El día en que una de sus especies, ensayó el primer gesto de independencia, sufrió La Naturaleza el gran cisma. Esta variante superdotada y en ascendente evolución física e intelectual, convivió respetuosamente con su entorno, tomando de él sólo aquello que necesitaba para su sobrevivencia, llegando a reverenciar el imperio de lo natural y los elementos que lo representaban, hecho que evidenció además un emergente desarrollo espiritual, cualidad que vino a completar su arquitectura. Así se estrenó «El Ser Humano».
En la medida en que este género, iba tomando conciencia de sí mismo y de su capacidad creadora, fue articulando un orden distinto dentro del gran orden natural. La posibilidad de hacer, de realizar, le fue dando un sentido de cuerpo, que claramente lo diferenciaba del resto de las especies y lo colocaba a la par de » La Naturaleza». Es aquí donde irrumpe eso que hoy entendemos por «Cultura»: Todo lo creado por «El Hombre».
El proceso de toma de conciencia, hizo además, que cada individuo, se fuese reconociendo como un ser único dentro de su colectivo, con un universo en sí mismo, con necesidades y capacidades que lo diferenciaban de otros seres humanos, se manifestaron así, múltiples formas de Cultura. En este camino todo iba bien, hasta que de pronto, esas necesidades se fueron enfrentando con las de los otros. Para algunos, la necesidad se tradujo en el disfrute exclusivo de los recursos que la naturaleza brindaba para todos, en otras palabras en la propiedad, la privatización del recurso y para satisfacer esa necesidad, estaban dispuestos a desplegar todas sus capacidades, todas sus posibilidades de hacer.
A partir de esta disputa, se desencadena el enfrentamiento troncal de » La Civilización»: La lucha entre culturas por el ejercicio de la hegemonía y a partir de esto, por el dominio de los recursos naturales, como fuente de beneficios, a la larga, como fuente de poder. Este ha sido hasta nuestros días, el signo del derrotero humano.
No cabe duda entonces, que la lucha por la primacía del Hombre sobre el Hombre, tiene hoy a la Cultura como protagonista.
El siglo XXI, ha inaugurado su tránsito, con la evidencia de la Globalización, como estrategia del más monumental de los proyectos hegemónicos que haya desplegado el «Género humano». Esta visión de mundo se ha ido imponiendo mediante una colosal batalla, que a diferencia de todas las que registra la historia, se libra por primera vez a escala verdaderamente planetaria y ya no únicamente con las armas convencionales, aquellas que buscaban la derrota física del oponente (piedras, flechas, espadas, fusiles, cañones, bombas, etc. ).
Hoy, las herramientas de sumisión se han sofisticado y con ello, han logrado mayor eficacia. Son las que buscan fundamentalmente la derrota intelectual y espiritual de los pueblos, aquellas que terminan por doblegar la voluntad y reducir la capacidad de discernimiento, al pobre ejercicio, de optar exclusivamente entre las alternativas que el sometedor ofrece. Así se ha ido modelando a un Ser Humano sin capacidad crítica, sin poder de respuesta, sin vuelo creativo, sin identidad propia y por deliberada consecuencia, absolutamente manipulable. El arma más poderosa de este nuevo arsenal, es una suerte de «Caballo de Troya», llamado: Medios de Comunicación Masiva.
A pesar de la distancia física, Chile, el rincón de donde provengo, ha sido uno de los mayores protagonistas de este capítulo de la decadencia humana, con absoluto entusiasmo se ha colocado al servicio de quienes operan el modelo, ofreciéndose como laboratorio, todo esto a cambio de los favores de los gerentes de la Globalización. En otras palabras, los poderes legales y fácticos del país, se han alineado irrestrictamente con los poderes legales y fácticos del mundo, esos que buscan con absoluto desenfado, la supremacía de la Cultura Neoliberal (mezcla de conservadurismo moral y político, con libertinaje económico).
Consecuentemente, la institucionalidad, sólo estimula aquellas manifestaciones culturales, que no arriesgan la soberanía del sistema. De esta manera el Estado se ha blindado, limitándose a realizar lo mínimo. Todo responde en general, a un quehacer más bien anecdótico, pasajero, decorativo y descontinuado, un «tente en pié», un «saludo a la bandera», una buena postal que permite dar la idea de preocupación y solapadamente, contener el avance de una cultura de reemplazo.
En otras palabras, desde la institucionalidad oficial, es imposible levantar un proyecto, en el que la Cultura no esté concebida como un sofisticado instrumento de dominación masiva y como prerrequisito ineludible, para la consagración sin contrapeso de la Economía de Mercado.
