En diversas ocasiones, Academia Libre ha advertido sobre cómo se invisibiliza la brecha existente entre el currículum oficial del Mineduc y el real, es decir, las competencias lectivas que los estudiantes efectivamente expresan en cada nivel. En esa perspectiva, un estudio de la Pontificia Universidad Católica aporta pistas relevantes respecto de la magnitud del desastre generado por el modelo educativo en el país. Se trata de un seguimiento a la trayectoria de más de 183 mil escolares en el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) entre 2007 y 2011. La investigación arroja que el 64% de los niños de Octavo Año Básico en Chile no domina las materias de Quinto y, en la práctica, su desenvolvimiento académico es equivalente o inferior al que los programas exigen para Cuarto.
En el caso de Lenguaje, en tanto, la edad curricular del 39% de quienes están en Octavo es Tercero de Primaria. Pero no es todo. A medida que el estudiante avanza de un curso a otro, las brechas se van incrementando y el 66% de aquellos que registran mal rendimiento en Matemática en Cuarto Básico mantiene esa evaluación al llegar a Octavo, mientras lo propio ocurre en Lenguaje con el 47% (La Tercera, 1 de noviembre).
El informe constituye, además, un nuevo balde de agua fría para el discurso exitista de las escuelas particulares subvencionadas, que alegan, para seguir lucrando, ser agentes de una mejor enseñanza: la investigación indica que tales establecimientos son parte de los peores resultados del sistema, confirmando, además, que la relación entre nivel socioeconómico y rendimiento es directa, independientemente del tipo de colegio al que asista el estudiante.
Así las cosas, no sólo los mecanismos estandarizados que pretenden medir calidad de la educación están en entredicho en tanto instrumentos de evaluación; el modelo mismo es una mentira ritualizada que promueve automáticamente de curso a los estudiantes, de modo que el fracaso del proceso resulte lo más inadvertido posible. Estos nuevos datos a los que hemos aludido dan cuenta de la gravedad de la situación, pues al verificar cómo empeora el rendimiento conforme se pasa de un curso a otro, abarcando todo el segundo ciclo básico, es posible también dimensionar el impacto histórico que el esquema vigente ha tenido en la población en general.
Para avanzar hacia un diagnóstico integral, en esa perspectiva, es fundamental incorporar factores cualitativos desde los cuales observar las facultades interpretativa, creativa y expresiva de la ciudadanía y no sólo del estudiantado. Una herramienta de tales características ha de ser estratégica para construir, más que reformas, una institucionalidad nueva.
Por Academia Libre
Santiago de Chile, 8 de noviembre 2014
Crónica Digital