Existen personalidades fundamentales en la vida de los pueblos y en la biografía de las personas. Raúl Reyes Suzarte es una de ellas. Se trata de uno de esos imprescindibles. Fue fundador de la Izquierda Cristiana de Chile, vecino de Maipú–Cerrillos y trabajador del Matadero de Santiago, cristiano de izquierda, articulador de la resistencia desde el mismo día del golpe de Estado y luego en la clandestinidad, uno de los presos políticos que permaneció más tiempo en prisión, luego impulsor del movimiento de derechos humanos…
Falleció el martes 4 de noviembre de 2008. En esa oportunidad señalamos: “No hay duda que fue un maestro y un ejemplo de testimonio”. Y agregamos: “No hay duda de que permanecerá, para siempre, en nuestra memoria colectiva”.
Ahora Raúl es el protagonista de una larga entrevista que otorgara un año antes de su fallecimiento a Nicolás Acevedo Arriaza y que fue incluida en el publ
icado libro “Voces del Siglo XX. Testimonios de Protagonistas Populares del Siglo Pasado”, que fue recién lanzado por Editorial Quimantú e incluido en su colección Re–Sabios.
El trabajo fue coordinado por el mismo Acevedo y presenta trabajos de Valentina Duarte, Carolina Fernández–Niño, Renzo Henríquez, Camilo Plaza y Araucaria Rojas, los que –además de Reyes– entrevistaron a protagonistas de la historia invisible del Chile Popular: Carmen Vivanco, Arnaldo Rodríguez, Jorge Morales, Gladys Rivera, Rigoberto Cortés y Catalina Rojas.
El capítulo dedicado a Raúl Reyes se titula: “Un cristiano en la noche de Chile, 1964–1978” y fue producto de una entrevista que realizó Acevedo junto a Alejandro Zarzar, interesados en la historia de la lucha contra la dictadura.
El texto, entre otras cosas, consigna los recuerdos de Raúl Reyes sobre la resistencia al golpe de Estado de 1973.
Reyes rememora que “yo salí el 11 de septiembre pa’ llegar a pelear a FENSA”, una empresa del Cordón Cerrillos, ubicada en las proximidades del centro de la comuna de Maipú, en la calle Alberto Llona. Y reflexiona: “Quizás no estaba preparada la gente. Hay que dar más educación (…) En tres o dos años no alcanzamos”. Cuenta que en esa industria había unas 120 personas, todos jóvenes, pero que el intento de organizar una resistencia finalmente fue infructuosa. Los hombres y mujeres de la Izquierda Cristiana contaba con unas 60 metralletas, dice, y agrega que “el MIR se llevó algunas, nos ayudó… ellos sacaron como 15 metralletas”.
Sin duda a estas armas se refiere Guillermo Rodríguez en la entrevista que otorgó a la periodista Soledad Pino para el libro “De armas tomar. Vidas cruzadas por el MIR”, en el que se habla de armas proporcionadas a los miristas del Cordón Cerrillos–Maipú por una organización denominada “Izquierda Unida”, entidad que no existía en septiembre de 1973.
En tiempos de la dictadura, Rodríguez fue preso político y se encontró en la prisión con Reyes, como anota Nicolás Acevedo. De hecho, uno de los protagonistas de su novela “Haceldama” es un prisionero político llamado “Suzarte”, sin duda Raúl Reyes, quien es presentado como un hombre cristiano, pero de convicciones revolucionarias.
Reyes cuenta que en las primeras noches después del golpe se vivió un clima “terrible, porque te llamaban por teléfono, oye cayó fulano. Yo vivía en Cerrillos (entonces parte de la comuna de Maipú). Además yo estuve preso el 13 y 14 de septiembre. Así que después lo único que quería era irme. A mí me daba la pasá el partido. Me dice: ‘vení llegando de Cuba’. Imagínate: había estado tres meses. Yo me iba pa’ Ecuador el 12 de octubre (…) y falló. Listo, listo. Y después me dicen como el 20 de noviembre: en cinco días más te vai. ‘No, yo me quedó’, respondí. Hacer lo que se pueda, luchar, pero algo hay que hacer”.
Respecto de ese cambio de opinión, explicó: “Los locos son desde que nacen hasta que mueran. Yo siempre fui un hueón loco (…) Además que yo sentía que mi deber era luchar contra la dictadura”. Lo hizo, señala, asumiendo el riesgo: “Imagínate que descubren que yo había estado en Cuba, entrenándome: me fusilan (…) Además (el riesgo de) la tortura… yo fui con 27 compañeros, donde yo conocía el nombre a 15, a los otros les sabía nada más que el alías. Suponte que me hubieran pescado: ‘Sabemos que estuviste en Cuba, conchetumare [imita como si lo estuvieran torturando]’. Creo que a la quinta descarga, tení que dar algo. Yo tenía toda una leyenda, que yo había ido a estudiar el movimiento popular en Cuba, las CDR y tenía todos los nombres falsos como verdaderos. Pero no sé hasta dónde puede durar eso”.
Sobre su decisión de resistir, agrega: “Tu empiezas a saber y te empieza a dar rabia: ‘Chucha, están matando a mis compañeros, como voy a dejar a estos milicos culiaos. Además yo estuve en Cuba, le debo algo a Cuba, me preparó y ahora voy a echar el poto a las moras (…) y como uno es loco, es irresponsable… Listo, me quedo… Y me quedé”.
Fue detenido en 1981 y luego del paso por las torturas en el Cuartel Borgoño de la CNI, terminó recluido en la Penitenciaría de Santiago, en la calle que ocupaban los presos políticos en los 80. En 1986 fue trasladado a la cárcel de Buin, donde tendría beneficios carcelarios que se concretaron en 1989. Dice Acevedo: “Fue todo nuevo, aunque había pasado nueve años, sentía miedo de encontrar un Chile distinto”. Incluso muchas veces, cuenta, “soñaba que salía libre y despertaba llorando”.
El libro “Voces del Siglo XX” es altamente recomendable para todos los que quieran conocer otras dimensiones de la convulsa historia reciente de nuestro país.
Por Víctor Osorio Reyes, Periodista y Ex Ministro de Estado
Santiago de Chile, 4 de julio 2017
Crónica Digital