El clítoris es puro nervio, increíblemente sensible, delicado. Al acariciarlo aumenta de tamaño y desborda la excitación sexual.
Su estructura visible es redondeada, del tamaño de una almeja seca o un chícharo, más o menos, aunque varía de una mujer a otra. Su parte oculta se halla bajo el tejido muscular de la vulva, y es la que promueve las sensaciones orgásmicas que se desencadenan.
Un experimentado especialista de la web sexovida.com comenta que su zona visible, está recubierta por una especie de traje de látex que en realidad resulta un tejido fibroelástico; es la parte esencial del clítoris, el que hace danzar a las mujeres hacia el orgasmo, aunque a veces para estimularlo sólo se les acaricie suavemente el monte de Venus.
El movimiento del coito, a veces, alcanza para estimular las sensaciones clitoridianas, pero no hay nada como el contacto suave y experimentado, al punto que muchas mujeres serían anorgásmicas sino se lo estimulara con pasión y amor, agrega.
Apenas a veintidós semanas de haber sido gestada, una niña ya tiene formado su clítoris y ese aspecto es el mismo que tendrá cuando la pequeña nazca.
Según estudios anatómicos, el clítoris posee unas ocho mil terminaciones nerviosas, una concentración mayor que la que se da en el resto del cuerpo en un solo órgano, incluidas las puntas de los dedos, los labios y la lengua. Debido a su alta sensibilidad, a veces duele, y por ello, hay que estimularlo suavemente; de lo contrario, si se aplica la rudeza o se presiona demasiado sobre él, en vez de provocar placeres, crea desagrado.
El especialista de sexovida.com insiste en algo ya conocido pero que vale la pena seguir divulgando: el clítoris es un órgano puramente sexual. Es el único órgano exclusivamente sexual de la anatomía humana. El pene sirve también para orinar, la vagina es salida menstrual y del parto, los pechos amamantan, sólo el clítoris es exclusivamente sexual, es su única función.
Tan asombroso fue este hallazgo exclusivo de las mujeres, que en un jocoso artículo aparecido en un periódico de Valparaíso, Chile, se dice que primero se descubrió América. Después el clítoris.
Más adelante descifra la afirmación explicando que fue Colón el que descubrió ese pequeño, pero estratégico apéndice femenino. Pero no Cristóbal, sino Mateo. Al decir del escritor argentino Federico Andahazi, en su novela El anatomista, se trata de un médico italiano contemporáneo de Romeo y Julieta, en el siglo XVI.
Añade que si bien es reciente el hallazgo científico, las mujeres están desde los albores de la humanidad perfectamente al tanto de la existencia de ese órgano. Sólo que, haciendo gala de la exquisita discreción que las caracteriza, o que más bien, los hombres les enseñaron.
Sea como sea, reconoce el artículo, el clítoris provoca temor en hombres y en las propias mujeres. En numerosas sociedades africanas persiste la práctica de extirpar este órgano a las recién nacidas. En sociedades machistas modernas no se llega tan lejos. Nos conformamos con la extirpación simbólica del clítoris. La palabra ni siquiera se pronuncia. Sobre ella cae una censura fuerte.
La razón es poderosa. Cuando la mujer descubre las sensaciones placenteras que les proporciona la estimulación del clítoris deja de ser niña y se hace adulta. Experimenta sensaciones nuevas y es capaz de ejercer en plenitud su sexualidad.
Hay muchas mujeres que no logran superar con madurez su etapa de ser niñas porque les resulta más cómodo. Y millones de hombres que les tienen miedo a las mujeres.
Con seres miedosos y reprimidos, incapaces de asumirse con todo lo que son, es imposible una sociedad sana, en la que las personas se relacionen con espíritu abierto, respetuoso y solidario. Si yo no soy capaz de aceptarme yo misma, difícilmente podré acoger a los demás.
Por: Aloyma Ravelo de Revista Mujeres
Santiago de Chile, 10 de enero 2006
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