Lo que enfureció a las cumbres de la Secretaría de Estado fueron las declaraciones del presbítero Guillermo Marcó, portavoz del Cardenal Jorge Bergoglio, criticando nada menos que a Benedicto XVI en el flanco más débil del Papa Ratzinger: su ataque contra el Islam, consumado en la lección teológica magistral del 12 de setiembre en la Universidad alemana de Ratisbona y que ha causado polémica mundial.
Los comentarios de Marcó a la revista Newsweek en español los que originaron el enojo, son insólitos para un observador que sabe que en la Iglesia sus funcionarios sólo pueden hablar bien del Papa, e «inauditos», para las fuentes vaticanas consultadas. Mientras la Iglesia lanzó en el mundo una contraofensiva diplomático-propagandística para contrarrestar los durísimos ataques islámicos a Benedicto XVI, el vocero del Arzobispado de Buenos Aires se desmarcó en sentido contrario y causó este grave impasse con la Santa Sede.
En Ratisbona, el Papa había citado a un emperador bizantino contra Mahoma como portador del mal y la inhumanidad con su voluntad de imponer con la espada las conversiones forzadas. Además mencionó a la Yihad, la guerra santa, y al Dios del Islam como «totalmente trascendente», incluso a la racionalidad, contraponiéndolo al cristianismo, religión del «logos», de la razón y la fe, que considera a la violencia «contraria a la esencia de Dios».
El Papa se defendió afirmando que no había querido ofender al Islam, que no lo habían comprendido y que sus palabras habían sido deformadas. Pero en su declaración, el Presbítero Marcó afirmó: «Es una pena. Cuando uno insiste en la diferencia de las doctrinas necesariamente va a un enfrentamiento. Por eso, cuando el Papa se mete en el campo de la discusión sobre la verdad, o sobre lo que es verdad o no, la declaración se hace infeliz».
«Es infeliz porque si dice que el Islam no tiene nada bueno se está generalizando y además el Islam tiene, ha tenido y ha aportado muchísimas cosas buenas a la historia de la humanidad».
Marcó, dijo cosas más duras. «Esas palabras del Papa no me representan. Yo no hubiera hecho esa cita nunca». También comparó al actual Papa con su predecesor Juan Pablo II quien, dijo, «estaba parado en otro lado». Y remató: «Si el Papa no sale a reconocer los valores que el Islam tiene y todo esto queda así, me parece que se habrá destruido en veinte segundos lo que se edificó en veinte años». Era una referencia a la exitosa política de diálogo con el mundo islámico que elaboró Juan Pablo II.
«¿Cómo es posible que su vocero haga semejantes declaraciones y el Cardenal Bergoglio no se sienta obligado a desautorizarlo y quitarlo de inmediato de sus funciones?», dijo a la prensa un conocido monseñor vaticano. Ese silencio del arzobispo, «ha debilitado su posición aquí», concluyó este personaje de la Curia romana.
Por: Julio Algañaraz / EL Clarín
Buenos Aires, 10 de octubre 2006
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