Paradigmas propios desde la construcción de sentido
Cuando se está construyendo un relato fílmico, la gran pregunta frente a una locación es dónde ubicar la cámara, es decir, desde dónde se construirá el relato, desde dónde se observará, qué tensión se le dará a la narración con la escala de planos (decupage) y, lo más importante: cuál es la creación de sentido que se desea generar en las audiencias con esa opción estética. Estas preguntas, a lo largo de la historia, se han cargado de opciones, por ejemplo, Dziga Vertov, padre del documental en el cine soviético, por medio del cine-ojo (kino glaz o cine verdad) proponía desterrar como invenciones burguesas la puesta en escena, los guiones, los actores, los estudios, etc., para recurrir sólo a los elementos tomados en vivo de los documentales (Sadoul, 1983).
En este caso se optó por la búsqueda de una mirada política-ideológica, en el cómo contar la historia de una Rusia revolucionaria, cargada de preguntas, necesidades y desafíos frente al cine, y cómo construir realidad desde éste. Todo en una época en la que no había creación de discursos en el mundo de las imágenes poszaristas. Tiempos
donde la realidad competía con la ficción, donde el realismo socialista buscaba concluir
con un cine de la transparencia norteamericano que negaba la producción y el trabajo de los hombres, para así sólo reivindicar la historia y la imaginación, y, con esto, la enajenación.
Es, desde esa búsqueda, de donde la industria audiovisual de cualquier rincón del mundo debe generarse preguntas frente al cómo interpretar la realidad, ya que son estas preguntas, materializadas en acciones, las que concluirán en una identidad reconocible y aplicable en el cotidiano de los pueblos.
Bajo este sentido, el gran desafío de cualquier industria cultural en desmedro de posiciones con las meganaciones (y actualmente megarregiones) es escribir y producir sus propios contenidos.
En este campo, Chile sufrió por muchos años un desequilibrio respecto al consumo cinematográfico de la audiencia nacional, con un 98% de cine norteamericano en las pantallas chilenas. Desde ese ángulo, pero ejemplificado con la sociedad de la información, Enrique Bustamante, en su libro Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación y cultura. Las industrias culturales en la era digital (Bustamante, 2003), plantea que es una realidad afirmar que las regiones de mayor manejo tecnológico (en este caso, productivo del cine) son también continentes o países con mayor presencia y manejo hegemónico en el campo cultural y temático.
Baje
texto completo del estudio de Fernando Veliz
Santiago de Chile, 21 de diciembre 2006
Crónica Digital , 0, 64, 9