Veo otro testimonio en la reciente noticia de que al Papa ha encargado al cardenal de México un estudio sobre la licitud del empleo del condón para prevenir el contagio del sida cuando en la pareja matrimonial uno de los cónyuges sufre de la enfermedad.
El solo hecho de que el antes prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe pida este estudio doctrinal es toda una novedad. Joseph Ratzinger, como Papa, asume una perspectiva pastoral y encarga a un prelado súbdito el estudio de un problema muy concreto, de alcances pastorales.
Respecto de este caso, los medios nos informan que el conocido Cardenal Jesuita, Carlo María Martini, había adelantado su juicio favorable a la utilización del condón. No debe extrañarnos la iniciativa del cardenal, porque hay situaciones en las que urge una respuesta.
El Movimiento de Liberación Homosexual de Chile, junto con alegrarse debido a estas noticias, las ha criticado. Dice que su alcance es reducido y tímido. Reducido porque se contemplaría el uso del condón sólo para el caso de matrimonios en que hay que impedir el contagio.
Frente a esta crítica respondo que lo importante es que se ha iniciado un diálogo. Respecto del justificativo sugerido de mal menor, para el caso de los casados, poder mantener su relación conyugal gracias a un condón sería siempre un bien y no un mal.
El término mal menor se ha referido, más bien, al uso de preservativos por los que se empeñan en practicar un sexo promiscuo no obstante el peligro de contraer el sida.
Recordemos las campañas de prevención contra el sida en que se proponían -como deben proponerse- los tres modos de prevención: el primero y más seguro, la continencia; el segundo, la relación sexual exclusiva con el cónyuge o una persona con seguridad no contagiada; el tercero, en defecto de las condiciones anteriores, el empleo del condón. Notemos que, en el tercer caso, la práctica sexual no deja de ser un mal, una perversión.
El uso del condón no la justifica, la hace simplemente menor mal. Aceptamos, con gozo, la invitación de Benedicto XVI al diálogo y la investigación. Hay que conjugar los problemas actuales (el Sida) con exigencias profundamente humanas de la moral y la teología.
Por: P. José Aldunate, SJ. El autor es miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 18 de mayo 2006
Crónica Digital
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