‘Los estudiantes se ganaron la aprobación para sus demandas y su forma de dar la pelea de la gran mayoría de gente.
La derogación de la LOCE ya es un dato irreversible. Al reponerse el derecho a la educación por sobre el falso principio de la libertad de enseñanza, se rompen las bases sobre la que se levantó la ley de la dictadura.
De esta manera, definitivamente han sido derrotados aquellos que se escudaban en el añejo dictum de Bismark que la política es el arte de lo posible». Con ello constantemente nos querían imponer que lo que hace que una política sea posible es que «ellos» la pueden hacer, que los «escogidos» le dan el visto bueno. Sin embargo, hoy los estudiantes, como hace veinte años también los universitarios y secundarios dieron cuenta de esa también clásica enseñanza de la revolución francesa: la movilización social es la partera de la historia.
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Lo importante es que la famosa oportunidad a que todos apelan, debe seguir en manos de los estudiantes. Las transformaciones en la educación deben seguir en manos de quienes juegan un rol relevante en ellas, sean estos académicos, estudiantes, organizaciones de la sociedad civil, expertos en la materia o personas técnicamente capacitadas. Sin duda que aun deben enfrentarse múltiples legítimos intereses en orientar de una u otra forma los cambios, pero lo importante es que quienes están actuando con un sentido de país, hoy son los estudiantes.
La libertad de enseñanza, entendida como la extensión de los valores del libre mercado a la educación es el principio que hoy está en cuestión, al respecto la pregunta que cabe es: ¿tendrá el gobierno la decisión política para modificarlo?, creo que es imprescindible que el debate en las próximas semanas se centre en este aspecto, ya que la resolución en una u otra dirección determina los otros aspectos de la crisis de la educación. Si la libertad de enseñanza se entiende como la capacidad de los sujetos que participan del proceso educativo (estudiantes-padres-profesores-estado) de fijar los objetivos de largo plazo, entonces habremos ganado una importante batalla contra el mercantilismo imperante.
Un aspecto que será decisivo es el rol que jugara la izquierda en este proceso. Debe enfrentarlo unida y con un sentido de país. No puede haber confusiones, el enemigo es la derecha y debemos buscar todos los aliados posibles para construir el sistema educacional que requieren nuestros hijos. Esto depende de nosotros, y no esperemos una vez más que otros nos hagan la tarea.
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Los temas pendientes son la clave del proceso que viene: el rol del Estado en la educación, la jornada escolar completa, lo formación y la carrera docente, la administración municipal de los colegios, etc., etc., Este último tema con justa razón ha sido puesta en tela de juicio por muchos alcaldes, algunos de ellos ya han anunciado su interés en devolver el control de sus colegios a otros organismos con más capacidades, en un acto que merece reconocimiento.
Digo esto porque cuando se critica el hecho que cualquier persona con cuarto medio puede instalarse con un colegio, a nivel de municipios se da la paradoja de que un alcalde con el mismo nivel educacional y sin arriesgar nada propio asume por el solo imperio de la ley, la conducción de muchos colegios al mismo tiempo y, seamos objetivos y realistas, los resultados que han conseguido están a la vista, hablan por si solos y cada vez que piden más recursos lo único que hacen es reafirmar lo que digo.
Me pregunto como es posible que el Estado
se comprometa legalmente a velar por la calidad de la educación si sus gerentes o administradores no tiene ninguna capacidad técnica para responder a los desafíos que significa llevar adelante procesos educacionales dignos, que den cuenta de una sola y cruda realidad: estamos en el siglo XXI. Pastelero pues
. A tus pasteles.
Por último, los estudiantes han reivindicado y vuelto a poner en el tapete la fuerza de las utopías. Ojalá nuestros partidos políticos aprendieran esta lección, porque la izquierda también es juzgada con parámetros del siglo XXI.
Por: Gonzalo Rovira S. El autor es miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 8 de junio 2006
Crónica Digital
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