El contagio del Presidente Donald Trump con la COVID–19 y su posterior hospitalización, han provocado un enorme impacto y controversia en los Estados Unidos, en circunstancias que la situación se ha producido menos de 30 días antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
En ese escenario, se ha expresado preocupación por el modo en que el contagio pudiera llegar a afectar la seguridad nacional de Estados Unidos, mientras persiste la incertidumbre por el real estado de salud del Mandatario en un cuadro de grave crisis de credibilidad de la Casa Blanca al interior de la sociedad estadounidense.
LA SEGURIDAD NACIONAL
La enfermedad de Trump amenaza la seguridad nacional de los Estados Unidos, ha señalado un artículo del sitio digital de la revista Foreign Policy (FP). Indica la publicación que expertos advierten que la enfermedad del Mandatario levanta las alarmas de los adversarios del país y pone en peligro de posible infección a los escalones superiores del gobierno, incluyendo a altos directivos del sistema de seguridad nacional que lo rodean.
Voceros de la Administración insistieron el viernes pasado en que los síntomas de Trump eran ligeros, pero poco después fue trasladado al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed para recibir tratamiento durante varios días, tras lo cual se produjeron declaraciones contradictorias sobre su salud.
De acuerdo con la publicación, el contagio de Trump, unido con los factores de riesgo que enfrenta por su edad y sobrepeso, crea el potencial de un ambiente de mayor confusión en las próximas semanas para todo el aparato encargado de proteger al país.
Desde que llegó hasta la Presidencia, Donald Trump desmanteló o eludió muchos de los sistemas y procesos normales de funcionamiento del gobierno que mantienen sincronizada la maquinaria de seguridad nacional de Washington, recuerda el artículo de FP, firmado por Robbie Gramer y Jack Detsch.
La prueba positiva de Trump también provocó en Washington fuertes debates respecto de las líneas de sucesión a la Presidencia de Estados Unidos, una discusión que, según FP, es potencialmente discordante tanto para los aliados como para los adversarios del país del norte.
El Vicepresidente Mike Pence, el primero la lista de posibles relevos del Jefe de la Casa Blanca, dio negativo el viernes para el virus; la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, segunda en la fila, dijo en una entrevista en MSNBC que la Casa Blanca no se había puesto en contacto con ella.
El gobernante informó en la madrugada del viernes que él y la Primera Dama, Melania Trump, contrajeron la COVID–19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, que ya mató a más de 207 mil estadounidenses y provocó más de siete millones 245 mil casos en la nación.
En este contexto, Trump y su equipo trataron de disipar cualquier percepción de debilidad el domingo con una salida sorpresiva y arriesgada desde el Hospital Walter Reed, para saludar a partidarios.
Esto lo hizo incluso cuando sus médicos reescribieron una vez más la narrativa oficial de su enfermedad al reconocer dos episodios alarmantes que no habían revelado anteriormente, destaca por su parte el diario “The New York Times”.
LA INCERTIDUMBRE
El uso del medicamento dexametasona crea dudas e incertidumbre sobre la gravedad del contagio con la COVID–19 de Trump, según un análisis de la televisora británica BBC. Un informe de James Gallagher, corresponsal de Ciencia y Salud, señala que los esteroides salvan vidas al calmar el sistema inmunitario, que se puede volver hiperactivo a causa de la COVID–19, pero necesitan usarse en el momento adecuado.
Sin embargo, si se administra demasiado pronto, el medicamento puede empeorar las cosas al impedir la capacidad del cuerpo de luchar contra el virus. No es una medicina que le darías a alguien en una fase “leve” de la enfermedad, subrayó Gallagher, para enturbiar más el ambiente alrededor del Mandatario estadounidense.
La Organización Mundial de la Salud recomendó el uso de este esteroide en casos “graves y críticos”, lo que siembra más dudas del estado de salud real del Mandatario.
Los niveles de oxígeno en sangre de Trump cayeron por debajo del 94 por ciento, lo que supone uno de los criterios de los Institutos Nacionales de Salud británicos para considerar que la enfermedad es grave.
Plantea el analista de la BBC que “no conocemos todos los detalles del estado de Trump, pero es difícil imaginar que a cualquiera de nosotros nos dieran el alta del hospital mientras nos administran dexametasona y remdesivir y después de haber recibido una terapia experimental con anticuerpos”.
Si bien la imagen ofrecida este domingo es de mayor claridad, la incertidumbre permanece, señala. No se sabe, por ejemplo, si el presidente tuvo o tiene neumonía, agregó.
Gallagher plantea, además, que el médico Brian Garibaldi, de la Universidad Johns Hopkins, apuntó que el funcionamiento del hígado y los riñones de Trump era normal, lo que abrió interrogantes sobre si existían problemas con estos órganos anteriormente.
Más allá de las cuestiones relacionadas con la salud, lo que sigue sin estar claro es en qué momento exacto se contagió Trump y cuándo le confirmaron el positivo por la COVID–19, algo que determinaría el uso de los medicamentos.
El sábado pasado al mediodía, el médico del mandatario, Sean Conley, mencionó que pasaron 72 horas desde el diagnóstico. Ese comentario despertó alarmas en las mentes de muchas personas, a quienes no les cuadraban las cuentas y creen que Trump no está fuera de peligro.
CRISIS DE CREDIBILIDAD
Una crisis de credibilidad flota en Estados Unidos por declaraciones contradictorias sobre la salud del presidente Donald Trump emitidas por el equipo médico de la Casa Blanca. Informes de última hora de la cadena CNN indican que al Mandatario en su tratamiento se le suministran niveles bajos de oxígeno, pero se mantiene con un estado febril alto.
Un informe de la BBC señala que la conferencia de prensa del equipo médico del Presidente el sábado solo creó confusión en lugar de claridad. Ese día el doctor Sean Conely dijo que el gobernante Trump evolucionaba favorablemente luego de ser diagnosticado como positivo al coronavirus causante de la COVID–19. Precisa BBC que la línea de tiempo se enturbió todavía más por la revelación de que el Presidente recibió un tratamiento antiviral 48 horas antes del anuncio de que dio positivo.
Durante su comparecencia Conley trató de brindar una imagen positiva de la condición de Trump, pero se mostró reticente a comentar sobre si llegó a recibir oxígeno para ayudarlo a respirar.
Minutos después de que concluyera la cita de prensa con el equipo médico, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, mostró un tono muy diferente y afirmó a la prensa reunida que “los signos vitales del presidente durante las últimas 24 horas fueron muy preocupantes y las próximas 48 horas serán vitales en términos de su cuidado”.
Además de las preocupaciones por la salud de Trump y su esposa, existe alarma por la salud de otras ocho personas cercanas al Mandatario, con las que estuvo en contacto y que en días recientes contrajeron la enfermedad.
Entre los allegados al mandatario que se han infectado se incluyen su director de campaña, Bill Stepien; su asesor de campaña, Chris Christie; su exasesora Kellyanne Conway; la presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel; los senadores republicanos Mike Lee y Thom Tillis; John Jenkins, presidente de la Universidad de Notre Dame; y Hope Hicks, asesora de Trump.
Hasta ahora la mezcla de mensajes sobre la situación crea gran confusión y una crisis de credibilidad.
Incluso, hasta ahora se desconoce cómo y dónde el Presidente contrajo la enfermedad, dado su rechazo a seguir las indicaciones de los expertos para evitar el contagio, entre ellas el uso de mascarilla.
Con información de la Agencia Informativa Prensa Latina.
Washington, 5 de octubre 2020.
Crónica Digital.
