De estas muertes, la mitad será a edad prematura y ocurrirán en la edad adulta. Los fumadores tienen más del 50% de probabilidades de morir por enfermedades relacionadas con el humo del tabaco.
Las frías cifras del tabaquismo representan a personas que se enferman y sufren largamente para finalmente morir ahogados. Muestran una terrible epidemia extendida en todo el mundo, la cual es interpretada como una pandemia. Cada año el tabaco causa tres millones y medio de muertes en el mundo, equivalente a 10.000 muertes diarias.
De estas, cerca de la mitad ocurre entre los 40 y 60 años, con pérdida de unos 20 años de esperanza de vida normal. Se estima que para el 2020 el tabaco será la mayor causa de muerte y discapacidad, matando a más de diez millones de personas por año y causando más muertes que el mismo SIDA.
Los fumadores que sufren de hipertensión arterial tienen 26 veces más impotencia sexual, según un estudio presentado en San Francisco (EE.UU.), durante un congreso de la Sociedad Estadounidense de Hipertensión. Las mujeres que fuman después de saber que están embarazadas tienen una alta probabilidad de quedar mentalmente enfermas.
El fumar acelera la menopausia, el riesgo de cáncer de mamas, páncreas, pulmones, garganta, cáncer de colon y la posibilidad de generar aneurisma cerebral. El cigarrillo envejece la piel, mancha los dientes y las uñas y provoca artritis reumatoide. Fumar durante el embarazo, aumenta en el niño el riesgo de padecer asma.
La nicotina, el compuesto más adictivo de los cigarrillos, ocasiona daños en una región del cerebro que afecta el control emocional y la excitación sexual, ocasionando además ansiedad, trastornos de pánico y del sueño. El enfisema pulmonar es otro de los males que ataca silenciosamente al fumador.
Un quinto de los adictos al tabaco terminan desarrollando una grave afección respiratoria. Los fumadores tienen un 70 por ciento más de probabilidades de perder el oído o sufrir discapacidad auditiva. El cigarrillo es veneno y provoca discapacidad, entonces hay que pensarlo dos veces antes de aceptar la «amable» invitación a «fumarse un cigarrito».
Los fumadores pasivos también pueden aumentar el riesgo de convertirse en discapacitados auditivos. El estudio halló que las personas que vivían con un fumador eran dos veces más propensos a sufrir problemas de audición . En este escenario son los niños los más propensos a enfermar.
Basta una pequeña cantidad de humo de tabaco inhalado indirectamente para dañar la facultad de aprendizaje de un niño, afectando su capacidad de lectura, matemática y razonamiento.
La combinación del ruido y el fumar duplica el riesgo de padecer pérdida de audición, según un exhaustivo estudio en el participaron 4.624 trabajadores de la industria siderúrgica, en Japón. El riesgo de sufrir una pérdida auditiva era de un 156 por ciento más entre los fumadores que trabajan bajo condiciones ruidosas en una fundición.
Se dice que en poco tiempo, el tabaquismo será una enfermedad predominantemente femenina, y las sociedades avanzadas pagarán caro el atrevimiento de las compañías tabaqueras, que durante las últimas décadas han presentado al cigarrillo como un símbolo de status y emancipación de la mujer.
«Un tercio de las adolescentes actuales morirá a causa del tabaco, lo mismo que una de cada dos fumadoras regulares, una situación extrapolable al hombre, ya que la toxicidad del cigarro no diferencia sexos», según explica Francisco Javier Ayesta, profesor titular de Farmacología de la Universidad de Cantabria (España), que dirige el Seminario Tabaco y Mujer.
«Hay cuatro motivos para que hoy la mujer esté superando al hombre en el dañino hábito de fumar: la publicidad, la depresión, el estrés y el miedo al sobrepeso». En los países industrializados las mujeres que ahora tienen 40 años, tienden a dejar el tabaco menos que los varones y las adolescentes se inician en el hábito mucho antes que los hombres.
La Organización Mundial de la Salud, en su 56 Asamblea del 21 de Mayo de 2003, estableció el «Convenio Marco para el Control del Tabaco». En este convenio insta a todos los Estados a proteger a las generaciones presentes y futuras, frenando el consumo del cigarrillo y la exposición al humo del tabaco.
En mi trabajo de integración social de personas con discapacidad, he visto a muchos perder la voz, facultades mentales y físicas a causa del cigarrillo. Permítame recomendarle por su salud dejar este dañino, sucio y mal oliente hábito.
Por: Alejandro Hernández. El autor es Presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados. Mail fundacion@fnd.cl www.fnd.cl
Santiago de Chile, 11 de agosto 2006
Crónica Digital
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