Para sus integrantes, el Ejecutivo cumplió a cabalidad sus compromisos en el plazo previsto, pero para la oposición, la tarea se sacó sólo a medias. En todo caso, el objetivo se convirtió en una especie de evangelio que guió la primera etapa de la administración.
No fueron pocos los obstáculos enfrentados para cumplir esta meta: el conflicto estudiantil, la prolongada huelga de hambre de los mapuches, tensiones internas sobre la ley de subcontratación y el debate sobre el uso de los excedentes del cobre.
A ello se agregó tensiones dentro de los partidos de la coalición gobernante por los denominados temas valóricos (eutanasia y abortos terapéuticos), y los errores del Servicio Médico Legal en identificación de desaparecidos en 1991, que conmovió al país.
Fueron como una filosa espada que cruzó la hoja de ruta y desató rumores de cambios en el gabinete. «Hubo cosas que saltaron de repente como esos muñecos que salen abruptamente de una caja de sorpresas», dijo un funcionario de La Moneda, citado hoy por el diario La Nación.
Como fue presentada, la puesta en marcha de los 36 primeros objetivos no tuvo un carácter lineal ni rígido. Si bien la mayoría ya son metas realizadas, hay medidas que están aún a la espera de aprobación en el congreso, o pendientes de trámites administrativos.
Las emblemáticas reformas al sistema electoral binominal, fuertemente rechazada por la oposición de la extrema derecha opositora, y al sistema de pensiones, que dependerá de las conclusiones del trabajo de una comisión presidencial, están entre las más sobresalientes.
El gobierno, la oposición y sectores de izquierda coinciden en que la Presidenta se vio compelida a trazar este ambicioso plan de 100 días porque su mandato será breve: dos años menos que sus antecesores Eduardo Frei (1994-2000) y Ricardo Lagos (2000-2006).
El cumplimiento del plan implicaba la adopción de una medida cada tres días. La gobernante admitió que el Gobierno tendría que trabajar a toda máquina para cumplir el programa presentado y puso énfasis en los proyectos sociales de más fácil solución.
Entre estos, el aumento de las pensiones mínimas, gratuidad en atención de salud pública para mayores de 60 años, 200 salas cuna, el proyecto para crear el Ministerio de Seguridad Pública, la reforma del sistema electoral, y más empleo en zonas marginales.
«Hay un cumplimiento parcial de las medidas. Siento que más que finalizar un proceso se inicia otro, con reformas sobre las que no hay definiciones claras, como la previsional y la electoral», dijo Patricio Melero, secretario general de la Unión Demócrata Independiente (UDI).
Por su parte, Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista (PC), señaló que en lo adelante será una etapa de incertidumbre ahora que la Presidenta no tiene esa agenda precisa.
«No todas las medidas quedaron concluidas y algunas traerán controversias muy grandes», dijo.
Para el dirigente comunista, «el gobierno debe hacer un ajuste después de estos 100 días, y estudiar en profundidad lo que ocurre en temas como la educación, que no estaba en esas primeras medidas, así como otros sectores sociales que esperan respuestas».
Por su parte, el portavoz del Gobierno, Ricardo Lagos Weber, señaló que «el día 101» marcará otra fase de Bachelet que tendrá dos ámbitos globales: concretar las medidas que quedaron en proceso y abrir una nueva agenda de objetivos.
Con todo, el Gobierno reconoce que «las mochilas pesadas» están aún sin solución, como la reforma al sistema electoral, las conclusiones de la Comisión sobre pensiones, y la discusión abierta en el Consejo Asesor Presidencial para mejorar la educación.
También tendrán que asumirse los temas financieros y económicos como el alza del cobre y la baja del dólar, el aumento de la gasolina, ampliación del empleo y el sensible tema de las subcontrataciones.
Por: Angel Pino Rodríguez. El autor es corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 19 de junio 2006
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