Al respecto, explicó que un producto usualmente consumido por los estudiantes para los objetivos indicados son las llamadas «bebidas energizantes», las cuales circulan rotuladas como «alimento para deportistas».
En rigor, precisó, «más que energizantes, son estimulantes, pues contienen altas dosis concentradas de cafeína, equivalentes a casi tres tazas de café». La cafeína, agregó, «es una sustancia capaz de activar el cerebro, estimulando los sistemas nervioso central, respiratorio y cardíaco». Estos productos además contienen taurina y guaraná, un fruto con alta dosis de cafeína. Por tanto, «son especialmente riesgosas para los hipertensos».
«Es necesario puntualizar que no son equivalentes a las bebidas isotónicas, que contienen vitaminas y minerales para reponer los perdidos en el ejercicio. La cafeína está incluida entre las sustancias dopantes (de doping) por lo que no puede ser usada por deportistas competitivos», indicó el académico.
Y subrayó: «No existe ningún estudio científico que demuestre que las bebidas estimulantes mejoren el rendimiento físico o mental. Y revisten el enorme peligro de que su consumo sea el punto de partida para el uso de otras sustancias. Se trata de una droga más que produce adicción y un gran desgaste, tiene un período de cuatro a seis horas de aceleración, pero después viene la caída. Ahora bien, para enfrentar el fenómeno del «bajón» suele ocurrir que se recurre al alcohol u otras drogas. El peligro es el policonsumo».
Tosso advirtió que «también es particularmente peligrosa la combinación que se suele entre productos, con el objeto de incrementar efectos de estimulación: energizante con aspirina; energizante con psicofármaco; café con aspirina; bebida cola con café; y bebida cola con café y ácido acetilsalicílico (o con fármacos que combinan cafeína con ácido acetilsalicílico)».
Los estudiantes que buscan productos para mejorar su rendimiento, en realidad no lo hacen porque quieren rendir más, sino porque notan que están rindiendo menos, que se encuentran experimentando una disminución del rendimiento intelectual a raíz del ritmo académico, que produce estados de agotamiento. «El problema es que este fenómeno no se soluciona con productos farmacéuticos: no hay una pastilla para el cansancio», indicó el académico.
Entre los productos a los que recurren los estudiantes, los más peligrosos «son los de venta bajo estricta receta, como las anfetaminas y sus derivados».
«Las anfetaminas puras son difíciles de obtener. Pero existen derivados de anfetaminas que todavía están en el mercado y que pueden provocar serios problemas de adicción. Los estudiantes empiezan tomándolos para no dormirse y pueden terminar haciéndose dependientes. El riesgo es que deterioran las neuronas y terminan afectando la conducta y el rendimiento. Estimulan por unas cinco horas, pero luego hay una caída. Entonces, consumen más para sentirse en actividad y, cuando están muy excitados, recurren a los psicotrópicos tranquilizantes. De allí a la drogadicción hay un paso», consignó.
Y puntualizó: «Las anfetaminas no favorecen el aprendizaje. Si bien en apariencia parecen aumentar la memoria, se caracterizan por ocasionar lapsus. El estudiante se presenta al examen muy acelerado, sin capacidad de ordenar las ideas y experimenta lagunas durante la prueba».
El metilfenidrato es utilizado, al igual que las anfetaminas, para tratamiento de trastorno infantil ADHD. Pero ya está difundiéndose su
uso como droga de estimulación. La efedrina y la pseudoefedrina son dos psicoestimulantes difundidos en el mercado farmacéutico, encontrándose en preparaciones de descongestionante nasales y que se les usa abusivamente para mejorar el rendimiento físico.
«Lo más preocupante de este cuadro es que derivado del estudio de drogas para el mal de alzheimer y la esquizofrenia, ya están en período de aprobación fármacos estimulantes no anfetamínicos con efectos directos sobre la estimulación cognitiva de la memoria, el aprendizaje, y la concentración, sin los efectos adversos que tienen las anfetaminas. Algunas ya están en el mercado chileno, como el modafinilo y el piracetam», comentó Tosso.
También existen productos de venta libre, fundamentalmente vitaminas, suplementos dietarios y tónicos, que además de vitaminas reúnen minerales y aminoácidos, y que son usados con la ilusión de aumentar las energías y el rendimiento en el estudio.
«Desde el punto de vista científico, es falso que una persona pueda mejorar su rendimiento tomando vitaminas. Las vitaminas son nutrientes que necesitamos para funcionar y un exceso no garantiza un mejor funcionamiento», señaló.
Además de no servir a esos propósitos, un exceso de vitaminas puede ser peligroso. Es recomendable tomarlas sólo por indicación médica.Las vitaminas hidrosolubles, que se disuelven en agua, no son peligrosas. «Pero las liposolubles es decir la A, D, E y K que se disuelven en grasa son peligrosas porque se forman depósitos en el organismo. Un exceso puede ocasionar hipervitaminosis y generar trastornos orgánicos», indicó.
Añadió: «Entre el grupo de los tónicos hay cosas como el ginseng cuyo poder energizante es muy discutido, aunque no es dañino. Este tipo de productos no son adictivos en sí mismos, pero pueden ser placebos, cuyo problema es la asociación en la imagen de cada sujeto de que requiere una sustancia determinada para rendir de determinada manera».
Y concluyó: «Por nuestra experiencia académica, podemos aseverar que no existe otro camino más viable para acometer exitosamente el desafío del estudio, que estimularse con la propia vida. Esto implica desarrollar la capacidad de gobernar nuestras propias vidas y cuerpos, construyendo capacidad de autodisciplina y de organización del tiempo, reconociendo además los propios límites y los ritmos de nuestra biología».
Santiago de Chile, 9 de abril 2007
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