En uno de los episodios más sangrientos que siguieron a la asonada castrense, efectivos del Ejército ocuparon la fábrica Sumar y luego de una selección entre buenos y malos dieron muerte a los trabajadores Ofelia Villarroel, Adrián Sepulveda y Donato Quispe.
Los crímenes fueron cometidos el 23 de septiembre de 1973 en los talleres de la industria y los cadáveres, incluido el de Quispe -de nacionalidad boliviana- arrojados a la calle, de donde fueron recogidos y trasladados al Servicio Médico Legal.
En la resolución de sentencia, el juez Jorge Zepeda reconstruyó lo sucedido en la industria textil, intervenida por los trabajadores durante el gobierno del presidente Salvador Allende, un suceso poco difundido por los medios de la época.
La abogada querellante en la causa, Alejandra Arriaza, reconoció que el magistrado no aplicó la amnistía al considerar los delitos de lesa humanidad, pero dijo que apelará la sentencia porque le parece que cinco años son muy pocos para la magnitud de los crímenes.
El operativo formó parte de las brutales intervenciones diseñadas durante las primeras semanas del golpe por el Ejército chileno contra centros laborales considerados por ellos como «conflictivos y extremistas».
Según los antecedentes del caso, en la selección de los obreros entre buenos y malos participaron, además de Ovalle, el entonces capital Luis Cortes Vila -hoy general (r) y presidente de la Fundación Augusto Pinochet- y el mayor (r) Pedro Diet Lobos.
Este último fue luego uno de los financistas de la tenebrosa Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) a través de una sociedad de «pantalla» creada bajo su nombre, en las que fueron accionistas connotados agentes represivos de la dictadura.
La sentencia relata que Ovalle se paseaba con un megáfono nombrando a los obreros que debían formar a la izquierda o a la derecha suya, mediante una lista que le fue proporcionada por Cortés Vila y la colaboración de varios civiles.
Los cadáveres de las tres víctimas fueron sepultados clandestinamente en un mismo cajón rústico, sin tapa y cubiertos con tierra en el Patio 29 del Cementerio General.
Ofelia Villarroel fue desenterrada el mismo año 1973 por su familia con autorización militar, cremada y llevada al Cementerio de Nogales. Los otros dos cuerpos se hallaron recién después de 1990, cuando fueron exhumados 126 cuerpos de detenidos desaparecidos.
Santiago de Chile, 23 de junio 2006
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