Foxley aseguró que se trata de una decisión autónoma del gobierno chileno que cuenta con amplio apoyo parlamentario, y precisó que sería absurdo que EE.UU. sancionara a Chile, señalado por Washington como un ejemplo.
«Se va a aprobar. Y me parece que Estados Unidos va a tener que afrontar la realidad», señaló Foxley.
Según el Ministro, este tema formó parte de la agenda del reciente encuentro entre la presidenta Michelle Bachelet y su par estadounidense, George W. Bush, en Washington.
«Más bien en un sentido positivo, referido a que ellos (los norteamericanos) estaban considerando modificar la ley que introduce sanciones», precisó Foxley.
Chile jugó un papel importante en la creación del TPI, pero pese a que ya 100 naciones han ratificado su participación, el país no lo ha hecho. El tema es debatido en el Senado y requerirá de una reforma constitucional que exige dos tercios de los votos.
Tanto en el gobierno como en el parlamento han proclamado su deseo de hacerlo, pero temen que el país sea objeto de sanciones si Santiago no suscribe un acuerdo bilateral con Estados Unidos que exima a sus tropas de toda responsabilidad criminal.
Las naciones que no acatan este pedido sufren un corte de ayuda militar norteamericana e, incluso, en la transferencia de pertrechos bélicos.
Si bien estas sanciones no regirían para los aviones F-16 que posee Chile -la compra es anterior a la eventual incorporación-, sí podría afectar, por ejemplo, a los misiles Harpoon que equipan a las fragatas tipo 23 recién adquiridas a Gran Bretaña.
Durante su reciente visita a Washington, Bachelet reiteró la decisión de ingresar al TPI, pero ello podría complicar futuras adquisiciones de armas en Estados Unidos.
Hace una semana, la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, admitió que la adhesión al TPI tendría un impacto negativo en la cooperación militar con Washington, aún cuando Chile está considerado uno de los más fieles aliados de Estados Unidos en América Latina.
Santiago de Chile, 19 de junio 2006
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