La caja de Pandora se destapó esta semana en Estados Unidos y emergieron las miserias de la CIA durante la llamada guerra contra el terrorismo: un programa de torturas que fue además inefectivo, según el reporte senatorial.
Durante las últimas jornadas, la opinión pública estadounidense pasó pronto de la estupefacción al rechazo -más o menos decidido- de acciones que de acuerdo con el presidente Barack Obama no contribuyeron demasiado a la lucha antiterrorita y, en cambio, generan «un daño significativo a la posición de Estados Unidos en el mundo».
El informe de 480 páginas -resumen saneado por la propia CIA, de una investigación de seis mil 300 cuartillas-, presentado por la demócrata Dianne Feinstein, denuncia la aplicación de métodos de interrogación que van desde la privación del sueño y el ahogamiento simulado (waterboarding) hasta la hidratación y la alimentación rectal.
Aun cuando un editorial de The New York Times (NYT) recordó que «el mundo conoce hace tiempo que el gobierno norteamericano detuvo ilegalmente y torturó prisioneros tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y que (además) mintió sobre ello al Congreso», el prominente diario no dejó de expresar su sorpresa e irritación.
Para el rotativo, el informe sobre torturas de la CIA en ultramar -pródigo en «procedimientos pseudomédicos de pesadilla»- constituye sencillamente un «retrato de depravación difícil de comprender y aun más difícil de digerir».
Lo más preocupante parece ser la impunidad que con frecuencia ha rodeado casos de esta índole -como cuando se revelaron prácticas de ahogamiento simulado-, bajo la consigna de la seguridad nacional, apuntó el NYT.
Por lo pronto, algunos jerarcas de la CIA defendieron en los últimos días la efectividad de los procedimientos secretos denunciados.
En particular, el director de la agencia de espionaje, John Brennan, emitió ambiguas declaraciones en las que admite errores, falta de preparación y métodos abominables, pero sin dejar de respaldar a sus agentes.
A juicio de Brennan, gracias al polémico programa de torturas pudieron salvarse vidas humanas y se evitaron ataques contra Estados Unidos.
Irónicamente, el mismo día en que se dio a conocer este reporte, el secretario de Estado, John Kerry, pidió al Congreso incluir mayores libertades en la Autorización para Uso de la Fuerza contra la organización extremista Estado Islámico.
Con los resultados de las amplias facultades dadas a la CIA durante la belicosa gestión de George W. Bush a la vista, la actual administración busca sumar prerrogativas para la cruzada de turno, que le permitirían llevar tropas al terreno y perseguir al enemigo incluso más allá de las fronteras de Iraq y Siria.
Otra contienda tuvo lugar esta semana en el Congreso estadounidense: luego de una dramática votación de procedimientos, la Cámara de Representantes encaró el análisis del proyecto de presupuesto para el año fiscal 2015, el cual fue aprobado en la noche del jueves por un apretado sufragio de 219 a 206.
El nuevo paquete de gastos del gobierno -de 1,1 billones de dólares- pasó al Senado para su análisis, mientras se agotan los dos días adicionales de financiamiento obtenidos mediante una resolución de continuidad del propio Congreso y que el presidente Barack Obama firmó el viernes para convertirla en ley.
Prensa Latina
Crónica Digital, 13 de diciembre 2014