El Nobel de la Paz para médicos cubanos: un coro de multitudes

Por Gustavo Espinoza M. *

Innumerables voces se alzan en uno y otro confín del planeta. Intelectuales, artistas, personalidades políticas, líderes sociales, jefes de Estado y de Gobierno, ministros, altos funcionarios de organismos internacionales, Premios Nobel de la Paz y muchísimas otras figuras del mundo contemporáneo, unidos por un solo objetivo.

 

Piden a la Academia Sueca el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, de Cuba, por sus elevados méritos académicos, científicos y profesionales en defensa de la humanidad.

El Contingente fue creado en septiembre de 2005 por iniciativa del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, con la misión de proporcionar asistencia a los pobladores de zonas siniestradas en diversos países.

Estuvo en Angola, luego en Haití, Chile, Pakistán y otros países en el empeño de enfrentar epidemias, inundaciones, terremotos y otras catástrofes naturales. Tiene ya 15 años de trabajo, y hoy, enfrentando a la Covid-19, sus brigadas actúan en 30 países poniendo muy en alto la bandera de la solidaridad.

No obstante, su presencia, al mismo tiempo que despierta expectativa y esperanza en millones de personas, es combatida por determinados núcleos de la sociedad, en unos casos cautivos de monsergas de corte ideológico y político; y en otros, simplemente arrastrados por la ignorancia y el prejuicio.

Llevan los brigadistas cubanos el nombre de Henry Reeve, un combatiente neoyorquino que luchó por la independencia de Cuba y cayó por ella en 1876.

Revivir su recuerdo fue una manera de expresar un sentimiento de amor al pueblo de los Estados Unidos, del que se encuentra desafortunadamente separado por la política agresiva de la Casa Blanca, empeñada en guerras siniestras contra Cuba.

Hoy la Brigada Médica Cubana trabaja en nuestro país a partir de un acuerdo de colaboración suscrito entre los gobiernos del Perú y de Cuba, con el propósito de ayudar a nuestra patria, particularmente agobiada por la crisis sanitaria de la Covid-19.

Son 85 médicos, enfermeras y trabajadores sanitarios de primer nivel que arribaron a inicios de julio y laboran en las regiones que les fueran asignadas por el gobierno central.

En Arequipa, Moquegua, Ayacucho y Chimbote han sido recibidos con afectuoso cariño por los pobladores, sobre todo por quienes viven en zonas deprimidas y olvidadas de la vida nacional. Su presencia, sin embargo, ha sido resistida por algunos ganados por el odio y la mentira.

Como se sabe, Washington se dirigió recientemente a todos los gobiernos para que no acepten la presencia de las Brigadas Médicas Cubanas. Incluso, coincidió una llamada telefónica de Donald Trump a Martín Vizcarra.

Pero la presión, en este caso, no dio resultado. Las autoridades norteamericanas, acostumbradas a enviar ejércitos pertrechados con armas letales, no admiten al Ejército de Batas Blancas que exporta Cuba para salvar las vidas de millones de personas en distintos áreas del planeta.

La llamada prensa grande ha seguido en la misma porfía. Diarios como ‘El Comercio’, ‘Perú 21’, ‘Correo’ y otros, y emisoras de Lima y el interior del país, no han cejado en el empeño y pugnan por desacreditar la presencia médica cubana.

Ni siquiera les importa que médicos peruanos graduados en Cuba, como el doctor José Paredes Abanto, quien ofrendara su vida por salvar a sus pacientes; y otros, como el doctor Milton Pacho cubriera esa misma tarea en la primera línea, combatiendo la pandemia.

Para ellos, lo importante no es reconocer méritos, sino impedir que crezca en el mundo la imagen de Cuba, a la que temen y odian.

En unos casos recurren tan sólo a los cartabones de antaño, asegurando que la presencia de Cuba ‘nos acerca al Socialismo’ que ellos detestan, y en otros buscan levantar cargos que carecen de todo sustento.

Para lo primero recurren a exmilitares o expolicías, veteranos de la guerra sucia, que actuaron convencidos por la clase dominante que su tarea era defender la sociedad opresora a la cual se aferran con uñas y dientes; y para lo segundo, se valen de declaraciones tendenciosas de gente interesada. En relación a esto último, es bueno precisar algunas cuestiones.

En el mundo capitalista, el objetivo de los médicos es curar enfermos. En el mundo socialista la tarea es impedir que la gente sana se enferme. En Cuba la medicina es preventiva. Y cuando se aplica aquí, se busca asegurar que los sanos no se enfermen; que los que se enfermen, no se agraven; y que los que se agraven, no mueran. En eso consiste preservar y salvar vidas.

Lo otro, es más formal. Los médicos deben trabajar protegidos por Protocolos dictados ya por la OMS, y recogidos en el convenio establecido. Estos deben aplicarse para peruanos y de otras nacionalidades que afrontan la tarea. Y todos deben recibir la remuneración que corresponde.

En ese marco, la brigada cubana ha trabajado en su totalidad todos los días, sin interrupción alguna en los lugares que le han sido asignados. En Cuba, no ha muerto un médico durante la pandemia. Aquí no podríamos decir lo mismo.

Y en cuanto a la calidad de los servicios, no se necesitan palabras. La vida la confirma. El Premio Nobel de la Paz sería un legítimo reconocimiento.

*Analista peruano, colaborador de Prensa Latina.

Lima, 14 de julio 2020
Crónica Digital/PL

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