Tras la muerte del indiscutible líder hemisférico que fue Hugo Chávez, Venezuela continúa su rol de liderazgo unionista en América Latina y el Caribe, en especial, luego de la asunción el pasado 12 de julio de la presidencia pro témpore del Mercado Común del Sur (Mercosur) en Montevideo, Uruguay.
El despliegue político y diplomático de los últimos meses en escenarios como la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el bloque energético Petrocaribe y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) ofrece testimonio del compromiso integracionista del Gobierno encabezado por Nicolás Maduro.
Durante la VII Reunión Ordinaria del Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unasur, efectuada en Paramaribo, Surinam, el 30 de agosto último, Maduro expuso la aspiración en términos aún más ambiciosos: la «unión integral» que supere el mero concepto de «integración de las partes».
A la cabeza de Mercosur, Caracas tiene hoy la responsabilidad de propiciar y organizar espacios para el intercambio de experiencias y la conformación de agendas y derroteros comunes para los países miembros (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y la propia Venezuela) y asimismo para los Estados asociados.
La concertación y búsqueda de caminos para el desarrollo sostenible de la región a partir de la complementariedad parece haberse consolidado definitivamente como el imperativo central del bloque -sin olvidar las diferencias reales entre sus integrantes-, al menos desde un punto de vista político-discursivo.
Pero el movimiento hacia cualquier horizonte está hecho de pequeños, innumerables pasos prácticos. Sobre todo, porque Mercosur trasciende ya la esfera económica y comercial, y su proyecto alcanza también los ámbitos geoestratégico y político, social, cultural, judicial y de seguridad.
Desde los primeros días de este septiembre, Caracas acogió la primera ronda de encuentros técnicos preparatorios con vistas a las reuniones XXXIV de ministros de Interior y Seguridad y XL de titulares
de Justicia de Mercosur, que sesionarán en noviembre próximo en la turística isla caribeña de Margarita (Venezuela).
La ocasión ha servido para que expertos de una decena de países del área -incluidos los asociados Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú- aborden, divididos en 12 grupos de trabajo, asuntos como el acuerdo migratorio de Mercosur, seguridad en eventos de fútbol, el sistema de intercambio de información, delitos cibernéticos, atención consular a privados de libertad, protocolos de justicia, trata de personas.
Durante la instalación de esta ronda técnica -la segunda tendrá lugar justamente antes de las citas ministeriales de noviembre-, el ministro venezolano de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez, señaló como objetivo continuar la batalla mancomunada contra el delito trasnacional a fin de construir una región segura, justa y de paz.
Según el titular, la complementación política y la suma de esfuerzos a favor de la estabilidad de las naciones del hemisferio es una contribución a la cimentación de un mundo pluripolar y multicéntrico, una de las metas históricas -o al menos, un desiderátum- planteadas por Chávez en el llamado Programa de la Patria 2013-2019, considerado por muchos su testamento político.
Tal, es una visión -si bien no de matriz exclusivamente venezolana- reforzada con la entrada a Mercosur y la posterior asunción de su presidencia por parte de Caracas.
Maduro, por ejemplo, se refiere, una y otra vez, a la conformación en este vecindario de uno de esos polos de poder de influencia mundial, a partir de la articulación de fuerzas, de la complementación solidaria.
En el contexto de dichos encuentros preparatorios, tuvo lugar en esta urbe el I Seminario Internacional sobre Modelos y Regulación del Usos de la Fuerza en la Acción Policial.
Parte de los debates del foro -instalado en el Hotel Tamanaco- giraron en torno a la centralidad del empleo progresivo y diferenciado de la fuerza, temática sobre la cual Venezuela presentó sus experiencias en la transformación de los cuerpos policiales.
De acuerdo con Rodríguez, el modelo venezolano -aún con deficiencias insoslayables y con el ingente reto de vencer los altos índices de inseguridad- se fundamenta en reglamentos y leyes que propugnan el respeto a los derechos humanos y a la vida y fomentan el trabajo junto al pueblo en busca de las mejores condiciones de convivencia.
Se trata de un enfoque integral que solo concibe el clásico proceder represivo como uno más de sus vértices y que busca, sobre todo, la revalorización espiritual y actitudinal del ciudadano mediante iniciativas concretas (deporte, cultura, oportunidades productivas, beneficios sociales).
Recientemente, delegados de Brasil, Argentina, Uruguay y Venezuela, citados en el sureño estado de Bolívar, tomaron parte en la XXIX reunión del Foro Consultivo de Municipios, Estados Federados, Provincias y Departamentos del Mercosur (FCCR-Mercosur).
Temas de cooperación regional en materia de turismo e interconexión fluvial concentraron la atención de los participantes, quienes coincidieron en la necesidad de activar cadenas productivas y sistemas de transporte de carga y pasajeros a través de los principales ríos del continente.
Desde Argentina hasta el delta del río Orinoco en Venezuela tenemos más de 10 mil kilómetros de vías fluviales que pueden ser aprovechadas para el comercio y el turismo, señaló el gobernador de Bolívar y presidente pro témpore de FCCR-Mercosur, Francisco Rangel.
También sesionó en Venezuela a inicios de este mes la LXXX Reunión del Comité Técnico sobre Asuntos Aduaneros y se llegaron a acuerdos en el Grupo de Trabajo de Gestión de Riesgo Aduanero, con participación de representantes de Argentina, Uruguay y el país anfitrión.
Como parte de las alrededor de 200 reuniones que organizará Venezuela durante su liderazgo temporal del mecanismo sudamericano, se debatió el pasado 3 de septiembre en esta capital sobre aspectos técnicos imprescindibles para buscar la armonización de métodos y sistemas estadísticos -de comercio exterior, por ejemplo- al interior de Mercosur.
Esta semana, especialistas de Mercosur discuten aquí -igualmente con miras a la referida XXIV cita de titulares de Interior y Justicia- acerca de la profesionalización de la actividad de transporte internacional, el traslado de mercancías peligrosas, sistematización de datos e integración de informaciones de transportación de pasajeros y carga, así como otros asuntos técnicos afines.
Próximamente, destaca en el calendario el VIII Seminario del Sistema de Información Cultural de Mercosur, fijado del 2 al 4 de octubre.
La agenda es tupida, sin dudas, pero el cumplimiento más estricto de sus pautas formales -reuniones de técnicos, asesores y políticos y otros inevitables eventos burocráticos- no serviría de mucho si estas no se traducen en estrategias coherentes y políticas efectivas que potencien el vigor -económico y político- del bloque de cara al exterior y consoliden su influencia beneficiosa en la vida interna de las naciones que lo forman.
La entrada de Venezuela al mecanismo extiende sus fronteras hasta el Caribe -con las implicaciones comerciales, geopolíticas y culturales del caso- y fortalece exponencialmente el decisivo componente energético en la ecuación Mercosur, ya sólida en cuanto a recursos alimentarios, agua y algunos minerales estratégicos.
El acercamiento de los países andinos -y una futura salida más expedita al Pacífico- significaría la suma de casi todos los elementos disponibles en esta privilegiada subregión. La coherencia siempre sería el mayor reto.
Mercosur fue constituido el 26 de marzo de 1991, con la firma del Tratado de Asunción, Paraguay.
Por Jesús Adonis Martínez*Corresponsal de Prensa Latina en Caracas
Caracas, 22 de septiembre 2013
Crónica Digital / Prensa Latina