A la luz de estas conclusiones, el mundo de la cultura en general y el de los artistas e intelectuales en particular, que no estén por hacer de la gloria personal, su única razón y que se muestren capaces de abrazar una causa colectiva de transformación del mundo, deben levantar necesariamente una variante, que no sirva sólo para procurar espacios de vida alternativa, para los que hoy rechazan abiertamente el sistema, sino que además, sea la evidencia de la fortaleza de un proyecto distinto, una demostración práctica, de la factibilidad de una sociedad mejor, que seduzca y comprometa al pueblo en su realización.
A toda la maquinaria empleada por el sistema, se debe oponer una maquinaria propia, que de alguna manera ya funciona, aunque con precariedad y dispersión, el tema es: creativamente, fortalecer y coordinar esas experiencias y a la vez, articular nuevas estructuras que permitan edificar esta cultura alternativa. Sobre todo, hay que potenciar el desarrollo de medios de comunicación propios, pues es en este campo, donde se está librando la principal batalla.
Hay que estructurar además, un «Mercado Paralelo», regido por criterios más humanos, reestableciendo el trueque ahí donde la escasez económica limita el intercambio. Se deben habilitar nuevos y mejores espacios de interacción que acojan la diversidad humana, potenciar también, la democratización del conocimiento, mediante academias, escuelas y universidades populares y por sobre todo, generar un modo de organización política, que no sucumba ante las tentaciones del sistema, legitimándolo con su participación en él. Una organización, que sea capaz de generar en el tiempo, una nueva arquitectura democrática.
Nada de esto y más, se podrá lograr si no hay un esfuerzo honesto, por parte de quienes integran el mundo cultural, de revelarse, en tanto individuos públicos, como la encarnación de esa Cultura transformadora, no hay posibilidad de éxito, si no existe capacidad de convertirse en modelos de virtud humana, en los que se pueda reflejar el pueblo.
En definitiva, no hay que desgastarse tratando de sortear el blindaje del edificio de la Cultura dominante, hay que construir uno propio, más grande y colorido, que dignifique la condición humana. Llegará el momento en que todos querrán ser parte de él y abandonarán la vieja estructura, la que a falta de cuidado, sucumbirá, sepultando bajo sus escombros, la prepotencia y la mezquindad que le dio vida.
Cuando esto suceda, estaremos recién en el comienzo del camino, ese que nos lleve al lugar donde levantar la Ciudad Nueva, donde habite el Ser Humano Nuevo. Desde donde hagamos carne el soñado sueño de una cultura basada en el imperio de la justicia y la fraternidad y condenando nuestra arrogancia nos reivindiquemos con esa madre ultrajada por generaciones: La Naturaleza.
Seguramente no viviremos los de hoy esa Nueva Cultura, pero cada acto que la anuncie, en el que nos veamos involucrados, no sólo la hará más próxima, además, nos dignificará y le dará sentido a nuestro paso por el mundo. No hay mayor gesto de dignidad, trascendencia y generosidad, que luchar para que otros toquen el cielo por uno.
II PARTE: Compromiso Personal
Veintiún años se han acumulado, desde que decidí aventurar el resto de mi vida, acompañado de una guitarra, unos cuantos libros de mis poetas más amados, una bien nutrida reserva de amigos y un saco desbordado de sueños por cumplir.
No oculto el haber logrado ya, un apreciable número de esos anhelos locos, sobre todo, aquellos más íntimos, esos que lucen una sonrisa autocomplaciente, en el balance personal que cada cierto tiempo viene bien hacerse. Sin embargo, hay una gran cuenta pendiente, aquella que involucra la realización de los sueños colectivos, esos que invitan a reconocernos, en los ojos y el corazón de los demás y que si no se asumen, dejan inevitablemente cojeando el alma.
Mi guitarra, mis canciones y mi oficio de trovero en definitiva, han estado todos estos años, porfiadamente al servicio de esos sueños. No ha sido fácil, es claro, pero no dejo de emocionarme, cuando compruebo en la práctica, el poder o la magia o ese no sé qué, que tiene la canción y el Arte en general para remecer el cuerpo, la conciencia y el espíritu de tantos seres humanos con los que me he mezclado. Ni toda la orfandad, ni todas las desventuras propias de este oficio, se comparan con la felicidad que provoca el saber, que has sido protagonista del derrotero y las utopías de tantos.
