Cristo me ha enviado a evangelizar a los pobres (Palabras de Vida, Homilías de D. Enrique Alvear, Ed. Rehue 1988, pág.13), fue el lema episcopal elegido por Don Enrique y el contenido de la breve homilía que pronunció el día de su consagración en la basílica de Lourdes, el 21 de Abril de 1963. Eligió este templo porque estaba situada en la periferia de Santiago, en un barrio obrero, y como alternativa a su petición inicial de ser consagrado en un gimnasio techado, que no fue aceptada, señala la convocatoria de la fundación que lleva su nombre.
En 1961, el Cardenal Raúl Silva, recién nombrado Arzobispo de Santiago, pide a Don Enrique ser uno de sus Vicarios Generales, con el especial encargo de preocuparse de los sectores populares, urbanos y rurales de la Arquidiócesis (que en ese tiempo se extendía hasta la costa). A comienzos de 1963, lo nombra Director de la Misión General, que fue un acontecimiento que impactó profundamente el modo de hacer pastoral en la Iglesia (id. Pág. 23 y ss.). El 21 de Abril de 1963 es consagrado obispo y asume como auxiliar de D. Manuel Larraín en la diócesis de Talca.
Eran tiempos marcados por la palabra revolución y la inquietud de Don Enrique es reconocer en estos procesos de cambios el paso de Dios y aportar a ellos con la levadura del Evangelio.
En carta al director de EL Mercurio, en 1969, escribía: No andemos temerosos porque hay signos de violencia, anhelos revolucionarios, fuertes movimientos juveniles que buscan un mundo más justo. Sintamos la alegría de saber que todo eso es el signo que nos manifiesta que Dios está impulsando en el mundo un gran cambio. El quiere una comunidad humana donde el hombre sea más persona y las personas más solidarias…El cristiano, con la claridad del Evangelio, debe distinguir en todos aquellos signos, hacia dónde va el movimiento renovador con que Cristo Resucitado impulsa el mundo…. Parte, como siempre con su testimonio personal: entrega la casa episcopal a las organizaciones de trabajadores y se construye una casita de material ligero en el patio de la casa de retiros de San Felipe; celebra la Navidad en los lugares más pobres. Crea un equipo de pastoral rural Las Golondrinas ; e impulsa las Comunidades de Base a partir de misiones locales en toda la diócesis.
Confía muchas de estas comunidades a religiosas, a quienes invita a vivir entre los pobres y como los pobres, Escribía Don Enrique el 11 de Agosto de 1972:Hace ya varios años que las Hermanas trabajan pastoralmente en las poblaciones obreras y rurales de La Ligua (…). Creo llegado el momento de dar un paso más adelante: que una pequeña comunidad de Hermanas viva entre los pobres con el estilo de vida de los pobres. Eso significará una presencia más activa y comprometida de la Iglesia con los pobres… ( Pág 187).
En 1973 renuncia a la diócesis y es pedido por el Cardenal Silva como Obispo Auxiliar de Santiago. Asume por un año, 1974, como Vicario de la Zona Oriente y a partir de 1975 hasta su muerte en 1982, es Vicario de la Zona Oeste. Y aunque es un contexto socio-político completamente diferente al de San Felipe, Don Enrique es fiel a sus opciones personales y eclesiales. Se va a vivir a uno de los sectores más pobres de la Zona Oeste: Pudahuel, y pide al Padre Mario Garfias que lo acoja en su casa parroquial. Así comienza su ministerio entre los más pobres de la periferia de Santiago con un nuevo gesto de despojo y solidaridad.
Desde allí visita incansablemente todas las poblaciones de su sector, apoyando a las Comunidades y sus agentes pastorales y a las organizaciones solidarias que los pobladores iban creando al alero de la Iglesia. A nivel de Santiago y de Chile se multiplican sus gestos y sus palabras para defender la vida y la dignidad de todo ser humano y para cooperar con todo el Episcopado chileno y latinoamericano que en Puebla hace explícitamente una opción preferencial por los pobres y en Chile declara que la Iglesia es servidora de la vida.
Convocó en 1976 al Sínodo de la Zona Oeste que culminó en Diciembre de 1977. Allí se sistematizó la nueva pastoral que iba surgiendo en esa zona, como respuesta a los nuevos desafíos que creaba en Chile la dictadura militar: Pastoral de Solidaridad; Pastoral de Evangelización y catequesis; Pastoral de Comunidades Eclesiales de Base. Todo desde la fuerza del Evangelio.
Y desde la perspectiva de los Pobres En carta a una religiosa amiga escribía en 1981:Puebla nos ha señalado una perspectiva muy clara para juzgar la historia. La Iglesia no puede colocarse en el punto de vista de los políticos, de los sociólogos, de los sindicalistas, de los economistas, etc. Respeta todos estos puntos de vista y los considera muy necesarios, pero ella tiene su propia perspectiva: la Perspectiva de los Pobres. Estoy convencido que todo grupo cristiano que busque conocer y vivir el Evangelio, debe colocarse en la perspectiva de los pobres, porque desde allí miró Jesús toda la historia humana. Así entendemos las Bienaventuranzas y el juicio de las naciones.
En Abril de 1982 cae en cama para no levantarse más y dirige un mensaje a la Zona Oeste: Yo estoy sufriendo pero en la zona otros sufren más que yo(…)Asumo la misma condición de Cristo paciente, entregando su vida al Padre bajo el impulso del Espíritu Santo por la salvación y liberación evangélica de sus hermanos (id. Pág 407). El día 29 celebra su pascua y su féretro es llevado por los pobres de Santiago, en andas, desde la Catedral hasta la Basílica de Lourdes donde hasta hoy reposan sus restos.
Fuente: Fundación Enrique Alvear Urrutia
Santiago de Chile, 23 de abril 2007
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