La permanencia de Cuba en la lista unilateral de Estados Unidos sobre países auspiciadores del terrorismo constituye un obstáculo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, señala hoy un artículo del diario Granma. (Cuba)
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El texto, firmado por Dalia González Delgado, especialista del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (Cehseu), de la Universidad de La Habana, afirma que en un mundo donde ese flagelo es un punto neurálgico de la arena internacional, ser acusado de promoverlo es un asunto serio para cualquier país.
Esto adquiere mayor envergadura si las acusaciones carecen de fundamento, como es el caso de Cuba, que desde 1982 está incluída en esa relación -calificada de espuria por las autoridades de la nación caribeña- junto con Siria, Irán y Sudán.
El 17 de diciembre pasado, cuando Washington y La Habana anunciaron la intención de restablecer relaciones diplomáticas y avanzar hacia la normalización, el presidente Barack Obama dijo que dio instrucciones para que se revisara la inclusión de Cuba en ese listado, recuerda la autora del artículo.
En ese sentido, Delgado menciona las palabras del presidente cubano Raúl Castro ante la III cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), cuando expresó: «¿Cómo explicar el restablecimiento de relaciones diplomáticas sin que se retire a Cuba de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo Internacional?»
La especialista cita a un funcionario de la cancillería cubana, quien declaró a Granma que estar en ese listado no solo constituye un acto simbólico, sino que tiene consecuencias legales que implican restricciones a las exportaciones, comercio, ayuda al desarrollo, créditos y otros.
Las entidades financieras de terceros países son reacias a realizar las transacciones de los incluidos en la lista, por temor a sanciones de Washington, como sucedió el año pasado al banco francés BNP Paribas, al que le impusieron una multa de más de ocho mil millones de dólares por realizar negocios con Sudán, Irán y Cuba.
Esto constituye una aplicación extraterritorial de las regulaciones de Estados Unidos, añade el artículo de Granma.
En el caso cubano, casi todo el costo económico de estar en la lista queda subsumido por el bloqueo, pues nada de lo que prohíbe es permitido por el resto de las sanciones anticubanas, aunque la presencia injusta de Cuba en esa relación ha servido para intensificar la aplicación de las sanciones unilaterales contra la isla.
El propio informe del Departamento de Estado refiere que para designar a un patrocinador del terrorismo, se debe probar que el país apoya repetidamente actos de ese tipo.
No obstante, el reporte anual más reciente que data del 30 de abril del año pasado, admite, como en ocasiones anteriores, que «no hay información de que el Gobierno cubano haya suministrado armamento o entrenamiento paramilitar a grupos terroristas».
Además, el texto reconoce que «Cuba apoyó y auspició negociaciones entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo y el Gobierno con el objetivo de lograr un acuerdo de paz entre ambas partes».
El funcionario de la cancillería citado por la experta añade que el componente simbólico de pertenecer a esa lista no es menor, pues la inclusión es parte de la demonización de un país y todos los que aparecen en ella han sido al mismo tiempo objeto de sanciones, múltiples agresiones y hasta guerras.
En el caso particular de Cuba, resulta absurda y falsa nuestra inclusión en la lista porque nuestro país sido víctima durante todo este tiempo del terrorismo de estado practicado por y desde Estados Unidos, concluyó la fuente referida por la autora.
Prensa Latina
Crónica Digital, 14 de Febrero 2014