ACADÉMICO SOSTIENE QUE REDUCCIÓN DE LA JORNADA LABORAL NO DEBE IMPLICAR UNA DISMINUCIÓN DE LOS SALARIOS

A propósito del proyecto declarado admisible en el Congreso, el especialista en psicología laboral y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Raúl Berríos, advierte que bajar las remuneraciones aumenta la probabilidad de generar conductas ‘contraproductivas’ que, incluso, pueden llegar a dañar los procesos de una empresa.

  Señala que la iniciativa está en línea con la experiencia internacional y emplaza a participar en el debate al Ministerio de Salud, por el ahorro que generaría para el sector público disminuir las enfermedades asociadas a una alta carga de trabajo, como la depresión e, incluso, el alcoholismo.

 La Cámara de Diputados  declaró admisible el proyecto planteado por la diputada del Partido Comunista, Camila Vallejo, que reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales. Al respecto, el Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, rechazó apoyar la iniciativa “si es que no involucra un cambio paralelo de los salarios, porque lo que no podemos hacer es ponerle más carga a la economía”.

El especialista en psicología laboral y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Raúl Berríos.

Para el psicólogo experto en comportamiento organizacional y académico de la Facultad de Administración y Economía (FAE) de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Raúl Berríos, bajar las remuneraciones por disminuir la jornada laboral no es aconsejable.  “El problema de reducir los salarios es que las personas forman un ‘contrato psicológico’. Es decir, tienen ciertas expectativas de lo que una organización o empresa les va a dar”, parte su explicación.

“Cuando se baja el sueldo de manera arbitraria, por una reforma como esta”, continúa, “el empleado lo primero que experimenta es una sensación de traición, de que le están cambiando las condiciones que se habían pactado en un principio”.

En ese sentido, “lo que muestra la evidencia es que cuando las personas experimentan este quiebre en el contrato psicológico, aumenta la conducta contraproductiva, desde flojear hasta, incluso, dañar intencionalmente el proceso productivo”.

El académico reconoce que “bajar la cantidad de horas de trabajo efectivamente llevará a un aumento en el costo de la mano de obra, por lo que las empresas tendrían que contratar a más personal para cubrir esas horas a un costo promedio más alto”.

Sin embargo, indica que para evitar este ‘shock’, “la clave para que esto pueda implementarse es que se realice un decrecimiento paulatino”.

“Para las empresas, no es bueno que, de un momento a otro, la jornada pase de 45 horas a 40”, indica, pero llama a ponderar que “los sueldos en Chile son malos en comparación a otros países de la OCDE”.

Por otra parte, sostiene que esta iniciativa podría implicar un ahorro en la salud pública. “Es importante que en la discusión no solo participe el ministro de Hacienda, sino también la ministra de Salud, porque hay una cantidad impresionante de evidencia que muestra las consecuencias que tiene para la salud de las personas trabajar largas jornadas”.

Según el especialista, estudios corroboran que trabajar largas jornadas aumenta la probabilidad de conductas como fumar, alcoholismo e incrementan los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares y músculo-esqueléticas.

“Hay un ahorro que, en teoría, se podría generar por el solo hecho de reducir alguna de estas enfermedades que para el sistema de salud son una carga importante porque son muy costosas. Podría ser interesante en el cálculo que realiza el ministro de Hacienda, cuáles son los ahorros potenciales que se podrían hacer en salud pública, y estimar la conveniencia de una medida de este tipo”, afirma.

Experiencia internacional

Según Berríos, “el proyecto está en línea con lo que sucede en el mundo”. “Uno ve que desde la década de 1990 en adelante, las jornadas laborales de países desarrollados y en vías de desarrollo o menos desarrollados, como República Checa o Eslovenia, han ido reduciendo su número de horas”, indica.

Agrega que “desde 2010, en un país como Portugal, que tiene un PIB per cápita similar al de Chile, se trabaja a la semana alrededor de 37 horas”.

“La evidencia reciente, que vincula horas de trabajo y productividad, lo primero que arroja es que las jornadas más largas de trabajo están asociadas a menos productividad, y que el factor que explica esta merma es la fatiga en las personas. Es decir, que las personas se cansan con tantas horas trabajando, y eso hace posible que la cantidad de errores aumente y que la calidad de la producción se vea afectada”, sentencia.

Además, indica que otro estudio publicado en 2014 demuestra que “entre las 35 y 40 horas, se podrían observar buenos niveles de productividad”.

Con todo, indica que uno de los principales problemas que debe resolver el proyecto tiene que ver con las empresas que trabajan con renta variable, ya que sus empleados trabajan por cumplimiento de metas, lo que les haría más difícil alcanzarlas al tener menos horas de trabajo.

“Ese tema es muy delicado y tiene que ser resguardado en la ley”, subraya.

Santiago de Chile, 7 de abril 2017
Crónica Digital / usach.cl

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