Latinoamérica en los Óscar

Los filmes latinoamericanos de ficción, nominados más de una veintena de veces a los premios Óscar de la Academia estadounidense de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, este año quedaron fuera de la reducida lista de cinco cintas que compiten en la categoría de mejor película internacional.

En la edición 94 del certamen, a celebrarse el próximo 27 de marzo en Los Ángeles, California, los largometrajes que persiguen ese reconocimiento corresponden a geografías tan diversas como Japón, Dinamarca, Noruega, Bután e Italia.

Al no contar con ninguna producción en el importante apartado, los países de América Latina quedaron sin posibilidades de ampliar la cifra de cuatro galardones conseguidos por esta área en la historia de los premios.

Si bien los territorios de la región suman 27 nominaciones, solamente obras cinematográficas de Argentina, Chile y México han alcanzado algún Óscar.

En el caso de la primera de esas naciones, es la única latinoamericana con dos premios, conseguidos gracias a La historia oficial (1985) y El secreto de sus ojos (2009), mientras Chile obtuvo la estatuilla a través de Una mujer fantástica (2017) y México mediante la aclamada Roma (2018), la cinta del área que también fue nominada como mejor película.

Nueve filmes mexicanos, siete argentinos, cuatro brasileños, dos chilenos y uno de Cuba, Perú, Nicaragua, Colombia y Puerto Rico, respectivamente, lograron entrar en algún momento en la lucha por un Óscar.

La añoranza de los cinéfilos de la región a causa de la ausencia de este año puede verse aplacada, en alguna medida, por el hecho de que sí habrá creaciones y figuras del área con posibilidades de lauros.

Tal es el ejemplo de un habitual en la ceremonia de la Academia, el mexicano Guillermo del Toro, cuya obra El callejón de las almas perdidas tiene varias nominaciones, entre ellas en la categoría de largometraje.

Un compatriota de Del Toro, Carlos López Estrada, es el codirector de Raya y el último dragón, filme que busca el máximo galardón en película animada, a lo que también aspira Encanto, una creación inspirada en Colombia y el realismo mágico de la literatura de Gabriel García Márquez.

Precisamente, a esa cinta pertenece Dos oruguitas, escrita por el actor y compositor de origen puertorriqueño Lin-Manuel Miranda, la cual es la primera pieza en español nominada al Oscar en canción original desde 2005, cuando la ganadora fue Al otro lado del río, del filme Diarios de motocicleta.

De su parte, Chile buscará un triunfo en la categoría de cortometraje animado con Bestia; y la intérprete de ascendencia afropuertorriqueña Ariana DeBose estará entre las candidatas al premio a mejor actriz de reparto por la participación en West Side Story.

Washington, 27 febrero 2022
Crónica Digigtal/PL

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De las luchas independentistas a la militarización del Estado colombiano

Dom Feb 27 , 2022
El 23 de julio de 1810 fue creado el Ejército de Colombia con el Batallón Voluntarios de Guardia Nacional, bajo las órdenes del teniente coronel Antonio Baraya, primer comandante y jefe supremo. Por: Odalys Troya Flores Corresponsal en Colombia Con unos 25 mil hombres, el flamante ejército libró importantes batallas como la del 28 de marzo de 1811 contra las tropas españolas y con victoria en Palacé; la expulsión de franceses en 1814 y la Campaña Libertadora, comandada por Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, dando paso así a la Gran Colombia. En entrevista con Prensa Latina, el senador del Polo Democrático Alternativo Iván Cepeda explicó que en relación con el origen del ejército colombiano hay varias tradiciones. “Una libertaria, que es la línea representada por Simón Bolívar, quien no solo combatió toda su vida por la independencia del yugo español colonial, sino que lo hizo, además, con un criterio integracionista, claramente con una perspectiva independentista”, detalló. Bolívar tenía claro que el proceso latinoamericano de independencia pasaba por conformar una muy sólida alianza de los pueblos y las naciones que estaban en ese momento surgiendo, explicó. Eso de cara a algo que él ya veía de una manera temprana y visionaria, el surgimiento de Estados Unidos como una potencia, incluso como una potencia imperial, enfatizó el reconocido político colombiano. “Otra tradición, distinta, fue la del surgimiento temprano de una élite que en Colombia tuvo una historia muy cercana a la figura de Santander”, añadió.   Fue una visión en la cual, en efecto, había un deseo de independencia, pero no claramente articulada al concepto de soberanía y al surgimiento de un sistema de relaciones que ya se veía en ciernes, y esa tradición lamentablemente triunfó, recalcó. Comentó que los proyectos de la Gran Colombia, el de la integración y el de hermanar a las naciones que fueron fruto de las guerras de independencia, en su momento fracasaron. “Y con ello apareció una élite proclive a someter a nuestras naciones y, concretamente, a Colombia, a la agenda internacional de las potencias extranjeras”. En su opinión, la tradición libertaria de las fuerzas independentistas se vio frustrada de ese modo y subordinada a otro tipo de proyecto histórico. Fuerzas miliares, un elemento del aparato de poder El político considera importante rastrear todas las guerras territoriales y feudales que se dieron durante el siglo XIX, y lo que significó luego el desprendimiento de Colombia y la captura por parte de Estados Unidos de Panamá para el proyecto del canal, con el fin de comprender las simientes de la militarización del país. Después vino la represión que las fuerzas de la policía y militares comenzaron a ejercer contra la movilización de los sindicatos de los enclaves como la multinacional UnitedFruit Company, lo que fue la Masacre de las Bananeras en 1928, añadió.   Mascre de las Bananera, pintura de Botero Es decir, ya en esos orígenes históricos las fuerzas militares primero se revelaron como un elemento del aparato de poder y no solo eso, […]

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