Por Marcel Garcés Muñoz
De manera concertada, la derecha política y económica, sus partidos, los gremios empresariales y oligárquicos, y sus portavoces comunicacionales, se han lanzado nuevamente a un renovado ataque contra el gobierno, contra la institucionalidad democrática y la paz y convivencia nacional.
No pudiendo desconocer la derrota rotunda de su intentona sediciosa- están privilegiando ir por el camino tortuoso del “golpe blando”, cuando pretendieron imponer una Constitución, no meramente refundacionista, sino que francamente pretendía devolver la sociedad, el país, a un orden jurídico y a relaciones sociales, morales, económicas familiares medioval, incluida la educación, la justicia, pero ahora insisten en buscar instalar un clima de terrorismo, violencia, inseguridad, miedo social, incerteza, desconfianza colectiva en la política y pérdida del sentido de autoridad, orden y seguridad ciudadana.
Se trataba- y sigue el propósito- de la puesta en práctica de una estrategia y táctica contenida en la Doctrina de la Seguridad Nacional y de la Guerra Interna, usando mecanismos de la Campaña del Terror, o la insegurización total de la sociedad, supuestamente acorralada por la delincuencia, la amenaza, el terrorismo, o la violencia brutal y alevosa.
Por ello la defensa de la democracia pasa a un primer plano en la agenda en la sociedad.
No faltan en el libreto de la conspiración, editoriales, la iracundia puesta en escena por políticos aventureros, los articulistas haciendo gala de un odio ramplón, declaraciones inconducentes y provocadores, incompetencia parlamentaria y torpeza inaudita, cuyo objetivo miserable sigue en marcha: “juntar rabia”, contra el gobierno del presidente Gabriel Boric y las fuerzas patrióticas, reformistas, populares, que le acompañan, manteniendo una agenda conspirativa implacable para boicotear el gobierno e impedir los cambios indispensables y urgentes que son su objetivo.
Como parte del montaje, la Derecha parlamentaria hace lo suyo desde el legislativo, buscando levantar presión con una “Acusación Constitucional”, contra el ministro de Vivienda, Carlos Montes, la que fue desechada por la Cámara de Diputados.
Otra derrota política para los conspiradores.
Pero, obviamente siguen empecinados en lo suyo.
La agenda de la insurgencia derechista tiene un caballito de batalla preferido: “la Seguridad Ciudadana” y utilización del miedo social a la criminalidad, el crimen organizado, el terrorismo.
El slogan que se está vendiendo, viene de lejos, de la dictadura de Augusto Pinochet, con el apoyo comunicacional, propagandístico, entonces de El Mercurio, de su conspirador estrella de la época, Agustín Edwards Eastman, y con el apoyo y financiamiento de Nixon, Kissinger, la CIA.
La estrategia sediciosa en curso parte del fundamento de la Doctrina de la Seguridad Nacional, imperante en Manuales y cursos de adiestramiento militar, policial y política en las Academias, Fuertes, del Pentágono, de la CIA, y otros centros de adiestramiento del Imperio, que una etapa inicial de su instalación en los medios de comunicación masivos, y plataformas de influencia académica, doctrinaria y hasta religiosa, se expresa en la “guerra sicológica” en los medios de comunicación de masas, iniciativas políticas diversas, penetración en la “base social”, en combinación con acciones de terrorismo, “delincuencia organizada”, incluido el narcotráfico local o internacional, que no solo sirve a las mafias basadas en Estados Unidos o en Europa, sino que a una estrategia de desestabilización a nivel global.
Se trata de una amenaza, tanto a la seguridad y derechos ciudadanos, como sino que a la institucionalidad democrática, al servicio de una estrategia de insegurización global que justifique, permita, que imponga manu militari un orden autoritario, dictatorial brutal contra los Derechos Humanos, sociales, la libertad, la democracia y la humanidad de la sociedad.
Pero el objetivo real de esta estrategia de dominio global por parte de Estados Unidos, la OTAN y otros subordinados (de lo que al conflicto en Ucrania, en Gaza, en el mundo árabe, Africa, Asia, y incluso en América Latina) en solo un episodio de una ofensiva que se sustenta y explica por un principio elemental de la estrategia y táctica de la Doctrina de la Seguridad Nacional y que fundamente el accionar militar, político, empresarial y mediático totalitario.
