El Indice de Expectativas Empresariales (IEE) de la entidad atribuye la caída a la percepción de los hombres de negocio de que la economía podría entrar en una fase de menor crecimiento en un mediano plazo.
De acuerdo al informe semanal de del gremio, el índice de las empresas de menor tamaño mostró la mayor caída (de 73,1 a 63,7), pero las medianas y grandes también reflejaron descensos, aunque algo más moderados.
La entidad señala que el importante deterioro en el sentimiento de negocios de las pequeñas empresas parece estar estrechamente vinculado a fenómenos coyunturales en pleno desarrollo, especialmente el bajo nivel de actividad económica durante el mes de abril.
También influyeron tasas de interés más altas, aumento en los precios internacionales de los combustibles y mayores grados de incertidumbre respecto de la normalización de las políticas monetarias locales e internacionales.
Esto se refleja en el hecho de que el 47 por ciento de las pequeñas empresas indican que ha habido un empeoramiento en las condiciones económicas actuales, porcentaje que era de sólo 10 en marzo pasado.
En las medianas y grandes empresas sólo alrededor de 30 por ciento indican que percibe un empeoramiento en las condiciones económicas actuales.
Santiago de Chile, 12 de julio 2006
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Mié Jul 12 , 2006
La autoría de esta declaración desesperada, podría perfectamente ser atribuida a cualquier político o ciudadano común actual que haya estado siguiendo con atención el estado en que se encuentra el sistema carcelario chileno, con sus cifras de sobrepoblación y condiciones de existencia de precariedad extrema, inhumana y degradante. Sin embargo, no fue pronunciada por ningún prohombre de nuestro presente, sino por el tipógrafo, educador, sindicalista y fundador de mancomunales, federaciones, periódicos y partidos políticos obreros, Luis Emilio Recabarren. Tal diagnóstico acerca del régimen carcelario fue pronunciado en una conferencia que dictó con ocasión del primer centenario de la Independencia de Chile. Han pasado 130 años desde el natalicio de don Reca y casi cien años de su conferencia. Y sin embargo, su reclamo tiene una vigencia tal que pone un manto de dudas acerca de si hemos progresado realmente en esta materia a casi doscientos años de nuestra historia republicana. En efecto, el sistema carcelario chileno, hasta antes de 1822, estaba compuesto por cárceles y locales en Santiago, que expresaban la herencia directa de la administración borbónica. La legislación del Antiguo Régimen concebía a la cárcel como un lugar transitorio para la espera de condenas mayores, como la ejecución pública, la expropiación de bienes o el exilio. Debido a ello no se le prestaba mayor atención a la mantención física del lugar, ni tampoco se creía que estos espacios de reclusión fuesen el lugar de castigo y redención para aquél que tras haber atentado contra la sociedad, encontraría en la soledad del encierro la reflexión y el perdón para sus culpas, reintegrándose luego como individuo rehabilitado a la comunidad. La esencia de los males, versaba la concepción mayoritaria, se localizaba en los reos de más alta peligrosidad, por lo cual a éstos no se les permitía encontrarse en los mismos recintos carcelarios que los individuos detenidos por delitos simples. En consecuencia, se habilitó el antiguo presidio español de la isla de Más Afuera en Juan Fernández, la que en el pasado había servido como recinto carcelario que albergó a muchos de los patriotas en los tiempos de la Reconquista Española, entre 1814 y 1817. Como es conocido, aún en la actualidad del siglo XXI hay quienes piensan que crear una isla cárcel es una solución seria para el problema de la delincuencia. En aquellos años se pensaba que la lejanía de esta cárcel respecto de la sociedad y la convivencia obligada entre presos y carceleros impactarían sobre la conducta de los convictos, desincentivándolos para la comisión de futuros delitos. El mecanismo punitivo era simple: el castigo ejemplificador por medio de la soledad obligada, maltratos físicos, precariedad de víveres y ausencia de comunicación con las actividades continentales. No obstante estos objetivos, la reclusión de presos y guardias en la isla provocó una creciente hostilidad y rebeliones que a partir de 1830 cobraron forma en múltiples motines, sublevaciones y fugas en buques. A raíz de estas dificultades, Andrés Bello, junto a otros intelectuales de la época, hizo públicamente hincapié en la necesidad […]