El regreso a Viena del canciller Mohammad Javad Zarif y otros funcionarios iraníes de alto rango confirma la determinación de Teherán de llevar a buen término las negociaciones nucleares, aunque fuera del plazo fijado para hoy.
Zarif, en su condición de jefe del equipo negociador de Irán con el Grupo 5+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania), viajó a la capital de Austria acompañado de Hossein Fereydoun, ayudante especial del presidente de su país, Hassan Rouhani.
Además de los vicecancilleres Abbas Araqchi y Majid Takht-e Ravanchi, quienes están en la ciudad europea desde hace más de una semana en intensas conversaciones con sus contrapartes del G5+1, la comitiva persa la integró el jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán, Alí-Akbar Salehi.
La composición de la delegación de la república islámica explica, por sí sola, la importancia que esa nación le confiere a cerrar 12 años de disputas con Occidente por su programa nuclear, a raíz de sospechas de que procura hacerse con el arma atómica, algo desmentido hasta el hastío por Teherán.
El proceso negociador debía concluir hoy con la rúbrica de un acuerdo final y global, también conocido como Plan de Acción Conjunta, que se viene trabajando con más fuerza y voluntad desde noviembre de 2013, cuando se firmó en Ginebra un pacto interino que debía moldear la senda de las pláticas.
Sin embargo, el maratón de contactos que Zarif mantuvo el pasado domingo en Viena, tanto con el G5+1 en pleno como a título bilateral con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y sus homólogos de Francia, Gran Bretaña y Alemania, resultaron insuficientes para solventar espinosos antagonismos.
El ministro de Relaciones Exteriores, que hoy volverá a hablar con Kerry, también dialogó con la jefa de Política Exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, y el vicecanciller chino Li Baodong, en busca de acercar posiciones sobre las sanciones económicas y las actividades nucleares iraníes.
La nación persa opina que las tratativas se hallan -hoy más que nunca- en una fase «crucial», pues según sus palabras, «el único acuerdo que Irán acepta debe ser justificado y balanceado», o lo que es igual, preservar los derechos del país y basarse en el reconocimiento de la dignidad nacional.
Los iraníes sienten que todavía hay posibilidad de progresos en las discusiones si prevalecen la determinación política, el trabajo duro, la voluntad de diálogo y, sobre todo, si las potencias occidentales desisten de lo que ellos describen como demandas excesivas.
En ese último término se incluyen las pretensiones de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania de que Irán brinde acceso a inspectores foráneos a sus instalaciones militares sospechosas de estar ligadas al programa atómico, y que acepte sean entrevistados sus científicos nucleares.
Pero décadas de desconfianza y la realidad innegable de que varios de los científicos atómicos fueron asesinados o blanco de acciones de reclutamiento por parte de Occidente, sirven de argumento a la república islámica para mantenerse inamovible en su negativa a aceptar tales presiones del G5+1.
«Lo que necesitamos hoy es la determinación política de la contraparte, que pueda allanar el camino a una conclusión aceptable y sostenible», expresó Zarif a su llegada a Viena, luego de 24 horas de estancia en Teherán para consultas al más alto nivel.
De acuerdo con el canciller, el G5+1 entiende que un pacto bueno y de larga duración estaría fuera de todo alcance, a menos que se reconozcan los derechos inalienables de su país a enriquecer uranio para generar electricidad, desarrollar terapias médicas y otros propósitos pacíficos.
Las pláticas deben tener como fundamento «balance y lógica razonables», en el entendido de que Irán se atendría a limitar ciertas actividades en el terreno nuclear y Occidente le eliminaría los paquetes de sanciones económicas de forma simultánea y total cuando el pacto cobre vigencia.
Para ello, las autoridades islámicas insisten en que se tome como guía los parámetros claves anunciados el 2 de abril pasado en Lausana, los cuales sirven en el actual proceso de redacción del acuerdo definitivo, precisamente inconcluso debido cuestiones de «pocos párrafos, corchetes y paréntesis»
La revisión del texto requiere de criterios políticos, legales y técnicos, de ahí la implicación de expertos y funcionarios ajenos a la diplomacia, como han venido haciendo a lo largo del extenso, difícil y zigzagueante proceso.
Por Ulises Canales
Beirut, 30 junio 2015
Crónica Digital / PL