En un gesto inusual como instancia suprema de la ONU, la Asamblea debió proceder a una votación abierta a petición de Estados unidos, para aprobar la formación de ese nuevo mecanismo considerado pieza clave en la reforma de este órgano mundial.
Sin el meritorio consenso de la comunidad mundial, el flamante Consejo entrará en vigor por votación de 170 a favor, cuatro en contra (Estados Unidos, Israel, Palau e Islas Marshall) y tres abstenciones (Venezuela, Irán y Belarús).
Su creación dejará ulteriormente sin efecto a la presente Comisión de Derechos Humanos (CDH) con sede en Ginebra, con el propósito de tratar de rescatar la credibilidad perdida en esta labor por manipulaciones políticas, selectividad y dobles raseros.
Pero el embajador cubano ante la ONU, Rodrigo Malmierca, advirtió que nada en las reglamentaciones del nuevo Consejo «impedirá las tradicionales maniobras de las potencias del Norte para condenar de modo injusto a los países del Tercer Mundo».
«Nada limita la perniciosa y socorrida práctica de imponer resoluciones políticamente motivadas contra los países del Sur, sin sujeción a respeto, a criterio alguno», dijo el embajador cubano al explicar que su voto a favor fue a petición de naciones amigas.
Desde que el presidente de la Asamblea General, el embajador Jan Eliasson, presentó a fines del mes pasado este proyecto de resolución para la creación del Consejo, el gobierno de Estados Unidos se opuso porque no se ajustaba a sus aspiraciones en este asunto.
El embajador estadounidense, John Bolton, sostuvo hasta ayer que reclamaría la reapertura de las negociaciones para enmendar ese texto, pero finalmente decidió limitarse a expresar su desacuerdo en espera de una revisión de la estructura y labor del Consejo.
Para el embajador Malmierca, la solicitud de voto hecha hoy por Estados Unidos «no significa que ese texto no haya sido concebido y negociado tras bambalinas para acomodar sus principales exigencias, sacrificándose intereses vitales de los países del Sur».
Bolton admitió ante la Asamblea que algunos de los objetivos perseguidos por Washington quedaron en el texto, aunque lamentó que ese documento no exprese los criterios excluyentes apoyados por su delegación.
Sin embargo, el embajador de Venezuela, Fermín Toro Jiménez, expresó las reservas de su país por la permanencia en ese documento de párrafos que permiten la formación de expedientes para la intervención en los asuntos internos de los Estados.
Toro Jiménez explicó que Venezuela no votó contra de ese resolución para no ser parte de lo que llamó «la comparsa de Estados Unidos».
En cambio, el embajador de la República Bolivariana explicó que su gobierno se abstuvo para reafirmar que las partes objetadas en ese documento carecen de obligatoriedad así como de efectos políticos y ni jurídicos para su país.
Al expresar su apoyo a la resolución, el embajador de México Enrique Berruga, expresó sus esperanzas de que el Consejo no padezca los problemas de selectividad, politización y dobles raseros que deterioraron la credibilidad de la CDH.
Por: Tomás A. Granados
Naciones Unidas, 16 marzo 2006
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