Bailarín cubano–español Ricardo Castellanos: “Bailar en Cuba es un honor y un privilegio”

El Ballet Nacional de Cuba (BNC), fundado el 28 de octubre de 1948, celebra hoy con una gran gala que se realizará en el Teatro Nacional. Diversos bailarines cubanos se dan cita en La Habana para conmemorar tan importante evento. En el marco del 75 aniversario del BNC tuve la oportunidad de entrevistar al destacado bailarín cubano–español, Ricardo Castellanos (R), actualmente primer bailarín del Ballet Nacional de Noruega, que participa como bailarín invitado en el jubileo del ballet cubano.

F: ¿Por qué eliges el ballet como tú forma de vida?

R: Diversos factores; he tenido mucha influencia de mis padres, los dos fueron bailarines, mi abuela también. Crecí viendo clases de ballet, videos de ballet. Sinceramente, no me gustaba ir a la escuela (ríe). Disfrutaba las actividades físicas y el ballet es algo que siempre me ha llamado la atención, la música, compartir el estudio con diferentes personas. Es un arte muy bonito y con mucha disciplina. Supongo que eso y verlo desde niño.

F: Eres nieto de una de las cuatro joyas del Ballet Nacional de Cuba, Mirta Pla. ¿Qué sientes al pisar sus escenarios y como recoges su legado?

R: Es un legado muy grande. Es todo un honor ser su nieto y estar en el mismo escenario donde ella bailó. Yo la admiro muchísimo, sé que fue una gran bailarina y persona. Siempre que vengo a Cuba es un inmenso orgullo no solo por mi abuela sino por toda la tradición de la danza que existe en este país, lo mucho que sabe el público y los integrantes del BNC. Existe un amor por la danza muy particular que no se encuentra en muchos lugares, es más que nada un privilegio.

F: A propósito del público cubano, ¿cuál es la diferencia de este con el resto de los públicos de Occidente a los que te has enfrentado?

R: El público cubano es el que más aprecia los clásicos, les encanta ver un “Lago de los Cisnes”, una “Bella Durmiente”. Cada vez que entra un primer bailarín, ellos aplauden como una manera de respeto, entienden muy bien todo, incluso si alguien aguanta una cargada más de un tiempo (saben que eso es difícil) te dan su respuesta aplaudiendo y eso no ocurre en todas partes. Tú puedes estar en Inglaterra y aunque hagas algo muy impresionante, no van a reaccionar como el público cubano que si le gusta algo te lo hará saber y eso a uno le motiva. Tú sientes al público cuando bailas, es algo mágico, da un poco de nervios, pero es mágico la verdad.

F: ¿Es un público más instruido?

R: Por supuesto, la gente que viene al ballet llevan años asistiendo y saben a lo que vienen, saben lo que quieren ver y si no les gusta también te lo harán saber (risas). Por suerte no me ha pasado hasta ahora, pero es un público muy especial.

F: ¿Qué sientes cuando bailas?

R: (Suspira) Muchas cosas, cuando uno está en el salón estás trabajando pensando en todo y a veces te estresas, por supuesto por todos los detalles técnicos, pero en el escenario intento vivir el momento presente. Trato de tener mucho contacto visual con mi pareja, disfrutar. El trabajo duro se hizo en el salón y el escenario es para gozar y danzar, dejarme llevar. Creo que si dominas lo que menciono, puedes conectar con el público. Trato de no pensar mucho en lo que hago cuando entro a escena, dejo que fluya, siento el espacio, atento a mi pareja de baile como se siente. Debo estar listo para lo que acontezca y vivir el momento.

F: ¿Una experiencia sublime?

R: (Risas) A veces no es sublime, ocurren cosas que no esperas, pero esos momentos cuando fallan las cosas es cuando vas a aprender. Las funciones buenas se disfrutan, pero de las malas funciones aprendes y continúas, no puedes derrumbarte mentalmente. El bailarín tiene que tener una resistencia psicológica muy sólida para decir: “Ok, me equivoqué, da igual, sigue, quedan 15 minutos de pas de deux”. No puedes pensar en lo que ha fallado en ese instante. La frialdad mental es muy importante para el bailarín y es algo que se gana con la experiencia.

F: ¿Será lo más difícil disfrutar el momento presente?

R: Lo más difícil, la técnica tiene que estar ahí, pero no puedes estar tampoco consciente y pensando. Hay momentos que sí, cuando enfrentas un paso que requiere un nivel técnico superior, pero no puedes pensar todo el tiempo, sino tu danza se vuelve mecánica y eso no le da fluidez al baile.

F: Has nombrado diversos factores que te unen a Cuba. ¿Cuál crees que es el más fuerte?

R: Solía venir mucho de niño, mis padres tenían familia aquí, visitábamos muy a menudo y siempre venía a Cuba en los veranos. Después pasó mucho tiempo que no vine hasta que regresé como bailarín invitado y eso fue un gran cambio. Todavía tengo familia, mi abuelo está aquí, la familia de mi abuelo, pero la conexión es más que nada por el Ballet de Cuba. Siempre que visitábamos la Isla íbamos directo a la sede del Ballet Nacional a ver clases y ensayos. El vínculo principal es con el ballet, mi abuela, mi mamá, mi papá que también fue un gran bailarín cubano.

F: Te has formado en diferentes escuelas, estuviste en el Royal Ballet. ¿Cuál crees que es la particularidad de la escuela cubana de ballet?

