El Chile de las papeletas, esa que esconde campañas millonarias, invadiendo las calles con rostros y nombres repetidos hasta el agotamiento, espera sin grandes sorpresas su turno. Las elecciones municipales afinan sus últimos detalles, los partidos y plantillas, se encuentran casi arreglados, no se esperan grandes sorpresas, ni profundos cambios en el mapa de “representación” municipal. La única preocupación es el número de personas que asistirán a votar, en el contexto de la inscripción automática y voto voluntario.
Salvo un ausentismo numeroso o una inclinación desmesurada por el voto nulo, la arquitectura política del modelo, sigue viva y coleando. Desde esa perspectiva la mentada discusión entre Alberto Mayol sociólogo de la Universidad de Chile y su tesis sobre la “Caída del modelo” y las lecturas de Guzmán y Opliger en su “Malestar de Chile” y por tanto la continuidad a partir de la molestia, no hacen otra que encauzar o llevar al terreno académico, una discusión de bastante larga data, gestada desde las tribunas virtuales como Rebelión, Clarín Chile, Crónica Digital, entre otros medios, a lo menos desde hace seis años atrás. Para ser precisos desde “la primavera estudiantil secundaria”.
Al alero de esas movilizaciones, se pudo dar por terminada la política de los acuerdos, tal cual como había sido usada hasta ese entonces, en su apartado de concubinato… Nació entonces, una nueva manera de relacionarse, entre el mundo social y las autoridades de turno, lo que algunos especialistas llamaron, los inicios de la transición social y por tanto el malestar de esta clase media castigada y desprotegida por el modelo vigente.
El triunfo de la derecha, es fruto de la capitalización de la idea de cambio y del cansancio social, con una coalición política incapaz de sostener sus propios planteamientos.
En ese escenario, tanto caída como malestar, no son más que palabras dotadas de una cuota importante de marketing editorial.
Asistimos por cierto a un periodo de cambios abruptos y violentos, donde la permeabilidad del modelo político, tendrá que extremar sus facetas para sobrevivir, sin embargo, los ejemplos de Honduras y Paraguay, nos dan ciertas claves de por donde, pretenden los grandes grupos económicos sortear sus crisis, si lo consideran necesario.
Las movilizaciones sociales por sí solas, no aseguran por ningún motivo, mejores alternativas, de hecho su mayor logro, es propiamente simbólico, en el sentido de cuestionar la educación como área libre de emprendimiento y negocio, pero eso no basta para decir que nos encontramos ante una generación que puede ser la sepulturera de lo existente. Tampoco podría afirmar que estamos ante un nuevo tipo de consumidor, más temperamental que ante la incapacidad de un SERNAC todo terreno, muestre su violencia en las calles. Las deudas existen, no cabe duda… pero tampoco son la explicación de fondo del nuevo escenario, donde autoridades de todo tipo, tienen miedo de ser interpeladas.
Chile transita por un delgado sendero, donde la gobernabilidad y el estatus social de ciudadano, parecen contraponerse, llama poderosamente la atención como muchas de las leyes elaboradas por el gobierno, no apuntan a fortalecer la ciudadanía sino a extirpar su ímpetu. La ley Hinzpeter, la instalación en suelo nacional de una base militar norteamericana, donde dicen se enseña a reprimir, resulta un insulto para nuestra historia reciente.
Las discusiones irreflexivas sobre una marraqueta más o menos, en la mesa de los indigentes, la negación por parte de la cámara de diputados del lucro, existente en la educación universitaria, el uso irreflexivo de la violencia en las manifestaciones sociales, generada por pequeños grupos, absortos en la acción directa; la negativa constante del gobierno a entablar diálogos verdaderos con las organizaciones en conflicto, hablan de un cuadro social altamente complejo, donde más que estar en tela de juicio el modelo, se abren las puertas para el uso de la fuerza pública y por tanto la justificación perfecta de la represión social.
Desde esa perspectiva tanto los que sueñan con el fin del modelo, como los llamados molestos por sus restricciones al consumo, serán doblegados por la misma luma. O como decía mi abuelo “buscando lo que no se encuentra, se encuentra lo que no se busca”…
Santiago de Chile 24 de julio 2012
Omar Cid Subdirector
Crónica Digital