Aquí en Chile, y en el resto del mundo lo que pretenden instalar es “una sociedad asustada, atemorizada” que tenderá mediante la manipulación mediática y operaciones de sicología social, a pedir “mano dura”, un gobierno “fuerte”, represión al desorden, a los rebeldes, a los trabajadores organizados, a los jóvenes estudiantes, a los pobladores , en fin a los que protestan. O que defienden los derechos fundamentales de la democracia y la justicia social.
Lo que llaman despectivamente, “la calle”..
Otro mecanismo preferido es el boicot, el sabotaje, el chantaje, a las iniciativas sociales, económicas y políticas del gobierno, en este caso del chileno: la discusión sobre la Reforma de Pensiones, el financiamiento de los planes de vivienda que lleva a cabo el gobierno, el desarrollo de una política de salud y salarios dignos para la mayoría de la población.
En este cuadro, la Derecha busca hoy la revancha: apoderarse del timón gubernamental e imponer una versión fundamentalista de la Seguridad Nacional pinochetista: ¡todo el poder a la oligarquías empresariales! (los Kast, o la Mathei, a un tal Silva, o a algún general que este “al aguaite”, porque no están pensando a una Rincón, o en un Walker, un Orrego (“no son confiables”).
Esto es parte integrante sustancial de la demanda derechista de “Estado de Sitio”, Ley Marcial, Ley de Seguridad Interior, convocatoria de las Fuerzas Armadas a la acción represiva, o la pretendida convocatoria al Consejo de Seguridad Nacional.
De eso se trata cuando, para hipócritamente afirman que para “combatir la inseguridad” y “reprimir a la violencia criminal”, un fenómeno social, que “sospechosamente” resurge y ocupa coordinadamente los principales noticiarios de los medios de comunicación locales e internacionales y titulares de la prensa subordinada a la estrategia en marcha, enarbolan las banderas del orden, la seguridad ciudadana, que “El Mercurio”, desde la actuación conspirativa de los 70 del que fuera uno de los estratega de la “intervención militar” del 73, sigue convocando la ·”manu militari”, proclamando como estrategia deseable, la concepción y practica de la “Tolerancia Cero”, impuesta en Nueva York por medio de una brutal represión policial contra la población negra, los migrantes latinoamericanos, y otros sectores marginales ( la población homosexual pobre, por ejemplo) de Nueva york implantada en por el alcalde republicano Rudolph Giuliani, pero desechada luego por su ineficacia, y el balance de la violencia policial aplicada.
El problema es que en Chile, como parte de la estrategia conspirativa, antidemocrática en marcha, y en busca de darle un perfil popular- o populista se utiliza a municipios como La Florida, Las Condes, Vitacura, Providencia, y otras, para ensayar la conformación de fuerzas paramilitares locales, como un aparato policial civil para militar obediente a la Derecha paralelo a la policía estatal, integrado y ”comandado” por ex policías u militares especializados en lucha antisubversiva, “inteligencia” o represión antipopular.
La idea de crear estos “batallones”, por parte del alcalde de La Florida, Carter, no es una ocurrencia casual, sino un riesgo para la estabilidad y la convivencia democrática del país.
Y tampoco es casual que un grupo de esos Ediles, busquen apoyo político y respaldo publicitario para sus proyectos delirantes, en el Gobernador de la Región Matropolitana, Claudio Orrego, conocido aspirante presidencial en el escenario político local.
Lo que se busca es destruir la institucionalidad democrática, militarizar o instalar un sistema policíaco, instalar un sistema de poder sin contrapeso de las oligarquías derechistas o neofacistas, los clanes económicos y financieros, nacionales e internacionales.
Este es el problema, el dilema al que se enfrentan las fuerzas democráticas.
La defensa de la democracia, de las libertades políticas y sociales, de los derechos humanos, la perspectiva de futuro, es el tema central del momento político y del futuro del país y sus ciudadanos.
Marcel Garcés Muñoz
Es director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 11 de enero 2024
Crónica Digital