Con todo, creo que eso no basta, hay que dar más y si esto significa transgredir las fronteras del oficio, para hacer carne aquello que el Arte proclama, siento que hay que hacerlo. El Arte no es puramente estética ¿De qué sirve la belleza hueca? El Arte es en esencia «Ética Pura», eso es lo que lo hace bello.
Sabiendo de los múltiples caminos improvisados para reestablecer el orden natural del mundo, ese que preserva el equilibrio como reverso de toda arbitrariedad y convencido de que cada día tiene su propio afán, he decidido dar el paso, con todo el peso de mi cuerpo, de mi cabeza y de mi alma, sumándome a un destacamento hermoso de seres justos, una legión de servidores públicos, con historia de lucha reconocida, con proyectos, con sueños por cumplir.
Me he propuesto caminar, junto a los que a mi juicio, han demostrado mayor coherencia y espíritu de lucha contra la injusticia, injusticia que hoy, en los albores del siglo XXI, se ve claramente representada en el Neoliberalismo: La mayor forma de esclavitud que reconoce la historia del Género Humano. Un tipo de esclavitud tan sofisticada, que su mayor fortaleza, la tiene en el hecho, de que los propios esclavos no son capaces de reconocerse como tales.
Esta opción, mi opción, nuestra opción, la asumo con la convicción absoluta, de que juntos podemos colocar nuestra cultura en movimiento y en defensa de la humanidad.
Queremos intentar una nueva ruta, un camino alternativo, una ancha alameda por donde pasen los seres justos para construir una sociedad mejor. Una sociedad que garantice dignidad y oportunidades para todos. Una sociedad que emerja como una esperanza para la Felicidad.
Proponemos superar los traumas de nuestra historia, pero sin hacer la vista gorda, es imprescindible, hacerlo de la mano de la Verdad y de la Justicia.
Aspiramos a derribar la estructura de la que sacan provecho los poderosos de siempre, la que propone al Dinero como valor central y única forma de «Realización Humana», al Mercado, este monstruo depredador que impone la «Ley del Más Fuerte», en donde el más grande se come al más chico, en donde el pobre es cada vez más pobre y el rico cada vez más rico.
La conciencia es nuestra llave maestra, somos los ciudadanos los que instalamos con nuestro voto a los políticos en el poder, por eso y sólo por eso, somos tan responsables como ellos, de sus actos, Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, merecemos mejores gobiernos. Por lo tanto, hacemos un llamado a no convertirnos en cómplices de los embaucadores.
No hay que dejar que piensen, que decidan y que actúen por nosotros, debemos de una vez por todas, dar un golpe de dignidad y negarnos a ser corderos, a ser rebaño. Que no manejen nuestra voluntad, el único destino del cordero es el matadero.
Si al prepotente se le enfrenta de rodillas, se le ve más grande de lo que es realmente. Basta de recoger las sobras que el rico deja después de comer.
Nos acusan de soñadores, aceptamos con orgullo ese cargo. Dicen además que somos un riesgo, pero ¿Qué sería de la evolución humana sin los soñadores, los que corren riesgos, aquellos que se dignifican y dignifican a los demás con su gesto valiente y generoso? El sueño la utopía -como lo dice Silvio- « se hace a mano y sin permiso».
La carrera es muy dura, más aún, cuando no se corre en igualdad de condiciones. Es claro, además, no tenemos las ventajas económicas de nuestros adversarios y menos sus relaciones de poder. Sin embargo aquí estamos, con creatividad, con honestidad y pasión, de pie para dar la pelea, para dejar constancia de que a pesar de la represión y la indiferencia, no nos han derrotado.
Somos parte de una cadena de hermosos porfiados, somos herederos de la lucha de los que estuvieron aquí antes que nosotros y hoy dedicamos a ellos, el fuego de este nuevo empeño, en el nombre de un artista y luchador social, que selló con la entrega de su vida, su compromiso con la Utopía: Víctor Jara.
Gracias compañeros, gracias hermanos, gracias a todos los que han sido parte de esta bella locura. Gracias, por ese corazón porfiado y zurdo que los anima.
Sin duda este camino es pedregoso/ Por vera tiene siempre al precipicio/ Y puede parecer un sacrificio / Pero este es el camino que yo escojo.
Y en tanto me anime un soplo de aire/ Y en tanto me quede amor que entregar/ Y en tanto me anime un soplo de aire/ Yo defenderé mi derecho a soñar.
Por: Francisco Villa Castro
Santiago de Chile, 3 de Mayo 2006
Crónica Digital, 0, 84, 9
