Este tribunal además hizo un severo cuestionamiento del proceder de las autoridades políticas y ambientales chilenas, entregando «contundentes recomendaciones» sobre cómo abordar de manera realmente eficiente el desastre del río Cruces en Valdivia.
Esta resolución no puede llegarnos en mejor momento, pues hoy se celebra el Día Internacional del Agua. Ésta es la ocasión ideal para recordar que en Chile además de la producción de celulosa, muchas otras actividades deben mejorar su manejo de las aguas: las mineras generan toneladas de metales pesados que matan la biodiversidad marina, las industrias instalan enormes emisarios submarinos para arrojar sus desechos industriales; las jaulas de salmonicultura se instalan en fiordos ricos en biodiversidad, contaminando no sólo el fondo marino, sino enormes columnas de agua, por dar sólo algunos ejemplos.
El Tribunal del Agua determinó la responsabilidad de la empresa de Celulosa Arauco, basándose en la mala utilización de las aguas del río Cruces; en la contaminación general de todo el sector; en la muerte de los cisnes y diversas otras especies animales y vegetales, y por los daños y riesgos a la salud de la población.
Además tuvo una especial consideración hacia otras actividades económicas que fueron severamente afectadas por el accionar de la planta de celulosa, como el turismo, situación que hasta el momento no ha sido siquiera tomada en cuenta por las autoridades nacionales.
Estos mismos criterios podrían ocuparse en la Décima Región, especialmente en Chiloé, con ciertas actividades acuícolas que son vistas como la panacea, sin reparar en los graves costos ambientales y sociales que conllevan.
Por Antonia Forrt, ingeniera ambiental Oceana
Santiago de Chile, 22 de marzo 2006
Crónica Digital
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