Como telón de fondo a una escena sexual empobrecida por rutinas, un par de generosos gemidos, fingidos desde el mismo centro de su apatía, precipitaban el fin.
No se atrevía a decirle que hacía mucho no disfrutaba un orgasmo. Lo fingía, aunque terminaba entre tensiones, sin enfrentar la mirada masculina. En la cama, quedaban dos figuras vencidas por estereotipos y prejuicios que privan a la mujer del humano deseo del placer sexual.
La persona de quien te hablaba antes, solicitó ser consultada, luego de que una amiga le comunicó experiencias ardientes, totalmente desconocidas para ella y la voz de la psicóloga Celia Sarduy me trae de nuevo a la realidad de su Consulta de Orientación y Terapia Sexual, donde rueda la entrevista concertada con la experta. De inicio, da por sentada una invitación para quien desee visitarla a su Centro Interdisciplinario de Salud (CINSA), en la esquina de 100 y 59, Municipio de Marianao, Ciudad de La Habana.
A partir de reconocer sus zonas erógenas y de revalorizarse como persona, Laura pudo comenzar a pedirle a su compañero una mejor y mayor estimulación. Él colaboró y participó en la terapia. Esto muestra, que si las condiciones son propicias, es posible recuperar u obtener el orgasmo.
Las causas de las difusiones sexuales femeninas son de origen variado y múltiples factores pueden coexistir para producirlas. Las físicas (neurológicas o metabólicas graves) no suelen ser las más frecuentes. También pueden afectar la respuesta orgásmica: tumores, operaciones asumidas como castratorias o mutilantes, al igual que algunos fármacos (antidepresivos y antipsicóticos, sedantes, narcóticos).
Es cierto que la mayor parte de los antidepresivos producen un retardo orgásmico. Puede que disminuya el deseo sexual y la lubricación vaginal, pero no por eso debe abandonarse el tratamiento psicofarmacológico, sin consultar antes a su médica o médico, porque tales síntomas tienen solución.
Los factores situacionales son los que con más frecuencia inciden en la anorgasmia, por ejemplo, el de relacionarse con alguien que padezca de eyaculación precoz o impotencia, el miedo a quedar embarazada por no protegerse con un método anticonceptivo eficaz, no disponer de la privacidad necesaria para disfrutar a plenitud el acto sexual o no recibir la estimulación adecuada por parte del varón.
La escasa comunicación es otra de las causas. En el caso de Laura fue lesiva para la sexualidad de la pareja, porque permanecía pendiente de la escena que debía dramatizar y no así de su propio placer.
A veces se piensa que todo debe suceder espontáneamente, porque no es necesario hablar sobre lo que a cada uno le pasa. Quizás algunas parejas se entiendan a la perfección sin emitir una palabra. Pero, si no, ¿ tendrán que quedar en silencio, penando por ello?
La sexología recoge como uno de los motivos más frecuentes de aparición de anorgasmia femenina, la inadecuada estimulación por parte del amante. Según resultados de algunos estudios, los varones les ofrecen, sobre todo, la penetración y piensan que resulta más excitante si se colocan sobre ellas. Subestiman otras variantes y formas de juego coital y no reparan en el tiempo que las mujeres necesitan para alcanzar el climax. Pero si no hay comunicación, ¿cómo sus compañeros podrían enterarse de su insatisfacción sexual?
Los especialistas consideran que la mayoría de las mujeres, si son estimuladas adecuadamente, pueden experimentar el orgasmo, luego de alcanzar el pico alto de excitación. Aclaran que la respuesta orgásmica es una sola, aún cuando los estímulos puedan recibirse a través de diversas zonas del cuerpo. La sexología en estos tiempos defiende a viva voz el clitoridiano, luego de confirmar, mediante estudios, que el grueso de la población femenina lo experimenta en esta área.
La psicóloga Sarduy, en particular, considera que para sentir el orgasmo se deben dejar atrás la actuación y los fingimientos, y cada una reconocer las respuestas de su cuerpo ante la estimulación erótica. El propio juicio de algunas mujeres sobre la participación en el placer sexual induce la disfunción, tal como aprecia en la mayoría de las que acuden a la consulta del Centro Interdisciplinario de Salud de Marianao, institución de referencia en estudios de salud y género.
