a las tablas en numerosas ocasiones con El exiliado Mateluna, Érase una vez un Rey, El Kabaret de la última esperanza, El 11 de septiembre de Salvador Allende.
A fines del 2020 Oscar nos convoca desde el Teatro Aleph de París. Entusiasmado con la efervescencia social de Chile avisa que vendrá en enero del 2021 con su obra “El 11 de septiembre de Salvador Allende”. Él representará a Allende con el grupo Aleph de Chile y quiere a Sergio Bravo en el papel de Kissinger y a mí como el Doctor Montparnasse. Es la última vez que actuamos juntos, en la Sala Julieta de La Cisterna y cerrando la temporada en la Población Roosevelt de Cerro Navia. Es un momento único e irrepetible, el Grand Finale teatral de Sergio y Oscar en Chile, con el país en ebullición, con Salvador Allende, con el Aleph en pleno, con el público saltando arriba del escenario, gritando consignas y enarbolando banderas. Sergio lo registró así en Facebook: “Aún recuerdo esa última función en la Plaza Roosevelt de Cerro Navia, con harta gente, hartos niños, hartos bomberos, hartos perros y una pelea de perros y harto amor, en ese último abrazo que reunió a Salvador Allende con Henry Kissinger y el Doctor Montparnasse (Óscar Castro, Sergio Bravo y Alfredo Cifuentes) en una inolvidable noche de verano”.
Y ahora que le ha correspondido a Sergio saltar una vara aún más alta yo estoy creyendo que no se ha ido, que simplemente se embarcó en el Supertricio, ese mítico buque de guerra que tenemos los del Aleph, y que lo echó a la mar y desplegó sus velas para emprender una nueva y grandiosa aventura.
El autor fue cofundador del Teatro Aleph y miembro del consejo editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 9 de febrero 2022
Crónica Digital