R: La escuela cubana de ballet tiene una técnica reconocida mundialmente. Todos los bailarines giran y saltan de forma virtuosa, son buenos acompañantes y existe una técnica extremadamente desarrollada para lo pequeña que es esta Isla. Las mujeres también son muy talentosas y trabajadoras. Me sorprende mucho la cantidad de buenos bailarines que se forman en Cuba. El bailarín cubano es reconocido por el virtuosismo y la pasión que imprime al danzar.

F: Ser bailarín clásico implica muchos sacrificios. ¿Cuál ha sido el sacrificio más grande de tu vida?

R: Sin duda irme de casa a los 10 años solo a Inglaterra, mis padres vivían en España y me lo explicaron: “El ballet es así, si tú quieres llegar a primer bailarín necesitas hacer ciertos sacrificios”. En España no existe una tradición de escuelas de ballet, Inglaterra era una de las mejores opciones en Europa. Mis padres querían que viniera a Cuba, pero habría estado aún más lejos de ellos. La escuela del Royal Ballet tiene mucho prestigio mundialmente y si te gradúas de ahí puedes entrar prácticamente en cualquier compañía.

F: Eso fue a los 10 años.

R: Si, yo era un niño muy mimado de mamá y papá, el menor de dos hermanos. Y de pronto me voy solo a una escuela en Londres internado, no hablaba inglés, ese fue el mayor shock y sacrificio. Al principio estaba fascinado, era todo nuevo para mí, pero a los 6 meses extrañaba. Cuando pasaba tiempo de vacaciones en España con mi familia y luego mi padre me iba a dejar a Londres llorábamos los dos al despedirnos. Creo que era más duro para ellos, mi madre decía que sufría mucho sin mí. Yo era el niño de la casa y de pronto dije adiós, pero mi padre lo comprendió bien porque pasó por lo mismo cuando niño, él era del campo y estudiaba becado en la escuela de ballet en La Habana y tampoco veía a sus padres muy seguido. Mi padre sufría, pero lo entendía, se reflejaba en mí. Todo ese sacrificio hoy siento que ha valido la pena.

F: ¿Qué les dirías a las nuevas generaciones que se inician en el Arte del Ballet?

R: Creo que las redes sociales han tenido hasta cierto punto un mal impacto en el ballet. Han hecho que todo se vuelva un poco circo y gimnasia y el ballet es mucho más que eso: es Arte, calidad, es estar horas en el salón, es ser consistente. El bailarín debe ser muy completo, educado, culto, no es solo hacer lo que te pide el ballet, es todo lo que está alrededor del ballet, ser un buen ejemplo para la gente. Yo diría que se alejaran un poco de estar viendo videos y copiar lo que hacen otros y se dedicaran a estudiar, historia del arte e historia del ballet. La generación de mi padre era muy instruida, había más profundidad. Pero debo admitir que las nuevas generaciones cada vez son más virtuosas, tienes a niños de 11 años realizando variaciones de primeros bailarines, eso a veces hace que se vuelva más técnico todo, se pierde la parte artística y eso es peligroso.

F: Muchos bailarines clásicos tienen una vida solitaria y sobre todo cuando su nivel es destacado. ¿Crees tú que un bailarín en ejercicio puede formar una familia? ¿Quisieras tú formar tu propia familia?

R: Si, esto lo he pensado muchas veces, cuando he estado viajando y volando. La carrera de un bailarín puede ser muy solitaria porque tienes que sacrificar mucho tiempo libre. Por ejemplo, ayer por la noche. Estamos en Cuba, queremos salir y uno tiene que decir: “No, mañana debo bailar, mejor me voy al hotel, mejor me estiro un poco”. Te pasas mucho tiempo viajando de un lado al otro, pero tengo la suerte que estoy en la compañía en Noruega y es una de las mejores compañías para tener una familia porque a la mamá y papá les dan un año de licencia de maternidad y paternidad respectivamente, es una compañía que facilita mucho el tener familia, pero sé que en muchas compañías no es así. Me encantaría tener una familia, por supuesto, a lo mejor sería más fácil si mi mujer no es bailarina y ella pudiera cubrir esa parte, porque quieras o no la demanda física de ser bailarina y además cuidar un bebé es demasiado grande. Veo muchas mamás bailarinas cansadas todo el día, con ojeras, durmiendo dos horas y es muy duro. A lo mejor tendré que buscar una chica normal (risas).

F: ¿Cómo fue participar en el 75 aniversario del Ballet Nacional de Cuba?

R: Espectacular. Este año ha sido un honor, he venido con Yolanda Correa, que es para mí una de las mejores bailarinas del mundo. Es una bella persona, un ejemplo, la compañía la ama, me da igual que falle cualquier cosa, podría fallar todo, pero bailar con ella es un privilegio y venir aquí con ella es aún más privilegio, bailar con ella es muy fácil.

Es un placer realmente estar entre los bailarines que ayer salieron a escena. Carlos Acosta, Lorna Feijoo, son nombres icónicos en el ballet y estar ahí junto a todos esos grandes bailarines es un placer, me siento un niño, soy el más joven, siento que no me lo merezco todavía, me enorgullece mucho estar entre esos nombres.

Por Florencia Lagos Neumann (F). La autora es Corresponsal de Crónica Digital en Cuba.

La Habana, 28 de octubre 2023.

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