FILMS CHILENO EN LA CAMA ENTRE LOS CORALES HABANEROS

La cinta es «un tour de force»: la carrera solitaria de dos «amantes de fondo», que en hora y media de continua exhalación de efluvios y emociones alcanzan la lucidez total.

El largometraje llegó a la cita habanera precedido de sus triunfos en el festival de Valladolid, donde logró la ansiada Espiga de Oro, y un reconocimiento a la originalidad del relato.

Se pueden mencionar como antecedentes Los amantes (1960), de Louis Malle, y Conocimiento carnal (1971), de Mike Nichols, películas en las cuales el realizador «opera» en zonas oscuras del ser humano, a través del sexo.

En aquellos casos los directores pretendían brindar un cuadro crítico de la mediana burguesía, de las convenciones sociales, el adulterio, y la prohibición religiosa.

Matás Bize, en su filme En la cama, reúne a dos jóvenes que se encuentran en un café y van una noche a un motel a hacer el amor.

No hay crítica social sino un estudio de caracteres, que tampoco pretende esbozar el estado de la juventud chilena de hoy sino el hecho casual del encuentro entre dos seres humanos.

La fotografía y el sonido desempeñan un papel fundamental al sugerir el estado de frenesí, de fiesta de los sentidos, al cual seguirá la conversación de la pareja.

Es precisamente esa conversación la que lleva a los jóvenes a develar las pequeñas odiseas de sus vidas.

Casi al final, ella confiesa que va a casarse y al día siguiente festejará su despedida de soltera; él revela el drama con un hermanito, al cual amaba.

Los dos personajes muestran la fragilidad de la carne y se solidarizan entre sí, más allá de toda frivolidad, ligereza o mero culto por lo erótico.

Bize utiliza el guión de Julio Rojas y expone un cuadro personal cuya fluidez narrativa ayuda a aligerar la atmósfera y ventilar cualquier barrunto claustrofóbico del propio relato.

La fotografía, de Gabriel Díaz y Cristian Castro, obliga a los actores a sostener close-ups interminables en los cuales, maravillosamente, no se devela la soledad casi trágica de sus existencias.

La Habana, 19 de diciembre 2005
Crónica Digital , 0, 58, 7

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PLAY OTRO CORAL PARA CHILE

Lun Dic 19 , 2005
Rodada en video digital de alta definición, cuenta en tono de fábula la historia de Cristina (Viviana Herrera), una empleada de origen mapuche que vive en Santiago y tiene a su cuidado a un moribundo inmigrante hungaro, Don Milo (Francisco Copello). Ella pasa su tiempo libre dedicada a los juegos electrónicos y encuentra un día en la basura un maletín perteneciente a Tristán (Andrés Ulloa), joven arquitecto desempleado abandonado por su novia Irene (Aline Kuppenheim). Lo que sigue es la historia de cómo Cristina busca acercarse a Tristán y se convierte en testigo de las desgracias del arquitecto, quien regresa a vivir con su madre (Coca Guazzini), una hippie ciega que pasa el tiempo con su nuevo novio, un mago argentino que no soporta la llegada del hijo. A juicio de la crítica, la realidad está como pasada por un filtro interpretativo, aunque veraz, a la hora de retratar un Santiago habitado por seres disímiles, empeñados en encontrarle un sentido a la vida. El título alude al personaje de la mapuche atrapada en una confusión de identidades que parece someterse a prueba cada vez que aprieta la tecla play en su grabadora. Con ete largometraje, Scherson consiguió una de las distiniones codiciadas por los realizadores noveles, que en esta edición de la muestra-certamen habanera concurrieron masivamente a concurso. Tuvo una fuerte contrincante en Olga, del brasileño Jayme Monjardim, que arrastró tras sí la devoción del público y el reconocimiento de la crítica por la fuerza de la historia contada. La tónica que dominó en esta categoría en competencia fue la de las búsquedas estéticas y el apego a lo formal-artístico, según opinó el director y guionista chileno Orlando Lübert, uno de los miembros del jurado. La Habana, 19 de diciembre 2005 Crónica Digital , 0, 37, 7

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