Según explicaron los académicos, una función relevante de las economías es garantizar la disponibilidad de efectivo en variedad, calidad y cantidad de denominaciones, de forma de contribuir al normal funcionamiento de los sistemas de pagos y posibilitar la realización ágil de todas las transacciones comerciales entre los miembros de una sociedad.
Es una práctica normal que las autoridades económicas observen permanentemente la relación entre el valor nominal que representan las denominaciones de sus billetes y monedas y el costo que implica fabricarlas, considerando que, en múltiples ocasiones, el costo de producir determinadas denominaciones de monedas de bajo valor suele superar el valor nominal que representan, detallaron.
En esa circunstancia, dijeron, se encontrarían las monedas chilenas de baja denominación, aunque su existencia resulta necesaria si se considera el objetivo superior de que con ellas se facilitan las actividades comerciales de la población.
Ahora bien, ¿cuándo es el momento para transformar un billete en moneda?
Un primer criterio es el referente a la estructura de denominaciones adoptada, es decir la cantidad de tipos de monedas y billetes, o cortes, que se usarán en un espacio económico. Los países poseen estructuras de denominaciones fundadas en consideraciones locales, señaló Pereira.
En Chile hasta 1997 se aplicó la estructura de denominaciones 1:5:10, la que consideraba la existencia de monedas de $1, $5, $10, $50 y $100 y de billetes de $500, $1.000, $5.000 y $10.000. Sin embargo, a partir de dicho año, con la introducción de los billetes de $2.000 y $20.000 en los años 1997 y 1998, respectivamente -en el intertanto se reemplazó el viejo billete de $500 por la actual moneda de igual valor- se ha ido consolidando una estructura de denominaciones de la forma 1:2:5:10, que tiene claras ventajas respecto de la anterior, ya que para toda transacción comercial que se quiera realizar se requiere disponer de una menor cantidad de billetes y monedas.
Ligado al anterior, aparece el criterio referente a la cantidad de denominaciones que un espacio económico utiliza. De acuerdo a convenciones internacionales, se considera que la cantidad de denominaciones en monedas no debería ser superior a 8 y que la cantidad de billetes debería ser cercana a cinco, y que la estructura conjunta de monedas y billetes no debería tener más de 11 denominaciones.
La economía chilena se ajusta a este criterio, ya que en el país se usan seis denominaciones de monedas $1, $5, $10; $50, $100 y $500; y cinco denominaciones de billetes $1.000, $2.000, $5.000, $10.000 y $20.000, con un total de 11 denominaciones de billetes y monedas. La sustitución del billete de $1.000 por una moneda de igual valor dejaría en siete la cantidad de monedas y en cuatro la cantidad de billetes, anotó Pereira.
Un tercer criterio convenido es aquel que señala que el valor que representa la moneda de mayor denominación de un espacio económico podría superar el equivalente a un dólar estadounidense. Por ejemplo, en Nueva Zelanda hay monedas de 2 dólares neozelandeses equivalentes a $764; en Taiwán, monedas de 50 nuevos dólares taiwaneses equivalentes a $797; en Perú, monedas de 5 nuevos soles equivalentes a $829; en Australia, monedas de 2 dólares australianos, equivalentes a $861; en la Unión Europea, monedas de dos euros, equivalentes a $1.415; en Inglaterra, monedas de 2 libras esterlinas equivalentes a $2.084; en Suiza, monedas de 5 francos suizos equivalentes a $2.147; en Japón, monedas de 500 yenes equivalentes a $2.164; y en México, monedas de 100 pesos mexicanos equivalentes a $4.864.
Siguiendo este criterio existiría espacio para la creación en nuestro país de una moneda de un valor nominal superior a la actual moneda de $500, afirmó el catedrático.
El diseño de una nueva moneda debe contemplar especificaciones que consideren seguridades, un tamaño que permita comodidad de uso, aleaciones metálicas que permitan igual o mayor durabilidad que las existentes, además de un conjunto de características conforme a técnicas metalúrgicas modernas para su utilización en máquinas validadoras.
De acuerdo a los precios internacionales, el costo de impresión de un billete chileno, en sustrato base de papel, correspondería aproximadamente a la tercera parte de los costos de acuñación de una moneda de características similares a la actual moneda chilena de $500, indicó el académico.
Añadió que el actual billete de mil pesos, por sus características y grados de utilización, considerando los factores climáticos y las conductas de uso de la población, entre otros, tendría una vida útil cercana a un año de duración. Por su parte, la actual moneda de $500 se estima que tendría una vida útil superior a los 15 años.
Por otro lado, continuó, si se analiza la relación entre costos y vidas útiles de un billete y una moneda, se observa que transformar el billete de $1.000 por una moneda de igual valor nominal implicaría importantes ahorros para el país, tomando en cuenta que, en otros lugares, la mayor parte de los billetes que se fabrican son los de menor denominación. En Chile los de $1.000.
Más específicamente, si se considera que las vidas útiles aproximadas de los billetes de $1.000 y de una moneda de igual valor serían de 12 y 180 meses, respectivamente, se podría inferir que luego de 15 años se habrá invertido en la fabricación de monedas de $1.000, aproximadamente cinco veces menos que en la fabricación del equivalente en los billetes de $1000.
Santiago de Chile, 27 de junio 2007
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