La Asociación Mundial de Periódicos (WAN, por sus siglas en inglés), informó a principios de octubre que 26 de esas muertes tuvieron lugar en Iraq, país víctima de una guerra de ocupación por parte de Estados Unidos, desde marzo del 2003.
Ejercer el periodismo hoy día es más peligroso que nunca, aseveró Timothy Balding, director general de la WAN, quien aseguró que en la última década más de 500 periodistas fueron ultimados «por haber hecho simplemente su trabajo».
La WAN, con sede en París, representa a 18 mil periódicos y entre sus miembros se incluyen 73 asociaciones nacionales periodísticas, 11 agencias de noticias y nueve grupos de prensa regionales e internacionales.
El periodismo es una profesión de cierto riesgo. Quienes lo han practicado conocen de coyunturas y escenarios noticiosos poco apacibles, pero el análisis es otro muy diferente cuando se emplean la intimidación y el crimen con el propósito de acallar la verdad.
Para la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), la violencia contra los trabajadores de la prensa es también violencia contra la ciudadanía y el derecho a la información.
En 2005, hubo en todo el mundo 63 periodistas y cinco colaboradores muertos. De nuevo el territorio ocupado de Iraq -con 29 fallecidos- encabezó la luctuosa estadística mundial, en gran parte debido a la inseguridad que introdujo en ese país la invasión de Estados Unidos.
Otro examen revelador se desprende del panorama latinoamericano, donde entre julio y septiembre de este año fueron asesinados 13 miembros del sector en siete países, según la Comisión Investigadora de Atentados, adscrita a la FELAP.
La entidad regional denunció cómo, además de asesinatos y desapariciones, los periodistas de la región sufrieron a diario ataques de diversa naturaleza, desde golpizas de las mafias y agresiones policiales, hasta atentados gubernamentales y legislativos.
El mayor peligro de muerte del periodismo regional radica hoy en la alianza entre bandas armadas del narcotráfico, con frecuencia asociadas a la corrupción del poder político.
México es el país del continente con más periodistas asesinados, fatídico récord que otrora lideraba Colombia.
Una veintena de profesionales hallaron la muerte en los seis años de gobierno de Vicente Fox, aunque desde 1983 hubo 57 homicidios, de acuerdo con un reporte de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos.
En el sexenio foxista México pasó a ser uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo.
La reportera mexicana Lydia Cacho, quien sufrió violentos atropellos a finales de 2005, escribió el 12 de marzo: «Han pasado 82 días desde que fui arbitrariamente detenida y encarcelada por haber escrito un trabajo que delata una red de pornografía infantil».
En los últimos 40 años han desaparecido o fueron asesinados más de 800 periodistas en América Latina, casi 120 de ellos durante la dictadura militar en Argentina.
Lo más terrible, empero, de arrancar tanta vida inocente es la impunidad que prevalece y que la realidad confirma.
De manera excepcional llegan a conocerse los autores materiales e intelectuales de los crímenes cometidos, denuncian dirigentes y miembros de organizaciones gremiales de la región y del mundo.
Aún sin concluir el año, ya el 2006 clasifica como el más mortífero para la prensa en el último decenio.
¿Dejará de hacerse periodismo? El espíritu garciamarquiano (del escritor colombiano Gabriel García Márquez), paradigma de tantos debutantes en el oficio, podría dar la respuesta.
«Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia… pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente», sentenció el Premio Nobel de Literatura.
La Habana, 19 de octubre de 2006.
Prensa Latina
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