Por ejemplo, algunas mujeres exhiben la reproducción como un emblema de salud sexual. No asocian su cuerpo al placer. Lo prestan sin estar preparadas para la relación. No creen que deban negarse a satisfacer a su pareja, aunque no sientan deseos. De normas sociales que impregnan su universo femenino aprenden a mirar la sexualidad de tal modo. Hasta el disfrute lo perciben, como si fuera fantasma de prostitución, porque nunca han escuchado hablar en sus casas de la respuesta sexual femenina.
La mayoría no solicita ayuda. Según estimados de Salud Pública, solo un 2 ó 3 por ciento del total de mujeres que padecen anorgásmia arriban a las consultas de orientación y terapia sexual diseminadas por la Isla. Algunas tocan a nuestras puertas, porque sus compañeros las descubren cuando fingen. No entienden por qué sor portadoras de disfunción sexual y dicen: ¡qué soy anorgásmica, si yo he parido tres veces¡
Este mito perturba la sexualidad femenina desde siglos atrás. Puede que una mujer sea muy fértil y, en cambio, no conozca el orgasmo, y viceversa. Son comportamientos que biológicamente no se relacionan. Hasta se tratan por caminos diferentes.
En pleno siglo XXI, todavía nos encontramos con mujeres que no conocen sus genitales. Es cierto, que por natura, los masculinos están expuestos. La biología no ayuda, la cultura tampoco enseña a reconocerlos, lo he comprobado.
La sexualidad es como una ropa con la que algunas mujeres se visten para un ocasional encuentro con ese otro, del cual son objetos de placer, a quien la cultura le ha dado la misión de hacer uso del cuerpo ajeno, a veces sin pedir permiso. Se precisa que sean ellas pasivas en el acto. La comunicación con la pareja, en su mayoría, suelen evadirla.
Así supondrás por qué no se respetaba el cansancio de Laura. Obviamente, esta situación no propiciaba una experiencia placentera como la comunicada por la amiga, circunstancia que favoreció felizmente su arribo a esta consulta.
No resulta muy navegable para la sexología atravesar ese mar de silencios para llegar al lugar donde esta varada la historia sexual de algunas mujeres. Cómo anclar orientaciones y terapias en sus afectadas vidas, si la mayoría evade las consultas, aunque en los municipios de la Isla existan equipos prestos a abrirles sus puertas: al menos la sexología cubana ya visualiza ese lugar y quiere ayudarlas a reconstruir un cuerpo donde la sexualidad, más allá de la reproducción, se ejerza como un derecho. Es llegar a quererse mucho y una misma regalarse rosas.
Creencias erróneas
Solo en la juventud se logra una buena relación sexual.
La autoestimulación es lícita solo durante los juegos sexuales en pareja.
Algunas intervenciones quirúrgicas, como la histerectomía, esterilización y mastectomía, reducen la capacidad para sentir placer sexual.
La sexualidad se debilita en el climaterio y desaparece en la vejez.
Solo mediante el coito se obtiene orgasmo.
No hay una buena salud sexual, sin una buena salud reproductiva.
El orgasmo en la mujer no es tan importante, porque la menstruación alivia el deseo sexual.
Son prostitutas quienes se entregan a sus propias sensaciones placenteras.
Hay que fingir el orgasmo para no ser abandonada por la pareja.
La anorgasmia se hereda.
La ausencia de orgasmo en la mujer siempre esta causada por una enfermedad orgánica.
Una mujer que se excita mucho, puede volverse loca.
La sexología desglosa a las expresiones de anorgasmia en dos grupos:
Tienen poco o ningún placer erótico ante la estimulación sexual (no logran excitarse, no hay lubricación vaginal, no aparece enrojecimiento de la piel, permanece inalterable el ritmo cardiaco, los pezones no se tornan erectos).
Logran altos picos de excitación, pero no terminan. Se abstienen de responder al orgasmo por situaciones específicas. Es el caso más frecuente (disfrutan las relaciones sexuales, hay lubricación vaginal, reacciones genitales y extragenitales propias de la etapa de excitación)
Por: Carmen Teresa Cedán Brown de Revista Mujeres.
Santiago de Chile, 14 de marzo 2006
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